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¿Seguís siendo de clase media?: cuánto tendrías que haber ganado en octubre para no ser pobre en la Ciudad

La canasta familiar de pobreza cruzó la línea de los $ 350.000. En octubre, para no ser pobre, una familia tipo (matrimonio y 2 hijos) tuvo que haber ganado $ 350.579, un incremento del 8,7% contra los $ 322.275 del mes anterior. Sumado al alza del 13,14% en agosto y del 14,1% en septiembre, acumula 40,3% en tan solo tres meses.

Por su parte, por la disparada de los precios de los alimentos, en especial carnes, pan, frutas y verduras, la línea de indigencia subió de $ 185.044 a $ 199.129.

En tanto, para ser considerada de clase media esa familia tipo necesitó en octubre tener ingresos por más de $ 537.400. En todos los casos, sin incluir el alquiler.

Por eso, si a la canasta familiar de pobreza ($ 350.579) se suma un alquiler modesto, una familia tipo (matrimonio y 2 hijos menores) necesitó más de $ 450.000 para no ser pobre.

Las cifras son de la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, que marcan que en relación con un año atrás la línea de indigencia para una familia tipo tuvo un incremento del 160,5% ($ 199.129 versus $ 76.427 en octubre 2022). Y la línea de pobreza se encareció un 152,8% (pasó de $ 138.675 a $ 350.579).

En ambos casos representa un incremento superior a la inflación promedio interanual que fue del 146,4%.

Incluyendo los $ 450.000 mensuales, la canasta de pobreza supera la remuneración promedio de los salarios formales que en septiembre fue de $ 376.594,32, según el RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de Trabajadores Estables).

Los principales impulsos de la canasta de alimentos en septiembre provinieron de Pan y cereales (10,7%) y Carnes y derivados (8,1%), Leche, productos lácteos y huevos (7,7%) y Verduras, tubérculos y legumbres (7,0%).

En consecuencia, la suba de los precios golpeó más a las familias de menores recursos que destinan el 100% de sus magros ingresos a la alimentación.

Estos valores explican que la indigencia y la pobreza sigan creciendo porque, aunque los niveles de empleo se mantienen, en los sectores informales se concentran los trabajos precarios, con ingresos más reducidos y crece el porcentaje de trabajadores registrados que ganan menos que el costo de la canasta familiar de pobreza.

Y también porque los incrementos salariales y las llamadas “compensaciones” (como bonos, reintegro del IVA) fueron tardías e inferiores a la trepada de los precios.

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