Diez patios de Córdoba han abierto esta Semana Santa como antesala a la explosión de belleza del mayo festivo. «El ambiente de recogimiento de estos días es muy diferente al del concurso», asegura Rafael Barón, presidente de Claveles y Gitanillas, la asociación que ha recuperado, junto a la Delegación de Centro Histórico del Ayuntamiento de Córdoba, esta tradición de altares y devoción en las casa-patio, que se remonta a los años 20 del pasado siglo.
En su casa, Pastora 2, Rafael ultima los detalles de su altar en torno a un cristo amarrado a la columna, un boceto de la talla de Martos esculpida por Paco Romero que le hizo como regalo de bodas, mientras lleva flores a las casas vecinas: «Desde hace años barruntaba esta idea de recuperar los altares, de la que me habló Pablo García Baena y había leído en las crónicas periodísticas, pero fue la telaraña de la pandemia la que terminó de hacerlo posible», cuenta.
Visitantes en Guzmanas 7. / Chencho Martínez
Esta es la cuarta edición de Patios de Pasión renacida por la imposibilidad de celebrar la Semana Santa durante la pandemia, «como pasó cuando la prohibición del obispo Pedro Antonio de Trevilla» que impuso un reglamento con el que pretendía regular las procesiones, pero cuyo resultado fue el letargo de las mismas durante 30 años.
Diez patios en la Axerquía Norte
Son diez los patios de la Axerquía Norte que abrieron el Jueves Santo y lo harán de nuevo este viernes, en horario de mañana, de 11 a 14 horas. Los saeteros Trinidad Montero, La Trini, y Tete Pineda, pusieron música a quienes quisieron coronar el disfrute de la Semana Santa de Córdoba (la Caridad, el Esparraguero, la Buena Muerte…) con esta tradición revisitada. Además del patio de Pastora 2, abren San Juan de Palomares 11, Guzmanas 7, Mariano Amaya 4, Zarco 13, Zarco 15; Pedro Verdugo 8, Aceite 8, San Rafael 5 y Pedro López 8 (este último abre por primera vez en su historia).
Un grupo de personas en Guzmanas 7. / Chencho Martínez
«Cada altar es distinto», puntualiza el presidente de Claveles y Gitanillas mientras prepara en su pequeño taller un centro de rosas blancas que «han llegado desde Colombia». Rosas blancas, color crema, de pitiminí «que parecen de cerámica», orquídeas, hypericum, iris… «Cada propietario pone en su altar lo que tiene o le han dejado sus vecinos», añade Rafael. En San Juan de Palomares 11, por ejemplo, se ha expuesto una dolorosa del siglo XVII; en Zarco 15, donde se expone una antigua Virgen de las Angustias, o en Guzmanas 4, un cristo que los dueños tienen habitualmente en su dormitorio. Óscar Rubio, el propietario, desea que no llueva mucho más de aquí al 5 de mayo, cuando comienza el Festival de los Patios que se prolongará hasta el 18. «Las macetas están como nosotros: hartas de agua», bromea. «La experiencia de montar los altares es muy bonita y gusta mucho. El nuestro lo han montado mi mujer, Elena, y su madre», explica Óscar mientras repasa algunas de las piezas expuestas en este bonito altar como las sábanas bordadas del ajuar de su suegra.
Santi Hernández, dueño de Zarco 15, una casa del siglo XVI donde vivió su abuela cuando era patio de vecinos, ha decorado su altar con pañitos de encaje de bolillo de su bisabuela gallega, unos candelabros, una cruz de espino que ha hecho él mismo y las flores que «empiezan a estar vistosos y bonitas» en su patio. Santi, que es uno de los cuidadores de patios más jóvenes de Córdoba, se muestra entusiasmado con esta iniciativa, que permite conocer estos recintos íntimos en horas que invitan al recogimiento, un preludio de fe antes de la explosión de mayo.
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