Gastón Benavídez tuvo una semana cargada de emociones y contrastes. Días después de convertirse en padre de Mateo, se convirtió en el héroe de Talleres al anotar el penal decisivo que le dio al equipo su primer título local en la máxima categoría: la Supercopa Internacional ante River.
El lateral derecho venía de vivir un partido complicado en el Torneo Apertura frente a Tigre. En ese encuentro, había marcado un gol, pero también protagonizó un error clave que terminó costándole la derrota a la T. Sin embargo, el destino le ofreció una rápida revancha y, en una definición por penales tensa en Asunción, fue el encargado de ejecutar el disparo final que selló la victoria 3-2 para los cordobeses.
«El fútbol siempre da revancha», expresó Benavídez tras la consagración, visiblemente emocionado por la importancia del momento. Además, hizo referencia a su reciente paternidad: «El finde fui papá, no dormí nada y fui a jugar el partido de local con Tigre. Mateito vino con la copa bajo el brazo».
Sobre su elección a la hora de patear el penal, explicó que ya había decidido su estrategia: «Yo sabía que Armani se iba a quedar parado, por eso abrí el pie. El último empujón de suerte me lo dio Guido».
El título no solo representa un hito histórico para Talleres, sino también una inyección de confianza para lo que se viene. «No estamos en un buen momento, pero después de este trofeo esperemos que nos venga con un envíon anímico y empecemos a encarar el torneo de la mejor manera», concluyó Benavídez.
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