Llama la atención el golpe elegido por Sergio Massa con tal de que se normalice el abastecimiento de combustible. El ministro apeló a cerrar las exportaciones que es el pan y la manteca en los ingresos de las petroleras pero se trata de un petróleo que no compite con el que se destina al mercado interno que requiere de la imprescindible refinación en un país con pocas refinerías y las que están, trabajan siempre a tope.
Argentina tiene una asignatura pendiente en refinación que no sorprende porque implica “hundir miles de millones en un país en el que las inversiones pasan de largo”, de acuerdo a un petrolero.
Lo sabe YPF que frenó en agosto su refinería en Luján de Cuyo por una parada programada y hoy tiene paralizada parte de la refinería de Ensenada, por lo que puede producir menos combustibles y desequilibra todo el mercado dada su posición dominante.
Por cierto, el país genera petróleo por encima de sus necesidades, unos 636.000 mil barriles por día y se consumen alrededor de 500.000. El sobrante se exporta con una diferencia de precio sustancial. Mientras en el mercado interno se reconoce lo que se llama el barril criollo a US$ 56, en el mundo se obtienen unos US$ 80.
Del lado de las petroleras señalan que ese ingreso les permite seguir operando en la Argentina con precios de los combustibles atrasados en torno a 35%. “Es lo que alimenta la fantasía de la nafta barata”, dicen. En la especializada Econojournal añaden que no es factible interrumpir las exportaciones sin provocar una parálisis de la producción local de crudo, “dado que la Argentina no cuenta con instalaciones para almacenar petróleo más que por unos días”.
Distinto es el caso del gasoil en el que hay déficit interno de producción de 20% que debe importarse y ya s e sabe lo que pasa cuando faltan dólares. Se sufrió en 2022 y el problema vuelve ahora justo en el arranque de la siembra. En ese combustible sucede que el precio del importado es más alto que el que se reconoce internamente. Otra alteración que complica.
Para un ministro como Massa, que suele jactarse de tener controlado lo que puede pasar, de pronto surgió lo imprevisible: la peor crisis de desabastecimiento en 13 años. En tren de enfrentarse a esa situación, Massa responsabilizó a las tres principales petroleras pero se olvidó de la que mueve el amperímetro, YPF con 60% del mercado. Cerca suyo aceleran la solución para que ni siquiera quede como recuerdo amargo y no repercuta electoralmente.
Pero de acuerdo a Econojournal, en las últimas dos semanas hubo una discusión financiera con YPF que derivó en que la petrolera no obtuviera los dólares para pagar unos seis cargamentos de combustible importado. Incluso la semana que pasó “Aerolíneas Argentina estuvo a punto de cancelar o reprogramar 10 vuelos de cabotaje por falta de jet fuel de YPF”.