El gigante tecnológico Google acordó pagar 93 millones de dólares al estado de California para frenar la denuncia de que rastreó la ubicación de los usuarios sin su conocimiento. El acuerdo se produce tras una investigación «de varios años» realizada por el Departamento de Justicia de California, que determinó que Google engañó a los usuarios haciéndoles creer que no estaban siendo rastreados cuando en realidad sí lo estaban.
«Nuestra investigación reveló que Google les estaba diciendo a sus usuarios una cosa que ya no rastrearía su ubicación una vez que optaran por no hacerlo pero hacía lo contrario y continuaba rastreando los movimientos de sus usuarios para su propio beneficio comercial. Eso es inaceptable y responsabilizamos a Google con el acuerdo», dijo el Fiscal General Rob Bonta.
Según los términos del acuerdo propuesto, Google también debe proporcionar más información sobre los datos de ubicación que recopila de los usuarios.
Esta no es la primera demanda que Google ve sobre su función de rastreo de ubicación, ya que el año pasado pagó 85 millones de dólares para frenar otra denuncia similar en Arizona, y luego otros 392 millones de dólares para resolver demandas similares en 40 estados, entre los que estaban Oregón, Nueva York y Florida.
Desde que se produjeron estas demandas por Estados Unidos, Google ha cambiado su herramienta y según dijo hoy portavoz de la compañía, José Castañeda, al medio especializado The Verge las acusaciones están «basadas en políticas de productos obsoletas que cambiamos hace años».
El juicio contra Google
Sundar Pichai, CEO de Google. Foto EFEGoogle enfrenta desde esta semana el juicio por monopolio más grande de su historia y el que es, para muchos, el más importante de la era de la internet moderna: el Gobierno de los Estados Unidos intentará demostrar que la compañía usa tácticas anticompetitivas y abusa de posición dominante para aplastar a sus competidores en el negocio de los buscadores web.
El caso trae reminiscencias del juicio en contra de Microsoft hace un cuarto de siglo, cuando la compañía fundada por Bill Gates fue sentenciada por la Justicia por forzar a los usuarios a navegar con Internet Explorer en Windows y eliminar a Netscape Navigator como competencia, lo que desembocó en una división de sus unidades de negocio.
En el caso de Google, su buscador (search engine) está en el ojo de la tormenta. Los buscadores son usados para navegar las páginas web (World Wide Web) que se alojan en internet, red de computadoras interconectadas alrededor del mundo. Y desde hace ya más de dos décadas, google.com domina este mercado y constituye la puerta de entrada a la web de miles de millones de usuarios en todo el mundo.
Valuada en 1.7 billones de dólares, Alphabet (empresa matriz de Google, dueña de YouTube, Gmail, Maps y otros populares productos) es, junto a Amazon, Apple, Microsoft y Meta (Facebook), parte del conglomerado que domina el mercado tecnológico mundial. Y esto no se ha construido sin polémica.
El juicio que arrancó esta semana se remonta a octubre de 2020, cuando el Departamento de Justicia (DOJ) de los Estados Unidos inició de manera formal el caso, en conjunto con 38 estados. A fines de 2022, Google intentó desestimar la embestida, pero en 2023 el DOJ confirmó el caso e incluso acusó a la compañía de destruir evidencia.
Asi, Washington D.C. se transformó, esta semana, en el campo de batalla donde se librará, durante 10 semanas, una pelea que podría tener consecuencias para Google, como las tuvo para Microsoft en el proceso judicial de 1998 (y que fue aprovechado por Google para construir su imperio online).