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Venta de nafta: se normaliza de a poco en la Ciudad pero el faltante sigue en el interior

Poco a poco, con inconvenientes aún en el interior del país y filas en varias estaciones de servicio del AMBA, la venta de nafta comenzó a normalizarse este lunes. Las expendedoras empezaron a recibir el combustible de los barcos que importó en su mayor parte YPF para afrontar los problemas de abastecimiento.

Los playeros notaron una «mejoría» en las últimas horas en el suministro en los surtidores, lo que permitió que varias estaciones de servicio atendieran al público con cupos. «Ya está operativa la carga de combustible en estaciones, hay colas y no hay estaciones cerradas», señaló una fuente del sector minorista.

En el área metropolitana de Buenos Aires, se registraron filas de vehículos, aunque más cortas que el fin de semana. En algunas playas, no había super o gasoil. En el interior, donde es mayor la demanda de diésel, la situación es de mayor escasez, con cupos de carga y largas filas, como Tucumán, Mendoza, Córdoba y Rosario.

En ese cuadro, YPF informó que aumentó los niveles de despacho desde sus terminales. Según fuentes de la compañía, la semana pasada fue «récord» y se estima un crecimiento del despacho del 34% en naftas y 28% en gasoil esta semana, lo que contribuirá a cubrir parte de la mayor demanda que se registró en octubre.

La principal petrolera -produce un 60% de naftas y diesel del mercado local- presentó este lunes junto a sus competidoras Axion (PAE), Raizen (Shell) y Puma (Trafigura) un «plan de acción» durante una reunión con la secretaria de Energía, Flavia Royón, para reforzar el abastecimiento pleno en la red de estaciones de servicio.

Durante el fin de semana, según las refinadoras, se descargaron tres barcos con nafta y diésel; se sumaron dos embarques que no estaban previstos inicialmente, los que comenzarán a descargarse entre este lunes y martes, y se prevén tres barcos más. Casi el 90% del combustible importado es operado por YPF.

El Gobierno confirmó a Clarín que ya pagó US$ 270 millones por 6 de los 10 barcos previstos, a razón de US$ 45 millones cada navío. De esa manera, se destrabó la descarga que, según fuentes del sector, afectó a al menos cuatro barcos la semana pasada y generó pases de factura entre la petrolera y el Ministerio de Economía.

Las refinadoras señalaron este lunes que «a partir de las medidas implementadas desde el fin de semana, observamos una atenuación en la demanda en las estaciones». El comunicado se conoció entrada la tarde, después de un nuevo ultimátum de Sergio Massa, quien este lunes al mediodía volvió a apuntar contra las petroleras.

«Si no normalizan, no sale un barco más de exportaciones», dijo el ministro al canal LN+. El domingo, el también candidato presidencial había fijado como plazo este martes a las 12 de la noche. Y este lunes responsabilizó a Vista, PAE y Tecpetrol por «preferir» exportar, en lugar de abastecer el mercado interno. No mencionó a YPF.

Massa salió a contrarrestar los cuestionamientos en la industria, en donde atribuyen el cuello de botella a un combo de desinteligencias del gobierno, demoras en las importaciones y paradas técnicas en las refinerías. Decisiones que dependen de la coordinación entre YPF, la secretaría de Comercio y Energía.

La petrolera produce casi el 60% de las naftas y diésel del país en sus tres refinadoras: Ensenada, Luján de Cuyo (Mendoza) y Plaza Huincul (Neuquén). Raízen (Shell) opera una en Dock Sud, Axion (PAE) en Campana y Puma (Trafigura) en Bahía Blanca. Refinor, en crisis desde hace años, posee una pequeña refinería en Salta.

Las paradas afectaron a YPF en Ensenada (la más grande del país) y Raízen en Dock Sud. La primera procesa 27.500 m3 de petróleo por día para producir 625 millones de litros de combustibles (naftas y gasoil) por mes. Y la competidora, refina 14.800 m3 de petróleo diarios para producir 310 millones de litros de combustibles al mes.

Como Argentina no tiene capacidad de refinación para abastecer todo el mercado local, todos los años importa combustible. La diferencia, esta vez, fue que el pico de demanda por las elecciones -«el efecto psicosis»-, las paradas programadas y las demoras en importar generaron un principio de crisis de abastecimiento.

La expectativa de devaluación y la inflación, a su vez, sumó tironeos por las exportaciones y los precios. La industria no puede exportar sin el permiso de Royón y las naftas siguen bajo la órbita de Precios Justos. Un esquema que se profundizó con el freno de permisos desde octubre y los topes vigentes en los valores de los surtidores.

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