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Karra Elejalde: «La demencia da miedo, pero he tenido referencias cerca»

Karra Elejalde (Vitoria, 1960) es del norte, como su personaje del gran taquillazo del cine español ‘Ocho apellidos vascos’. Pero el ganador de dos Goya (por esa comedia y por ‘También la lluvia’) lleva 24 años viviendo en Cataluña, en Molins de Rei, para estar cerca de su hija. El actor ejerce precisamente de padre (y de abuelo) en su nueva serie, ‘Segunda muerte’, recién estrenada en Movistar Plus+. Interpreta a un oficial de la UCO jubilado y con un principio de demencia senil que se propone desentrañar un caso en el que se ve involucrada su hija, una policía auxiliar de un pequeño pueblo cántabro (Georgina Amorós) con la que mantiene una relación bastante tirante.

Un vasco haciendo de cántabro. Todo queda en el norte… 

Bueno, somos bastante próximos, ¿no?

Su personaje, Tello, se enfrenta a una etapa incierta por culpa de la demencia senil que ha empezado a sufrir.

Sí, lo han jubilado porque tiene una incipiente demencia senil. Pero no solo se enfrenta a eso. También a una relación con su hija, a un preso en la cárcel que va a venir a casa y que no me hace gracia que sea el padre de mi nieto… A mi personaje lo llamaban La Montaña porque era un ser inquebrantable, y a día de hoy parece que se está viniendo abajo…

¿Da miedo pensar a lo que se enfrenta su personaje con el tema de la demencia?

Da miedo, sí. Ya hice un personaje así en una película, ‘La vida padre’, y ahora esta serie. Pero es que yo lo he vivido con mi madre, que falleció con demencia senil. Hasta de lo malo puedes sacar siempre algo bueno y he tenido referencias cerca, en casa, para poderme hacer una idea.

¿Es Cantabria, como dice su compañera Georgina Amorós, un personaje más de ‘Segunda muerte’?

Sí, el paisaje cántabro, de los valles pasiegos, de Liérganes, de Torrelavega, son un personaje más. Tengo que hacer una loa al trabajo de luz que se ha hecho en la serie.

De pequeño, cuando le tocaba trabajar en el bar que tenían sus padres, ¿se imaginaba acabar como actor?

No. Soy actor por casualidad, porque un amigo de la mili estaba en un grupo de teatro y decía que era muy gracioso, que contaba los chistes muy bien. No tenía vocación de actor, me hubiera gustado más pintar… Yo siempre establezco un paralelismo con lo militar y digo que no soy de West Point, de academia o de escuela, sino más chusquero. Yo he aprendido haciendo. No en vano he fundado cuatro grupos de teatro y he hecho muchas películas.

Creciendo en una cocina, se le darán bien los fogones.

Sí, me gusta cocinar. En cambio, cuando mis padres tenían el bar no me gustaba. Piensa que cuando tenía ocho o nueve años, en vez de estar jugando con el resto de mis amigos por el pueblo estaba pelando patatas, ayudando a mi madre a freír gambas o lo que tocara… Así que odiaba la cocina y todo lo que representaba. Pero luego se me pasó. Es que yo tuve que aprender a cocinar casi por obligación, porque a veces tenía que ayudar a mis padres en el bar, estar en la barra o donde tocara.  

Sabiendo que le gusta cocinar, ¿nunca le han propuesto entrar en un concurso del tipo ‘Masterchef celebrity’?

No sé si me lo han propuesto, eso lo sabrá mi representante. Pero yo no juego a eso, no soy de esos eventos ni de cosas que se salen de lo mío. Mientras tenga trabajo como actor, prefiero no salir en ese tipo de programas.

¿Le molesta llevar siempre el sambenito de ser el actor de ‘Ocho apellidos vascos’?

No especialmente. ‘Ocho apellidos vascos’ es una película muy bien dirigida e interpretada, pero no deja de ser un sainete. He hecho películas de otro peso específico, de otra entidad, pero también le debo estar más activo de lo que estaba antes, así que no me puedo quejar. Es verdad que hay mucha gente que me dice: «Oye, me encantó tu película». Y yo les digo: «¿Cuál?». Aunque sé que se refieren a ‘Ocho apellidos vascos’, porque Telecinco la ha pasado muchas veces.

Es vasco, pero lleva muchos años viviendo en Catalunya.

Cuando me separé pensé que tenía que buscarme una casa para estar cerca de mi hija. No tenía ninguna lógica que yo viviera en el País Vasco y ella en Catalunya.

¿Se atreve con el catalán?

Lo hablo, pero no lo hablo bien. Me da mucha vergüenza hablar catalán [estas dos frases las pronuncia en catalán]. Llevo 24 años viviendo en Catalunya, tengo grandes amigos y soy muy feliz aquí.

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