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Rusia traslada su gas y petróleo desde Europa al Asia

Por

Jorge Castro

Analista Internacional

 La Guerra de Ucrania no solo ha modificado la geopolítica mundial a través de la invasión del 22 de febrero de 2022, sino también por las sanciones que han impuesto EE.UU. y la Unión Europea a Rusia, y que han cambiado en sus raíces la estructura del mercado energético global, sobre todo en la relación crucial entre la Federación Rusa – que es la primera productora energética del sistema internacional – y el continente europeo, encabezado por Alemania, que es la tercera potencia manufacturera después de EE.UU. y la República Popular.

Las sanciones a Rusia han provocado un fenomenal aumento del precio de la energía en los últimos 2 años, que se ha elevado más de 700% en ese periodo.

Al mismo tiempo – y todavía más importante – es que el castigo impuesto a Rusia ha desatado un extraordinario re direccionamiento de las corrientes del petróleo y el gas, llevándolas desde Rusia, incluyendo la masa euroasiática, al Asia, lo que termina con la prioridad histórica del mercado europeo.

En los últimos 2 meses India y la República Popular, en ese orden, se han convertido en los principales clientes energéticos de Moscú; y Rusia responde a este favoritismo asiático con un precio del petróleo y el gas denominado “ural” inferior en 30% al del mercado internacional.

India es la tercera economía del mundo, medido el producto en capacidad de compra doméstica (PPP); y es la quinta mayor economía del sistema global en cuanto se la denomina en dólares constantes.

Al mismo tiempo, India es ya el país más poblado del planeta con una población de 1.430 millones de habitantes superior al de China, con el agregado de que serían 1.670 millones de indios en 2050, mientras que China tendría entonces solo 1.310 millones.

Lo que torna verdaderamente particular el caso de India es que su crecimiento económico no ha sido sinónimo de industrialización. Al contrario, India experimenta en un sentido estricto un proceso de aguda y creciente “des-industrialización”.

El porcentaje de la manufactura en el PBI indio era 13% del total el año pasado, en tanto que 5 años atrás era casi 16%.

La Federación India, en síntesis, es ya la tercera economía del mundo, y al mismo tiempo hay en ella una caída sistemática de la producción manufacturera.

El FMI estima que India va a ser el país que más va a crecer entre las grandes economías del mundo en 2023, con una expansión de 5,9% anual, por encima de China (5,2%) y de EE.UU (1,6%).

Por su parte, la República Popular es el país más industrializado del planeta, con 28% de su producto que corresponde a la producción manufacturera.

En estas condiciones la economía china, la segunda del mundo después de EE.UU., cuyo producto asciende a US$18,6 billones/19% del PBI global, creció 0,8% en el segundo trimestre de 2023, comparado con 2,2% en los primeros 3 meses del año.

Esta débil expansión se debió fundamentalmente al escaso auge de las exportaciones, sobre todo ocasionado por el virtual estancamiento de la economía europea, con una República Federal que ya se encuentra sumergida en una situación recesiva.

A esto hay que sumarle el auge por debajo de las expectativas de las ventas del consumo doméstico.

En términos anualizados, sin embargo, la economía creció 6,3% anual entre abril y junio, lo que incluye el alza experimentada por las grandes ciudades – como Shanghai – que estuvieron clausuradas durante largos periodos el año pasado como consecuencia de un nuevo brote de Covid-19.

Lo verdaderamente crítico es que el debilitamiento del segundo trimestre no tiene un carácter cíclico, sino que responde a ciertos rasgos estructurales de enorme importancia.

Los jóvenes entre 16 y 29 años (de alto nivel de calificación) experimentaron una tasa de desocupación de 21,3% en ese periodo, mientras que el desempleo promedio permaneció estable en un ínfimo nivel de 5,2% en junio.

Lo notable de este indicador es que el personal joven de elevada calificación tuvo una desocupación 4 veces superior a la del promedio nacional urbano, lo que muestra un desajuste estructural de proporciones entre la oferta de trabajo calificado, y la demanda efectiva, que es la propia de un mercado interno todavía sometido a la lógica de una economía industrial, propia de una fase de desarrollo que quedó históricamente 10/15 años atrás.

En suma, China ha aumentado sus compras de energía del exterior en el momento en que su economía experimenta una fase de debilitamiento, lo que significa que está aumentando su stock de reservas, a las que acumula comprándolas a precios por debajo del internacional.

De ahí que la República Popular adquiriera 2,6 millones de barriles de crudo por día (bpd) en julio, en tanto que se limitara a 2,13 millones de bpd en enero de este año.

La principal consecuencia económica (en términos estrictos, geoeconómica) de la Guerra de Ucrania ha sido, en síntesis, el vuelco de la provisión de energía que tradicionalmente Rusia enviaba a Europa; y que ahora ha trasladado al Asia.

Habría que agregar que esto adelanta – y acelera – la tendencia central del mundo de hoy que coloca al eje del proceso de acumulación ya no en Occidente, sino en el continente asiático, lo q ue significa que el epicentro del nuevo sistema global ya está adonde se dirige, que es China/Asia, y no más en EE.UU.

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