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Más tensión por Malvinas: el canciller británico anunció que viajará a las islas y un funcionario del Gobierno lo cruzó

El secretario de Estado para Asuntos Exteriores y de la Mancomunidad del Reino Unido, James Cleverly, anunció que visitará las Islas Malvinas en medio de lo que definió como “un enfrentamiento” con el gobierno de la Argentina.

Cleverly, que es el funcionario a cargo del Foreign Office del gobierno conservador del primer ministro Rishi Sunak, habló en una recepción partidaria, pero no dio fechas de su viaje. Sus palabras sorprendieron porque se producen por un lado, tras el deterioro del vínculo Londres-Buenos Aires; y por el otro, tras un enojo con la Unión Europea precisamente por las Malvinas.

El primero en cruzarlo fue el secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur de la Cancillería, Guillermo Carmona. «@jamescleverly anunció que visitará a las #Malvinas, es decir a la #Argentina. Como es habitual, cuando a los conservadores británicos se les aproximan elecciones se les da por exhibir el anacrónico y decadente imperialismo colonial”, tuiteó.

El canciller Santiago Cafiero y su par británico Jeremy Cleverly en una reunión de ministros del G20, en India, en marzo de este añoEl canciller Santiago Cafiero y su par británico Jeremy Cleverly en una reunión de ministros del G20, en India, en marzo de este año“En lugar de aceptar la propuesta del canciller @SantiagoCafiero de diálogo sobre una renovada agenda con eje de la soberanía ajustada al derecho internacional, Cleverly elige seguir comprometiendo la dañada reputación de su país en la Cuestión Malvinas”, agregó y prometió una batería de protestas.

En medio de la recepción de la Conferencia del Partido Conservador que tuvo lugar este domingo, Cleverly tomó la palabra y sostuvo: “Algunos de ustedes habrán notado que debido a que se avecinan elecciones (en Argentina), están tratando de hacer un poco de demostración de fuerza cuando se trata de la gente de las Falkands”.

Y luego declaró algo singular porque si bien culpó al período electoral argentino por el siempre latente nacionalismo kirchnerista arengó para su propio partido. “Ahora creo en el derecho de los pueblos a la autodeterminación y el pueblo de las Falklands ha dejado clara su posición y necesitamos restablecer un gobierno conservador para asegurarnos de que ellos y otros en todo el mundo estén protegidos», sostuvo.

«Y sólo para recalcar ese punto, voy a aprovechar la oportunidad para visitar las Falklands porque creo que es mi trabajo dejar absolutamente claro que un gobierno conservador, como dije en mi discurso, es sólo un gobierno conservador en quienes se puede confiar para velar por los mejores intereses de este país y de aquellos otros en todo el mundo que dependen del buen gobierno británico, incluido, por supuesto, el maravilloso y valiente pueblo de Ucrania que actualmente se defiende de la agresión rusa”, sostuvo desde un atril y con micrófono, según reflejaron los distintos medios en Gran Bretaña este lunes.

Por si fuera poco, Cleverly aprovechó para pegarle a sus rivales con otro conflicto de soberanía y en medio de la debilidad del gobierno de Sunak. Atacó al Partido Laborista al decir que «vendería» Gibraltar (el peñón en disputa dcon España), asegurando que la oposición se había «aparentado ser respetable» pero «seguía siendo el mismo partido político de izquierda dura y desagradable impulsado por la envidia».

El Reino Unido sintió como una derrota la declaración que en julio pasado firmaron la Unión Europea (UE) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en la que por primera vez Bruselas se llamó al archipiélago en disputa «Islas Malvinas» en lugar de Islas Falkland. El gobierno argentino lo festejó por doquier como una victoria.

Reino Unido trató de impedirlo, lo encaró personalmente Cleverly con el canciller europeo, el español Josep Borrell, pero no pudo. Sunak incluso tildó esa declaración de «lamentable». Posiblemente la Unión Europea acaso le hizo sentir Londres los efectos del Brexit. La salida británica de la Unión Europea.

El vínculo con el gobierno de Alberto Fernández comenzó a deteriorarse apenas asumió el kirchnerismo su cuarta gestión. Si durante la primera y segunda gestión de Cristina Kirchner la tensión llegó a su máxima expresión, con Fernández fue escalando.

Primero endurecieron las multas para los buques que pescan en aguas que administran las islas y el Reino Unido de manera unilateral dentro de la milla 200 alrededor del archipiélago.

Después, no renovaron el permiso para el segundo vuelo que el gobierno de Mauricio Macri había establecido en noviembre de 2019, ya en el final de su administración (San Pablo-Mount Pleasant los miércoles con una escala mensual en Córdoba) y finalmente, la estocada final fue el anuncio de Cafiero a Cleverly de que se caía un comunicado conjunto de 2016, conocido como el acuerdo Foradori-Duncan.

Lo que no previó el gobierno nacional es que con esa baja del acuerdo se caían otro conjunto de cosas sobre la cual ahora Buenos Aires se victimiza.

Las visitas de muy alto nivel son poco habituales en las Islas Malvinas. Sin embargo, conservadores y laboristas tienen una misma política exterior respecto a las mismas. Y todas las administraciones invocan el supuesto derecho de «autodeterminación» de las Malvinas a decidir su futuro.

Citan también el referendo isleño de 2013 por el cual una mayoría de más del 99% de los 3.000 habitantes que tiene Malvinas dijeron querer seguir siendo británicos. El referendum fue de carácter simbólico puesto que no tiene efecto en las Naciones Unidas, por ejemplo.

El último canciller que visitó las Malvinas fue Hugo Swire, en 2014. En 2016, viajó lo hizo el entonces secretario de Defensa, Michael Fallon.

La Princesa Ana, hermana del Rey Carlos visitó las islas para conmemorar el 40º aniversario de la Guerra de las Malvinas. Fue en 2022. Y el mismo Rey visitó las islas, Buenos Aires, y Montevideo en 1999, siendo él príncipe de Gales, hijo de la fallecida reina Isabel. Era otro momento del vínculo bilateral. Gobernaba la Argentina Carlos Menem y había un fuerte entendimiento bilateral y una política de diálogo que arriesgó el gobierno de Macri y que Fernández abortó.

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