Recluida en el Senado y con cuestiones judiciales, la vicepresidenta no aparece en público hace dos semanas, a pesar del pedido de Máximo Kirchner y de la necesidad del ministro-candidato de solidificar el voto duro para que no se vaya con Grabois.
Dos semanas pasaron ya de la última aparición de Cristina Kirchner en la campaña de Unión por la Patria rumbo a las PASO. Fue el 17 de julio, en un acto por los 15 años de la estatización de Aerolíneas Argentinas y con la excusa de la presentación de un simulador de vuelo en el que la vicepresidenta posó como una virtual copiloto del precandidato a presidente Sergio Massa. Toda una puesta en escena que anticipaba una sinergia que, al cabo, no se volvió a plasmar lo que abre dudas en torno al alineamiento del electorado K detrás del tigrense y el volumen que logrará capturar su rival en la interna, Juan Grabois.
Aquel acto, en Ezeiza, había sido el tercero que compartían desde el cierre de listas y hasta ahí todo hacía pensar que Cristina iba a jugar fuerte para apuntalar al ministro de Economía, en especial por el impacto que había generado en el electorado kirchnerista la declinación de la candidatura del camporista Eduardo «Wado» de Pedro para propiciar la lista de unidad «mayoritaria».
También había sido contundente el pedido de Máximo Kirchner a su madre para «que se meta» en la campaña: «Que nos dé una mano la compañera, la necesitamos», la comprometió en público durante las primeras recorridas de Massa.
Pero Cristina se recluyó entre su descanso en El Calafate y su agenda del Senado, con el foco en el eje judicial, y se despegó por completo del día a día de la contienda electoral, lo que abrió dudas respecto al perfil de la campaña que trazó Massa. Es que a pesar que quienes los frecuentan dicen que el vínculo entre ambos «está muy bien» y que hablan «varias veces» por semana, el marcado perfil bajo de la vice obligó a Massa a redoblar sus esfuerzos para afianzar su acercamiento al electorado K y limitó su discurso de centro a sus desembarcos en distritos hostiles para el oficialismo, como ocurrió este martes en Mendoza y San Luis.
En rigor, a la campaña de Massa no se la puede definir con nitidez. Probablemente como consecuencia de las contradicciones internas que acarrea el espacio político desde la conformación del Frente de Todos y que se profundizaron durante el gobierno de Alberto Fernández. Al catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, quien por supuesto tiene detractores internos en UxP y es cuestionado por un sector del kirchnerismo, no le preocupa la ambigüedad a la que queda expuesto Massa, que un día en el Conurbano, como ocurrió este domingo, habla del flagelo de un modelo de «fuga de capitales» que permitió el gobierno de Mauricio Macri; y luego, casi sin escalas, al visitar una provincia con perfil opositor, como Mendoza ó San Luis, alza la bandera de la eliminación de las retenciones, una medida históricamente defendida por el kirchnerismo y sobre la que finalmente avanzó tras estar un año al frente de Hacienda.
«No nos afecta ni nos beneficia (la ausencia de Cristina). Hay que ir en busca de todos los votos, entendiendo que no es lineal que si ganó un opositor la provincial la gente no pueda votarlo a Sergio en las PASO y que para lograrlo hay que ser lo más amplios posible. Está claro que el Presidente va a ser él, que ahora va a ser distinto», reflexionó un massista de la primera ante la consulta de Clarín.
El ostracismo de Cristina coincidió con la recta final de las negociaciones que el ministro-candidato llevó adelante con el Fondo Monetario Internacional, un proceso del que fue oportunamente informada y en el que apoyó con su silencio. “Jugó bien ella y jugó bien Máximo”, resaltan en el entorno de Massa, donde entienden que no haya habido una defensa férrea al acuerdo: “Alcanza con que se entienda que no hay otras opciones y que no se resignó nada”.
Con todo, a once días de las PASO y a ocho de que se termine la campaña, no hay certezas respecto a si habrá un acto de cierre compartido con Cristina. «Por ahora estamos con la gira federal, faltan Córdoba y Corrientes, y recién el fin de semana se verá», explica uno de los principales coordinadores del búnker de Unión por la Patria.
Sí habrá una última recorrida con el gobernador bonaerense Axel Kicillof, probablemente en un distrito de la primera sección electoral, donde Massa busca seducir al votante que alguna vez lo eligió cuando se fue del kirchnerismo y en el que se da una batalla clave con Juntos por el Cambio.
Por lo pronto, con la expectativa de que Massa sea el candidato más votado en forma individual en LAS PASO y que quede bien posicionado para que pueda hacer una campaña más moderada en lo discursivo para las generales, desde el Frente Renovador decidieron no esperar más un guiño de Cristina para encolumnar a la militancia y desinflar a Grabois. Y en las últimas horas distintos referentes salieron a bajar línea en ese sentido. «Votarlo es tirar el voto a la basura», dijo Malena Galmarini, esposa de Massa. «Votar a Grabois es un voto no útil», reforzó el secretario de Agricultura, Juan José Bahillo. La pelea es por apenas “dos o tres puntos de más” que se puede llevar el piquetero, pero que según la mirada massista pueden ser decisivos.
El operativo se intensificará en las próximas horas, a la espera de la líder mayoritaria del espacio. “No hace falta ni siquiera un acto con ella: con un tuit, Cristina, lo resuelve”, se entusiasma un massista. Por ahora, no está claro que vaya a ocurrir.