Economía de No Ficción. Por primera vez un ministro de Economía renunció por Twitter. ¿Las expectativas de inflación se desanclaron allí o cuando Máximo Kirchner dejó su cargo en el bloque de Diputados por lo del FMI?
En febrero de 2022 Martín Guzmán envió a Axel Kicillof un borrador del acuerdo que negociaba con el Fondo Monetario. Dicen que en política peor a que hablen mal de uno es que lo ignoren y Cristina Kirchner no atendía el teléfono del ministro de Economía hacía semanas. Cuatro días antes de que el Gobierno anunciara que se llegaba a un entendimiento con el FMI —el 28 de enero—, se cortó toda comunicación.
El envío de Guzmán a Kicillof no solo no consiguió que Cristina Kirchner evaluara volver a hablarle sino que el gobernador fowardeó el wording del acuerdo al hijo de la vice, Máximo Kirchner, —según interpretó Guzmán— y el líder de La Cámpora lo ‘filtró’ a medios de comunicación kirchneristas para desde ahí ‘criticar’ al ministro acentuando más el enfrentamiento, en vez de acercar posiciones. De repente el FMI y Guzmán veían cómo la discusión que mantenían por el andarivel técnico se jibarizaba en BAE, El Cohete a la Luna, El Destape Web y un puñado de cuentas en twitter de periodistas militantes que hablaban de que el ministro negociaba, por ejemplo, una reforma jubilatoria y un ajuste tarifario.
El entendimiento a nivel técnico había sido alcanzado en enero. Un mes y medio más tarde se lo aprobó en la Cámara de Diputados y en el Senado, en este último en particular durante una sesión en la que la propia Cristina Kirchner cumplió con la formalidad de abrir la labor aunque estando ausente al momento de votar (como hizo con la derogación del 1 a 1 en 2002).
La refinanciación de la deuda con el FMI terminó costando cara para Guzmán y el FdT porque:
– El macrismo terminó apoyando el acuerdo con el FMI en el Congreso,
– Máximo Kirchner renunció a la titularidad del bloque oficialista en Diputados,
– Semanas después, La Cámpora votó en contra del proyecto y Guzmán no estaba al tanto.
– En el kirchnerismo y cerca de Massa decían que el ministro les había mentido porque había prometido que el FMI no haría un monitoreo trimestral de las cuentas para aprobar (o no) los desembolsos previstos en el cronograma estipulado para pagar los vencimientos del stand by de 2018. Guzmán decía que eso no podía ser.
Todo esto desató una dinámica de idas y vueltas, desconfianzas y equilibrios inestables.
El límite fue cuando el presidente de la Cámara de Diputados y actual ministro de Economía, Sergio Massa, decía en privado tener dudas acerca de la obligatoriedad de las revisiones del FMI, poniendo un manto de sospecha sobre lo que Guzmán sostenía. Entonces hizo saber que se reuniría con el staff del FMI para pedirle explicaciones. Pero en verdad fue Guzmán quien organizó esa reunión a instancias de Sergio Chodos, por aquel entonces hombre de confianza del ministro y representante argentino en el FMI en Washington. Fue un zoom en el que Ilan Goldfajn, Julie Kozack y Luis Cubeddu (el director del Departamento de Hemisferio Occidental del Fondo y los dos economistas encargados del caso argentino a nivel staff) le explicaron y ratificaron a Massa que los desembolsos que el organismo autorizaba a un país era contra el cumplimiento de las metas y los objetivos acordados.
Días antes de que el ministro renunciara, Cristina esmeriló no solo el acuerdo de Guzmán con el FMIsino su rol al frente de Economía. “Hay un festival de importaciones, hay que pensar cómo articular el Banco Central, el Ministerio de Producción, la AFIP y la Aduana”. ¿Quién podía ejercer esa centralidad si no era Massa?
Nadie lo decía explícitamente ni hubo una orden. Pero todo parecía configurado. “Desde el primer minuto Massa se ubicó en Diputados como socio principal de Máximo”, cuenta el periodista Diego Genoud en su libro El arribista del poder (Siglo XXI).
Guzmán muestra hoy en la pantalla de su celular un gráfico que ilustra cómo se disparó la tasa de inflación anualizada no desde el día de su renuncia (2/7) sino desde que Máximo renunció a su cargo en Diputados (febrero 2022). Algo así como el 28-D para algunos economistas del macrismo. No importa la dinámica previa sino la identificación de un evento disruptivo: la inflación interanual en enero de 2022 era 50,7%, en marzo 55,1%, en abril 58% y en junio era 64%. Para el ministro los precios se habían desanclado.
“Alberto, no quiero sorpresas”, le dijo en los días previos Guzmán el Presidente. “Vamos a tener un problema”, le anticipó: si Economía no lograba controlar la situación en el Banco Central y en Energía, el dólar y los subsidios se descontrolarían. La corrida sobre los títulos públicos ya se había disparado, el blue pasó en una semana de $ 230 a $ 239 y el FMI observaría el programa.
El sábado 2 de julio de 2022 Cristina Kirchner comparó a Guzmán con Carlos Melconian en un discurso. Dijo que su ministro pensaba el déficit fiscal como el de la Mediterránea, a quien justo había visto aquella semana. Guzmán apretó el botón azul Tweet. Fue la primera renuncia de un ministro de Economía vía Elon Musk. Portazos eran los de antes. Ahora son tuitazos.