13.5 C
Córdoba
InicioSociedadAnimémonos a resignificar nuestra tarea diaria

Animémonos a resignificar nuestra tarea diaria

Cuando el tedio de lo cotidiano nos hunde, podemos cuestionar lo que hacemos y darnos cuenta de su verdadero valor.

Natalia Carcavallo

06 de agosto 2023, 05:34hs

Animarse a resignificar lo pequeño. (Foto: Adobe Stock)

Animarse a resignificar lo pequeño. (Foto: Adobe Stock)

“Nos pasamos años puliendo y encerando, y un día, de pronto nos damos cuenta de que sabemos Karate”. Está afirmación es una de mis preferidas y vuelve a aparecerme como una voz sensata cada tanto, para rescatarme cuando el tedio de lo cotidiano pretende hundirme en el sinsentido.

No la leí en un libro, ni en una red social. No tiene una autoría de prestigio que nos permite adoptarla como una filosofía de vida calificada y legítima. Surgió en mí hace muchos años, como consecuencia de una mirada atenta e involucrada de Karate Kid, esa película que hemos visto tantas veces en sus diferentes versiones.

Leé también: Un llamado a recuperar nuestra responsabilidad humana en la Tierra

Durante estas últimas semanas, me descubrí compartiendo este simple concepto sobre la vida con algunas personas. Muchas de ellas no se conocen, pero están unidas por emociones similares y atravesando los mismos desafíos. Sí, voy a seguir usando “desafíos” como un eufemismo. Es más elegante y alivia la pesada resonancia de otras palabras como “problemas”, “angustias” y “crisis”.

¿La vida se pasa con algo de pena y sin gloria?

¿Piensan que sus días pasan con algo de pena y sin gloria?¿Se sienten exigidas por tareas que les parecen irrelevantes y les crean la sensación de que “están perdiendo el tiempo” y “están desaprovechando sus mejores años”, que deberían estar haciendo otra cosa de sus vidas? Todas esas sentencias se apilan sobre sus espaldas y las hacen caminar agachadas portando un peso difícil de cuantificar.

Conozco esa sensación. Estuve ahí muchas veces y estoy segura de que me esperan nuevos tiempos en los que me volveré a sentir igual. Sin embargo, ya no me asusta. El ejercicio de haber salido de allí en tantas ocasiones, hace que cada vez sea más simple, y más rápido volver a la superficie.

En alguna de esas experiencias, hice carne la metáfora y me di cuenta. Hay momentos en la vida en que sentimos que sólo nos esforzamos en cumplir tareas menores, sin magia, sin emociones exhuberantes, sin logros que contarnos ni que contar. No somos conscientes de lo que en verdad estamos haciendo. Creemos que sólo estamos puliendo y encerando y un día nos damos cuenta que sabemos Karate.

Resignificar los pequeños momentos. (Foto: Adobe Stock)

Resignificar los pequeños momentos. (Foto: Adobe Stock)

La vida como la mejor coach

La vida, de forma misteriosa, nos propone un entrenamiento espiritual, ayuda a moldear nuestro carácter y va tallando en nosotros una forma mejor de contener ese verdadero quienes somos.

La mayoría de las veces no sabemos lo que en verdad estamos haciendo mientras hacemos lo que hacemos. Es otra de mis frases preferidas. Me regresa a un estado de conciencia en el que sé que ignorar los propósitos mayores de las tareas menores colabora para mantenerme humilde.

Si me detengo en este ahora, es posible que no tenga ni un atisbo certero de qué sentido tienen la mayoría de las tareas que me demanda el presente. Sin embargo, cuando miro para atrás me doy cuenta de que cada experiencia rutinaria, aburrida y carente de sentido me trajo hasta acá y me llenó de herramientas que un día, al fin pude usar.

Leé también: ¿Por qué decimos “sí” cuando queremos decir “no”?

De pronto, haber encerado sin descanso por años, se transformó en algo virtuoso que trasladé a otras tareas. Después de pasar demasiado tiempo puliendo, esos movimientos se naturalizaron y aparecieron recursos insospechados que nunca imaginé tener.

Quizás en este momento, uno puede animarse a observar esos tiempos de exigencia, de tareas menores y esfuerzos exagerados y darse cuenta todo los aprendizajes que adquirimos sin ser conscientes de ellos pero que tarde o temprano se vuelven funcionales para aquello que aún espera para ser vivido.

Al mirar para atrás es más simple reconocerlo. En nuestras historias se esconde la confirmación de que este presente también nos tiene aprendiendo y entrenando dones y talentos que mañana emergerán para que podamos realizar tareas mayores. Y con el tiempo finalmente quizás podamos terminar de comprender que no hay semejante cosa como grandes y pequeñas hazañas, metas ni hay una carrera que ganar. Tal vez, a lo mejor, no lo sé. Cada tanto tengo un atisbo de eso aunque pronto termino regresando a medir la vida en los términos de siempre.

Valorar el presente en medio de la incertidumbre. (Foto: Adobe Stock)

Valorar el presente en medio de la incertidumbre. (Foto: Adobe Stock)

La incertidumbre de este tiempo, el cansancio mental y emocional y esa exigencia desmedida que hemos naturalizado lleva a muchas personas a esa espiral descendente que nos deja con el ánimo aplastado y con la fuerza para avanzar muy diluida.

Necesitamos recuperar la perspectiva y mirar con la cabeza elevada hacia el propio horizonte y a aquel que nos volverá a hermanar con otros y con otras en la confluencia en la que nuestros caminos se encontraran.

Un día tendremos que dar un paso y es ahí cuando nos sorprenderemos de las nuevas habilidades, de nuestro aplomo, de la paciencia, del carácter fortalecido y de los movimientos precisos que no sabemos en qué momento aprendimos.

Mientras llega el tiempo correcto y las oportunidades que anhelamos, sigamos puliendo y encerando. Hagamos las tareas que nos toquen con honestidad, con compromiso, y con alma. Tal cual nos lo recordaba siempre Galeano: “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo”.

Que así sea.

MAS NOTICIAS
NOTICIAS RELACIONADAS