El Ministerio de Sanidad ya ha cerrado la consulta pública previa sobre el proyecto de Real Decreto que busca establecer un Sistema de Vigilancia de Sanidad Ambiental que abordará los factores con impacto en la salud humana, como el calor extremo y agentes contaminantes. Un tema clave y una iniciativa muy esperada, señala a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del mismo grupo editorial, el doctor José María Ordóñez Iriarte, vocal de Informes de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS). «La seña de identidad de la sanidad ambiental es la protección de la salud, es decir la prevención primaria» donde el foco, subraya, debe ponerse en los más vulnerables, como niños o mayores.
El objetivo principal del sistema de vigilancia en el que trabaja Sanidad es «armonizar la vigilancia de los riesgos ambientales tanto a nivel autonómico como estatal e internacional. La iniciativa se enmarca en el Plan Estratégico de Salud y Medio Ambiente (PESMA) aprobado en 2021, que establece medidas para reducir el impacto de los principales factores ambientales en la salud y forma parte de la Estrategia de Salud Pública.
Las propuestas
SESPAS ha presentado sus propuestas para mejorar ese proyecto de ley de Salud Ambiental como la necesidad de incorporar un método consensuado para desarrollar protocolos, unificar mecanismos y periodicidad en todas las comunidades autónomas y definir claramente el papel de las distintas entidades y comités involucrados. El doctor Ordóñez Iriarte responde a este diario sobre lo que considera primordial, lo que debe figurar en la nueva normativa.
P. ¿De qué hablamos cuando lo hacemos de salud ambiental y cuál es el enfoque desde la salud pública? R. La salud ambiental, según la definición canónica que se prefiere de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es «aquella disciplina que comprende los aspectos de la salud humana que son determinados por factores ambientales físicos, químicos y biológicos, externos a las personas». También se refiere a la teoría y práctica «de evaluación, corrección, control y prevención de los factores ambientales que pueden afectar de forma adversa la salud de la presente y de futuras generaciones».
Además, añade este experto, la propia Ley General de Salud Pública, le dedica un espacio a la sanidad ambiental: «Tiene como funciones la identificación, la evaluación, la gestión y la comunicación de los riesgos para la salud que puedan derivarse de los condicionantes ambientales; la vigilancia de los factores ambientales de carácter físico, químico o biológico y de las situaciones ambientales que afectan o pueden afectar a la salud; así como la identificación de las políticas de cualquier sector que reducen los riesgos».
Calidad del agua o del aire
En lo concreto, desgrana, desde la sanidad ambiental española se controla la calidad del agua de abastecimiento, de las piscinas y zonas de baño; se mantienen programas de vigilancia de las instalaciones susceptibles de generar casos de legionelosis (torres de refrigeración, nebulizadores, …) o la vigilancia de la aplicación de toda la normativa de sustancias y mezclas químicas que tiene implantada la Unión Europea.
El control pasa por la vigilancia de factores de riesgo como las temperaturas extremas, el polen, los campos electromagnéticos derivados de las estaciones eléctricas o el radón
Ese control también pasa por la vigilancia de factores de riesgo como las temperaturas extremas de calor y frío, el polen, los campos electromagnéticos derivados de las estaciones eléctricas y las estaciones base de telefonía móvil, el radón o la vigilancia entomológica de los vectores con interés en salud pública como el mosquito tigre, los flebótomos, la mosca negra, los culícidos… o la calidad el aire interior.
Prevenir enfermedades
SESPAS considera fundamental que el texto normativo ponga en valor aspecto como la prevención de enfermedades. Por ello, solicita que el nuevo Sistema de Vigilancia permita la detección temprana de factores de riesgo como la contaminación del aire, agua y suelo, así como la presencia de vectores de enfermedades.
Asimismo, exigen que se enfoque también en identificar y monitorear riesgos específicos que afectan a los grupos vulnerables, como niños, ancianos, personas con enfermedades crónicas y comunidades desfavorecidas. «Esto es crucial para reducir las inequidades en salud y garantizar una protección adecuada para todos los ciudadanos», asevera la sociedad.
La pandemia
P. ¿Por qué era necesaria una ley así y por qué es imprescindible un sistema de vigilancia? R. La pandemia de covid-19, puso en evidencia la fragilidad de los sistemas de vigilancia epidemiológica que tenemos en España, que fueron creados en el año 1995, a través del Real Decreto por el que se crea la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), muy centrada en las enfermedades de declaración obligatoria. Por ello, se acaba de publicar el Real Decreto 568/2024, de 18 de junio, por el que se crea la Red Estatal de Vigilancia en Salud Pública. Se pasa de una red de vigilancia epidemiológica a una red de vigilancia en salud pública; es decir, además de las enfermedades, se incorporan los determinantes en salud, la morbilidad y la mortalidad.
En opinión del experto, se deben integrar tanto los sistemas que han sido creados «ad hoc», desde la propia sanidad ambiental, como los que son gestionados por otras administraciones, pero que tienen un gran interés en salud pública. Entre los primeros, figuran el Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), Sistema de Información Nacional de Aguas de Baño (Náyade) o el Sistema de información sobre piscinas (Siloé).
Resistencia a antibióticos
Pero, además, en el caso del polen, en algunas comunidades autónomas se dispone de redes de vigilancia vinculadas a programas de salud pública; existe vigilancia de resistencia a antibióticos en animales y en humanos; biomonitorización a sustancias químicas, vinculada a la Encuesta Nacional de Salud o un sistema de vigilancia de vectores con interés de salud pública que está alcanzado «cierta relevancia» en diversas comunidades autónomas.
Consideran importante, asimismo, integrar la vigilancia de la Red de Alerta Veterinaria en esos controles. «Es un campo amplio que, poco a poco, va desarrollándose en nuestro país», admite el doctor Ordóñez Iriarte sobre la sanidad ambiental.
El farmacéutico
El otro gran valor de estos sistemas de información es el análisis anual de la información obtenida. Por ejemplo, se puede definir, en el tiempo y en el espacio, dónde se han superado, los niveles de óxidos de nitrógeno, qué concentraciones se alcanzaron, qué población se ha visto expuesta (segregada por edad), etc., y todo ello, permitirá al sistema de salud pública poder incidir en los responsables de políticas, en este caso ambientales, para que planteen acciones que puedan ir reduciendo, de forma progresiva, esos niveles de exposición.
Un sanitario con un gran valor que potenciaría mucho la labor de alfabetización social farmacéutico comunitario, subraya SESPAS. «En nuestra opinión, el Sistema Nacional de Salud podría contar muchísimo más con él y podría constituirse en un gran altavoz de las acciones de salud pública, dando consejos individualizados de los temas de vectores, de las temperaturas, del polen, etc.», concluye el especialista.