Docentes, empleados estatales, trabajadores independientes y de otras instituciones civiles jujeñas se sumaron a la movilización por las calles de San Salvador en una jornada donde se reeditó en La Quiaca una «crucifixión» como forma de protesta, al tiempo que tras un intento de desalojo se retomó el corte de la ruta 66 a la altura de la Finca El Pongo a 35 kilómetros de San Salvador.
La columna de pobladores avanzó por las arterias céntricas de la capital jujeña levantando antorchas, velas y luces de colores hasta llegar a la Gobernación, bajo la consigna «martes negro», en referencia a la acción represiva policial denunciada hace siete días atrás en inmediaciones de la Legislatura local.
«Morales gato, sos un ladrón, le robaste a la educación. Tú has mentido, tú has engañado a todo el pueblo», entonaban los ciudadanos jujeños en ritmo de tinku para luego enfatizar «arriba los salarios, abajo la reforma».
A los reclamos por la anulación de la reforma constitucional se suma el pedido de que se «respeten los derechos» y que las autoridades del Gobierno provincial, «deje de provocar a las mayorías» que se mantienen sus «protestas pacíficas», indicaron desde la Multisectorial recientemente conformada.
El reclamo que se inició el 5 de junio pasado por parte de los docentes por una recomposición salarial acaparó con el paso de los días de manera transversal y múltiples sectores de la sociedad, los cuales coinciden en su rechazo al nuevo texto normativo jujeño.
Quema de autos
Antes de la marcha, colectivos de mujeres denunciaron que durante los actos represivos del pasado 20 de junio «le quemaron el auto a Miriam Morales, referenta histórica de la Multisectorial de Mujeres y Diversidades de Jujuy», refirió la dirigente de ese espacio, Mariana Vargas.
«Lo que se puede observar a través de los videos publicados en redes sociales es que el auto estaba sin ser quemado cuando una fila de policías se apostó al lado del automotor», agregó al apuntar contra los efectivos que participaron del operativo.
El vehículo se encontraba estacionado en el barrio Gorriti, cercano a la ex terminal de ómnibus y a varias cuadras de donde comenzó el ataque policial, por lo que se sospecha que el hecho «lo realizaron policías vestidos de civil».
«El único auto con dueño incendiado es el mío», sostuvo por su parte Miriam Morales, quien denunció que esa misma noche recibió «mensajes intimidatorios en tres ocasiones, además que en mi domicilio o a las afueras de mi trabajo se estacionaban camionetas blancas sin patente».
«Lo que me pasó es la prueba para saber desde donde vienen la violencia, tal como ocurrió en Purmamarca donde dos personas perdieron un ojo por la violenta represión», añadió la activista.
En otro tramo, aclaró que los autos que se encontraban estacionados a las afueras del Parlamento jujeño en el momento de la represión que fueron incendiados, «estaban preparados para estallar, con montículos y una mecha para que esto suceda».