La situación a dos semanas de la apertura de la Eurocopa en Alemania es de «máxima tensión», con la seguridad como «absoluta prioridad» y una lista de amenazas que van del terrorismo islámico a los ciberataques, los hooligans, extremistas y demás «conocidos peligros», ha subrayado este este martes la ministra del Interior, la socialdemócrata Nancy Faeser, al tiempo que ha destacado que no puede «existir (seguridad) al 100%». Mientras, el país debate sobre cómo acelerar las expulsiones de individuos radicalizados.
«Habrá refuerzos policiales tanto en los estadios como en todos aquellos lugares donde se vayan a producir concentraciones de aficionados y demás puntos vulnerables», afirmó la titular de Interior, en cuyas competencias entra Deportes.
Se harán controles aleatorios en las fronteras, se cuenta con la cooperación de los países vecinos y se ha articulado el llamado «International Police Cooperation Center», con unos 500 metros cuadrados, donde se coordinarán todos los operativos. Los desafíos son enormes.
Las infraestructuras y estadios que acogerán la Eurocopa en las cuatro semanas del torneo, del 14 de junio al 14 de julio, son prácticamente las mismas que las utilizadas para el Mundial de 2006. Entonces todo discurrió perfectamente hasta el punto que se sigue recordando como un «cuento de verano». Pero la situación actual, entre la guerra de Ucrania y la de Gaza, con una ultraderecha efervescente y la amenaza del terrorismo islámico, supone un contexto de desafíos ante los que la ministra responde insistentemente con una de las frases de rigor: «la seguridad al 100% no existe».
Serán 10 los estadios repartidos por todo el país entre los que discurrirá el torneo. Desde la Allianz Arena del Bayern Múnich, donde se abrirá la Eurocopa, hasta el cierre, en el Olympiastadion de Berlín, inaugurado para los llamados «JJOO del nazismo», en 1936. En su mayoría se utilizaron ya para el Mundial alemán, excepto el de Düsseldorf. En cada ciudad sede se instalarán las llamadas «millas del aficionado», con sus correspondientes pantallas gigantes. Se estima que desde ahí seguirán los partidos 15 millones de personas de pie, que se suman a los 2,5 millones que lo harán en el estadio.
Cuchilladas mortales
La seguridad absoluta no existe. Ni dentro de los estadios, ni en las «millas del aficionado», por mucho que se controlen sus accesos, ni menos aún en la calle. La muerte a cuchilladas de un policía, tras el ataque de un afgano en un mitin islamófobo en Mannheim que además dejó a seis personas heridas, han añadido virulencia al debate.
El ataque ocurrió el pasado viernes. Fue grabada y difundida en redes sociales una secuencia impactante, con el agresor lanzado sobre varias personas y asestándole varias cuchilladas al policía, ya en el suelo, mientras varios agentes trataban de dominar la situación. Finalmente, uno de ellos disparó sobre el atacante. El domingo murió el policía. La Fiscalía General alemana asumió la investigación por ataque contra la seguridad nacional y contra la libertad de expresión.
Que algo así puede ocurrir en cualquier momento es evidente. La posibilidad de que se genere el pánico durante la Eurocopa también lo es, a lo que se suman las voces que reclaman del Gobierno de Olaf Scholz que agilice las expulsiones de presuntos islamistas o refugiados rechazados que siguen en el país.
Ese el caso del agresor de Mannheim, de 25 años y desde los 15 años en el país. Había visto rechazada su solicitud hace cinco años, pero no estaba fichado como individuo radicalizado. Los partidos de la coalición de gobierno –socialdemócratas, verdes y liberales– coinciden en la necesidad de acelerar esas expulsiones, también a Afganistán. La oposición conservadora ha instado a Faeser a actuar de una vez, en lugar de limitarse a anunciar deportaciones. Y la ultraderecha, que había empezado a caer en los sondeos, aprovecha para clamar contra lo que denomina de «invasión incontrolada de migrantes».
«Llevamos meses estudiando cómo proceder a esas expulsiones. No es un tema banal. Porque, al final, podemos topar con la implementación de esas medidas», admitió la ministra. Entre los obstáculos, la posibilidad de que la justicia detenga en el último momento una expulsión a un país «no seguro». En 2023, se logró un aumento de las expulsiones del 27%, según datos de su ministerio. El total fueron 16.430. En el primer trimestre de 2024 son ya 4.791.