Lejos, muy lejos quedó Néstor Grindetti de convertirse en algo parecido a una sorpresa en esta elección general. Había expectativa, porque en agosto, Juntos por el Cambio quedó a solo 3 puntos y fracción del volumen electoral que obtuvo entonces Axel Kicillof: 36,4 a 32,9 había terminado esa compulsa.
Ahora, el intendente de Lanús no pudo alcanzar el número de votantes de hace poco más de dos meses, aun cuando hubo una participación mayor del electorado en la contienda electoral. Grindetti consiguió casi 300 mil votos menos que en las internas abiertas.
Tuvo, el presidente del Club Independiente de Avellaneda, una campaña opaca. No se hizo notar su participación en las recorridas de Patricia Bullrich en el conurbano. Y con participaciones vidriosas en la exposición pública. Tuvo que utilizar el refuerzo de su contrincante interno, Diego Santilli, en el último tramo de la carrera hacia las urnas.
No alcanzaron para mejorar su intervención electoral los escándalos de corrupción que estallaron en plena pelea en el oficialismo: las tarjetas de la Legislatura provincial y las fotos del ex jefe de Gabinete provincial, Martín Insaurralde no fueron aprovechadas a pleno por el postulante de Cambiemos. Incluso tuvo alguna posición errática cuando – en el arranque de la aparición de las imágenes en Marbella del ex funcionario de Kicillof- el candidato apenas se atrevió a mencionar que se trataba de “cuestiones de la intimidad”, del dirigente viajero.
Tampoco pudo preservar su territorio. En Lanús, se cerraron ocho años consecutivos de manejo de JxC en el municipio empobrecido del sur del GBA. El delfín del candidato a gobernador, el hombre de plena confianza que dejó para la sucesión, Diego Kravetz, perdió por 10 puntos contra el dirigente cercano a La Cámpora, Julián Alvarez (UxP).
“No vamos a hacer evaluaciones en caliente. Tenemos que esperar los pronunciamientos institucionales del PRO y de la coalición. Hay todavía muchas cosas por revisar”, reconocían anoche sobre el filo de la medianoche en el entorno del candidato de Patricia Bullrich.
“Le dejamos un municipio mejor que el que encontramos. Es un distrito sin deudas, más ordenado. Les deseamos éxito a los sucesores”, dijo Kravetz, quien fue secretario de Seguridad de la comuna durante toda la gestión, cuando comenzaron a aparecer los primeros datos.
Varios factores confluyeron para que Grindetti haya alcanzado el manejo de un distrito de la Tercera Sección electoral, región de apabullante predominio peronista desde siempre. Llegó a la intendencia con la ola que levantó Mauricio Macri en 2015 y el empuje de esa elección donde también ganó María Eugenia Vidal.
Fueron las serias diferencias entre las distintas tribus del PJ: massistas, peronistas históricos y La Cámpora, siempre tuvieron internas feroces en el distrito.
Ahora, Alvarez, ex viceministro de Justicia de Cristina Kirchner, logró anudar un acuerdo con todos los espacios del kirchnerismo y de los sectores que manejan grupos sociales para empujar su candidatura. “No hubo heridos después de las PASO y todos jugaron bien para UxP”, coincidieron en esa fuerza. Así recuperaron Lanús.
Previsible: perdió por 600 mil votos en la Primera Sección (zona norte del Conurbano) y por casi 30 puntos (otros 750 mil de diferencia) en la empobrecida Tercera Sección. Ahí la sorpresa fue la magnitud de la derrota.
Pero no alcanzó siquiera a descontar en el interior chacarero, donde se esperaba un mejor recorrido para el candidato.
Allí se registraron sorpresas como la derrota de JxC en la Cuarta, la Quinta y la Séptima (todo el sector “productivo” de la Provincia). Eso reflejará, además, en un achicamiento del poder de la coalición en la Legislatura. La institución que quedó manchada en toda la campaña por la aparición de un recaudador que –se sospecha- juntaba dinero negro para todos los espacios.
Y apenas logró imponerse por algunas décimas en el sur de Buenos Aires, (sección Sexta), una región que tiene como cabecera a Bahía Blanca y que abarca otros 20 municipios.
La Plata. Corresponsalía
PS