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El PSOE aguanta la presión de Sumar y ofrecerá un revulsivo a la agenda política para cerrar la crisis

El PSOE trata de apaciguar a Sumar con el compromiso de “impulsar” la agenda de Gobierno. En la reunión de urgencia este viernes entre ambas organizaciones, tras la petición del socio minoritario de la coalición para valorar la crisis por los escándalos de presunta corrupción y casos de acoso sexual en el PSOE, se medirá el alcance del pulso. Por el momento, los socialistas aguantan la presión ante el órdago de Yolanda Díaz exigiendo una remodelación profunda del Consejo de Ministros. Una petición que ha sido matizada, pero no así las críticas al PSOE por su inacción ni las dudas entre una parte del espacio a su izquierda de continuar en el Gobierno. La delegación del socio minoritario incluirá a los representantes de los cuatro partidos que integran la coalición: Izquierda Unida, Comuns, Más Madrid y Movimiento Sumar.

La oferta del PSOE se limita a un revulsivo a la hoja de ruta de la coalición, sin más concesiones en materia de regeneración y, mucho menos, de ceses en el Ejecutivo. “Dar un nuevo impulso a la agenda”, avanzan en la cúpula socialista respecto a su propuesta para reconducir la relación. Siempre con la mirada puesta en agotar la legislatura. De ahí que Sánchez venga insistiendo solo en un cambio “puntual” en el Gobierno, sobrevenido por la salida de la ministra de Educación y Deportes y portavoz, Pilar Alegría, para concurrir como candidata en las elecciones adelantadas de Aragón.

La estrategia de sostener el pulso se combina con la petición de tiempo para recuperar pie y llamadas a suavizar la tensión. También con una llamada a la “responsabilidad histórica” para contener una alternativa de PP y Vox, lo que ya no sería suficiente para los socios, según avisan. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lanzaba un mensaje para suavizar la tensión este jueves. Desde Bruselas, antes de participar en el Consejo Europeo, apelaba a Sumar a mirar “a las muchas cosas que nos unen”.

Pese a las “discrepancias” propias de dos organizaciones políticas “con culturas diferentes”, el jefe del Ejecutivo ponía en valor la “hoja de ruta de avances que estamos implementando”. Tampoco perdía la oportunidad para alertar sobre el auge de la ultraderecha. Un crecimiento que nada tiene que ver con la acción del Gobierno de España”, replicó ante las críticas de Sumar en este sentido, para vincularlo “el blanqueamiento que la derecha política y mediática está haciendo de Vox”.

El resultado del encuentro se hace más imprevisible al estar protagonizado no por los actores del Gobierno, sino de los partidos que lo conforman. La comunicación dentro de la coalición es más fluida, pero no tanto a nivel de partidos y las posiciones orgánicas son más duras. De hecho, en el Ejecutivo reconocen que el tono de Yolanda Díaz durante los últimos días tiene que ver con cierto cuestionamiento y la “presión interna”.

Es habitual que choques dentro de la coalición se enderecen con reuniones entre Sánchez y Díaz, pero ahora la gestión de esta crisis está en manos de espacios que, al fin y al cabo, compiten electoralmente entre sí. Fue Sumar quien solicitó que el encuentro fuese entre partidos, en lugar de recurrir a la comisión de seguimiento del pacto de coalición, previsto en el protocolo de funcionamiento del Gobierno en caso de conflicto entre los socios.

Competir o colaborar

En Ferraz viene debatiéndose desde el anterior ciclo electoral sobre cómo actuar con el espacio a su izquierda. Entre la duda de comerle terreno o darle oxígeno por la necesidad de hacer tándem en un contexto de confrontación entre bloques. La fragmentación y su caída crónica en los sondeos, unida a la debilidad del propio PSOE, ha hecho que se imponga entre muchos dirigentes socialistas la tesis de aguantar en intención de voto a costa de absorver voto en este caladero.

De ahí los reproches a Díaz y la incomodidad con Sumar mostrada tanto en público como en privado tanto por ministros socialistas como por cuadros del partido, ignorando sus críticas e incluso menospreciándolas. “Lo importante es saber qué va a pasar con Podemos y Sumar. El grueso de las incógnitas está en ese espacio”, apuntaba estos días uno de los principales colaboradores de Sánchez en Moncloa. Según sus datos, el PSOE sí estaría resistiendo a nivel demoscópico.

Gestos a Junts, ERC y PNV

Mientras se pide tiempo y se recuerre a la mano tendida para “ver qué impulso dar” a la coalición, el Gobierno redobla los gestos a otros socios. Sánchez avanzó en su rueda de prensa de balance del año que «cuanto antes» se publicarán las balanzas fiscales. Un compromiso adquirido con Junts, asumiendo parte de la metodología propuesta por los posconvergentes para su cálculo. Confirmó también un encuentro con el íder de ERC, Oriol Junqueras. Asimismo, en un guiño extensible a todas las formaciones independentistas y nacionalistas, anunció que el Gobierno está trabajando «en lograr que Catalunya y Euskadi» se conviertan en miembros asociados de la UNESCO y la Organización Mundial del Turismo (OMT), ambos organismos asociados de la ONU. 

Como guiño al PNV, el Gobierno central ha fijado con el vasco una reunión de la Comisión Mixta de Transferencias para el próximo 29 de diciembre. Sobre la mesa está un paquete de competencias que reclaman históricamente desde el ejecutivo vasco. Entre ellas, la de más calado tiene que ver con las prestaciones por desempleo. El Gobierno quiere mostrar voluntad de cumplir con las exigencias de los nacionalistas vascos y lanzar un mensaje de entendimiento para retener su apoyo en el Congreso.

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