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Argentina en el grupo BRICS: una prueba de la falta de visión estratégica

Es difícil comprender la naturaleza del conflicto creado alrededor de las ventajas y las desventajas del ingreso de Argentina al BRICS sin clarificar el rol que juega este grupo, hasta ahora fantasmal en el contexto de la arquitectura financiera internacional.

Su propio nombre procede de una composición nemotécnica creada por Jim O’Neill allá por el 2001 en un artículo como forma de recordar rápidamente a los cuatro países emergentes más grandes (Brasil, Rusia, India y China).

Sin embargo, este término no era de por sí vinculante, ni asociativo, era un simple trabajo econométrico, como tantos otros que suelen efectuarse. Como lo dice el propio O’Neill “Mi punto fundamental con esa abreviatura era enfatizar la necesidad de incorporar en forma más activa las economías emergentes más grandes a la estructura organizativa de la economía global”.

De ningún modo, consideraba que esa abreviatura daría lugar a algún tipo de asociación relevante. Sin embargo, durante las dos últimas décadas, de alguna forma, muchos equivocadamente creyeron que lo suyo era una propuesta para la creación de una organización internacional, algo que el economista enfáticamente negó y nunca promovió, ni alentó.

No obstante, Brasil y Rusia propusieron en el año 2009 la creación de un grupo político bajo esa denominación. Según O’Neill: “yo siempre cuestioné el propósito de una organización en base a esas iniciales más allá de servir como un gesto simbólico”.

En 2009 se decidió ampliar el grupo invitando a Sudáfrica, tal vez por la conveniencia de la inicial del país, descartando por obvias razones a Suecia, Suiza y San Marino.

Hasta el día de hoy la agrupación no tiene estructura burocrática y administrativa, lo cual podría verse como algo positivo, ya que más que una institución es un grupo cuya mayor coincidencia parece ser el resentimiento hacia el Primer Mundo, algunas veces justificado.

No hay mucho más en común entre estos países, por lo tanto, 20 años después de su creación recién ahora ha comenzado a tener características de asociación. Esto coincide con la situación geopolítica actual.

China está agudizando, por varias vías, el conflicto con Estados Unidos y creando una grieta entre los países desarrollados y los emergentes. En este conflicto aparece claro que los países industriales tienen numerosos foros de incidencia. En el top de estos foros aparece el G7 que aglutina a las mayores potencias del mundo. China carece de una estructura que le posibilite consolidarse en una posición semejante, liderando, en teoría por lo menos, la voz del mundo emergente.

El BRICS le aporta precisamente esa alternativa y de ahí su interés en expandirlo, sin considerar la heterogeneidad de los recién llegados (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Irán, Egipto y Argentina), amontonando más que agrupando. No está claro para nadie cual fue el criterio de las últimas incorporaciones, pero en la mayoría de los casos ostentan gobiernos autocráticos como característica más predominante.

Todo lo mencionado, no considera que en realidad ya existe un foro que contiene tanto a los países desarrollados -G7- como a los emergentes más importantes, que ha demostrado su utilidad durante la crisis global del 2008: el G20. Argentina es miembro fundador de ese foro, lo cual ha sido un reconocimiento muy relevante para nuestro país y le da una plataforma de excelencia en la discusión global.

Por ello pasar a integrar el BRICS no le suma y puede generar tensiones y conflictos innecesarios con países que son sus aliados. Además, la base constitutiva del BRICS, los cinco iniciales, ha instrumentado un nuevo banco de desarrollo, pero ha dejado de manifiesto que los miembros fundadores son los que tendrán de forma definitiva el 55% de los votos. O sea, Argentina ingresa de antemano a una institución donde será considerada siempre de segunda categoría.

En resumen, el tamaño de estos países emergentes aglutinados en un potencial BRICS extra large sostiene la visión china de crear un bloque antioccidental rivalizando con el G7 y olvida la existencia del G20, un foro más balanceado donde se pueden escuchar distintas opiniones.

El gobierno argentino al ingresar entusiastamente al BRICS muestra su total falta de visión estratégica y su política errante de inserción internacional, dejándonos en una situación desconcertante, particularmente cuando de los otros diez integrantes solo Brasil, Sudáfrica y la India son considerados países democráticos

(*) El autor es ex presidente del Banco Central de la República Argentina.

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