Inmortalizado como Vito Corleone en El Padrino, o como el coronel Walter E. Kurtz en Apocalipsis Now, Marlon Brando delineó la historia del cine en Hollywood al ser considerado uno de los mejores actores de todos los tiempos. A 100 años de su nacimiento, su grandeza y sus contradicciones resuenan.
El mundo ya lleva vividos veinte años de ausencia de Brando, quien falleció en 2004 a causa de una fibrosis pulmonar. Pero el público sigue evocando su existencia a través de obras cinematográficas con las que marcó un estilo interpretativo único que generaría un punto de inflexión en la industria, y que sería adoptado por varios de sus contemporáneos.
Actores como James Dean, Paul Newman, Al Pacino y Robert De Niro emularon su técnica: «No hay nadie antes ni después de Marlon Brando. Su don de interpretación era enorme e impecable, como Picasso», dijo su amigo Jack Nicholson un día después de su muerte.
Marlon Brando nació el 3 de abril, de hace cien años, en Omaha. Su madre, la actriz Dorothy Julia «Dodie» Brando, fue su gran musa.Murió a los 80. Ya estaba casi ciego por la diabetes y usaba una silla de ruedas, a causa de su obesidad. Se lo recuerda por algo más que su poder de seducción y belleza: roles memorables lo atestiguan.
La historia de un ariano irreverente y genial
Rebelde, talentoso, camaleónico, irreverente. Brando nació el 3 de abril de 1924 en Omaha, Nebraska, y aunque recibió el mismo nombre que su padre (el productor de The Naked Edge), su madre, la actriz de teatro Dorothy Julia «Dodie» Brando, fue su gran musa, aunque ambos fueron también la fuente de su constante tormento.
Brando eligió el camino de la actuación pese a la inconformidad de su padre. Se preparó en Nueva York y su carrera despegó haciendo teatro.
Brando y Vivien Leigh en una escena memorable de «Un tranvía llamado deseo» (1951). Él en la piel de Stanley Kowalski.Fue alumno de Stella Adler, de quien aprendió la técnica del director escénico y pedagogo teatral ruso Konstantín Stanislavski conocida como «el método», que más tarde él mismo popularizaría en Hollywood, caracterizado por un intenso acercamiento psicológico de los intérpretes con sus personajes.
El talento de Brando se hizo evidente en 1946 cuando, sin ser un actor de renombre, impactó a la crítica de cine Pauline Kael en la obra Truckline Cafe. Un año más tarde la potencia de su técnica en Un tranvía llamado deseo, dirigida por Elia Kazan, lo posicionó en Broadway y calentaría los motores para conquistar la meca del cine.
Su primer papel en la gran pantalla fue en The Men (1950), en donde dio vida a un veterano de guerra. En 1951 repitió el éxito que obtuvo en Broadway en la película Un tranvía llamado deseo, con la que recibió su primera nominación al Oscar.
Dos películas más le fueron suficientes para lograr tener calidad de leyenda: ¡Viva Zapata! (1952), al encarnar al icónico revolucionario mexicano, y Julius Caesar (1953), en donde inmortalizó al Marco Antonio imaginado por Shakespeare.
«No hay nadie antes ni después de Marlon Brando. Su don de interpretación era enorme e impecable, como Picasso», dijo su amigo Jack Nicholson.El Oscar llegó con su interpretación del boxeador Terry Malloy en Nido de ratas (On the Waterfront, 1954). Tras un periodo de papeles poco relevantes revolucionó la industria del cine junto a Francis Ford Coppola con el estreno de El Padrino (1972).
Una estrella atormentada, polémica y controvertida
En los ’70 sufrió una crisis personal, se volvió ermitaño, y desde entonces, su trayectoria fue muy irregular.
El Padrino lo volvió inmortal. Cuenta la leyenda que Coppola fue hasta la casa. El actor recién se despertaba. Apareció en un quimono de seda. El director le dijo que necesitaba hacer una prueba de maquillaje y sacó una cámara. Brando jugó a ser Corleone. Coppola quedó fascinado, volvió corriendo a ver al director del estudio y le puso la grabación. Pese a que Paramount no quería a Marlon, la actuación descollante impresionó a todos. «El papel es suyo», dijeron sin dudar los altos ejecutivos.
El papel del capo de la mafia siciliana en El Padrino (junto a Al Pacino) inmortalizó su carrera. Le valió, además, un segundo Oscar que rechazaría como forma de protesta ante el trato y la representación que Hollywood le daba a los nativos americanos.
Bernardo Bertolucci, Marlon Brando y Maria Schneider durante la filmación de «Último tango en París» en 1972. APTras dar vida al mafioso protagonizó la controvertida Último tango en París (1972), de Bernardo Bertolucci, en la que se retrataba una violación tan realista que, años más tarde, la actriz Maria Schneider denunció como verdadera al no haber sido avisada ni por Brando ni por el director de que existiría esa escena en el filme.
Detrás del carisma y el brillo de Brando en la pantalla se escondía un hombre atormentado que sufrió el alcoholismo de su madre, a quien tenía que rescatar de escenarios delicados, y que fue víctima de un padre iracundo, abusivo y que nunca reconoció su talento.
Aunque fue un actor muy cuidadoso de su vida privada, Brando forjó fama de mujeriego. Se casó en tres ocasiones, tuvo once hijos y se relacionó con estrellas de cine tan grandes como Marilyn Monroe, con quien mantuvo una relación intermitente por años, según su autobiografía Songs My Mother Taught Me.
No tuvo pudor -en viejas épocas- al aceptar que había mantenido relaciones homosexuales en distintas oportunidades y los rumores en torno a ello involucran a figuras como James Dean o Jack Nicholson.
Brando y Schneider en una escena hot de «Último tango en París».Durante la última etapa de su vida, el actor atravesó por momentos complicados como el asesinato del novio de su hija Cheyenne, del que su primogénito fue culpado, y que devino en el suicidio de su hija años más tarde por problemas de sobrepeso y soledad.
Algunas frases memorables
La estrella de Marlon Brando en el Paseo de la Fama.“Cuando nací, no lloré. Fingí que lloraba. Nadie advirtió que era solo un papel: el de recién nacido que tranquiliza a todos con su llanto. Ahí me di cuenta de que tenía un don que quise regalar al mundo”.»Mi vida es un ejercicio de libertad. El objetivo es poder ser quien soy. Todos somos actores. Cuando decimos ‘Hola, ¿qué tal?’, ya estamos actuando«.»De algún modo hemos sustituido el arte por la artesanía, y la artesanía por el ingenio. No hay artistas. Somos hombres de negocios. Somos comerciantes. No hay arte. Picasso fue el último a quien llamaría artista«.Su última película fue Cuenta final (The Score, de Frank Oz, 2001), en la que trabajó con Robert De Niro. Tres años más tarde murió en Los Angeles. Sus cenizas fueron esparcidas entre su isla en Tahití, Tetiaroa, y el desierto de Death Valley, en California, Estados Unidos.
Fuente Agencia EFE