En un Palacio Bosch reluciente y con más de mil invitados, Marc Stanley celebró los 200 años de la relación entre ambos países: «el gobierno de Estados Unidos está comprometido con una relación a largo plazo» con la Argentina.
No sólo en Argentina el calendario de festividades patrióticas es elástico: este lunes, bajo el frío del atardecer porteño, la embajada de Estados Unidos recibió a más de mil invitados para festejar el día de la independencia, que es el 4 de Julio. Bajo una carpa sobre cuyo techo se proyectaron obras de arte digitales, el embajador Marc Stanley recordó que, tal como Joe Biden le dijo a Alberto Fernández en su ultimo encuentro, «el gobierno de Estados Unidos está comprometido con una relación a largo plazo» con la Argentina.
No cabía un alfiler en las señoriales estancias del bellísimo Palacio Bosch, residencia de Stanley que lucía de punta en blanco. Los empleados del catering hacían malabares para distribuir copas, empanaditas de carne y bocadillos, sorteando los grupos de viandantes cuyo único tema eran las próximas elecciones.
La ansiedad quizás se debió a que no concurrieron al cóctel ninguno de los candidatos presidenciales, atareados con actos y reuniones pos cierre de las listas electorales. Tampoco se acercaron funcionarios de la primera línea del gobierno.
En cambio, sí se vio a varios candidatos a diputados. La radical Karina Banfi conversaba amistosamente con el «lilito» Juan Manuel López, aunque quedaron en listas enfrentadas para las PASO: Banfi secunda a Cristian Ritondo en la nómina de Patricia Bullrich, y López integra el armado de Horacio Rodríguez Larreta. Abajo, atenta al discurso del embajador, Marcela Campagnoli y sus colaboradores se intuían en la penumbra de la carpa, al compás de la música en vivo que Kevin Johansen regaló tras el discurso de Stanley.
No todos pudieron escucharlo: adentro del Palacio, en la planta baja, atiborrando las escaleras y salones, los invitados ni siquiera se desplazaban mucho hasta las barras donde se ofrecían tragos y un tierno sandwich de cerdo desmenuzado a la barbecue con salsa coleslaw.
Por allí caminaban empresarios, políticos, militares, policías, sindicalistas –Gerardo Martínez, José Luis Lingeri-, directivos de entidades civiles -como Jorge Knovlobits, de la DAIA-, periodistas y representantes de delegaciones diplomáticas de muchos países.
El Poder Judicial también aportó una buena delegación, con los camaristas de la Casación Federal Diego Barroetaveña, Mariano Borinsky y Daniel Petrone; los jueces de instrucción Sebastián Casanello, María Eugenia Capuchetti y Julián Ercolini, o el presidente de la Asociación de Magistrados, Marcelo Gallo Tagle.
Entre unos y otros, las conversaciones giraban alrededor de dos únicos temas: el agresivo sprint de Sergio Massa para alzarse con la candidatura presidencial del oficialismo y la violenta interna opositora entre Larreta y Bullrich. Nadie imagina con qué curita se podrán tapar las heridas que se están causando entre ambos.
«En mi país, celebramos el 4 de julio con asados, fuegos artificiales, conciertos y tiempo con familia y amigos», reflexionó Stanley en su breve discurso, luego de la presentación de un siempre correcto Iván de Pineda.
«Pero no solo eso. También es importante usar este día para reflexionar sobre valores como la democracia, la libertad, y nuestra responsabilidad como ciudadanos. Yo creo que tengo mucha suerte de representar a mi país en la Argentina, una nación que comparte estos valores. Y los hemos compartido en todos los 200 años de relación bilateral y amistad que celebramos este año.»
Como además de celebrar la independencia estadounidense el corazón de la fiesta era festejar los 200 años de la relación de Estados Unidos con Argentina, Stanley repasó los frutos de ese vínculo: «los intercambios educativos, la protección de los derechos humanos y laborales, el fortalecimiento de las instituciones democráticas, las innovaciones en salud, la agricultura, la exploración espacial, la energía y la tecnología.»
El embajador también se solidarizó con el sufrimiento del pueblo ucraniano por la «brutal invasión» rusa, y prometió que «vamos a seguir trabajando con Argentina y otras naciones del mundo para poner fin a la agresión y la violación de los derechos humanos por parte de las fuerzas rusas.»
Para cerrar, Stanley intentó una broma anunciando la presencia «del señor Liro Messi«: «lo siento, era un chiste. But is coming to Miami!», sacó pecho.