Productores de garbanzo en la provincia de Córdoba se enfrentan a un brote confirmado de rabia (Ascochyta blight), tras recibir el Laboratorio de Fitopatología de la Universidad Católica de Córdoba numerosas muestras de toda la zona productiva, confirmando la presencia del patógeno. Si bien la enfermedad era esperable, la gravedad del brote radica en su amplia dispersión, ya que se ha recibido al menos una muestra de cada área de producción y en todas está presente. La “rabia del garbanzo” es causada por el patógeno Ascochyta, un hongo que persiste de año en año en el rastrojo.
Para el Ing. Agr. Gustavo Guerra, director del Laboratorio de Fitopatología, “la rabia es considerada una enfermedad grave y limitante de la producción”; de hecho, es quizás la enfermedad más importante con la que se debe luchar en el cultivo de garbanzo.
Condiciones ideales para la propagación
La aparición de este hongo está directamente vinculada al clima. El brote fue desencadenado por la conjunción de tres factores climáticos clave que resultaron totalmente propicios. En primer lugar, se destacó una salida de agosto con bastante humedad. En segundo lugar, la campaña está resultando fuera de lo común, con muchas lluvias: los ambientes secanos han recibido entre 60, 70 y 80 milímetros en los últimos tiempos. Este nivel de precipitación fue más que suficiente para desencadenar el proceso. Finalmente, la enfermedad está prosperando gracias a las temperaturas actuales, ya que el patógeno no se desarrolla con frío, sino que se activa por encima de los 19 grados. Ya se está viviendo este fenómeno térmico que, junto con la humedad registrada 15 días atrás y la expectativa actual de lluvia, favorece su avance.
Identificación y gravedad
El hongo comienza manifestándose con manchas circulares, más o menos grisáceas o blanquecinas. Posteriormente aparece el signo de la enfermedad: estructuras de dispersión de Ascochyta que se ven como puntos negros dentro de las manchas. Estas son características y conocidas por los asesores. La enfermedad es tan grave que, al planificar un sistema productivo con garbanzo, ya se considera la necesidad de aplicaciones para Ascochyta. Es crucial controlar la enfermedad, ya que no solo afecta el follaje, sino que también puede pasar al cascabullo y a las semillas.
La necesidad de un urgente control químico
El Ing. Guerra destacó que, ante la detección generalizada, “el pronóstico es claro: hay que manejar la enfermedad. El control que se debe realizar es químico, y los productores no pueden llegar tarde”. Los especialistas instan a los productores, especialmente en la zona centro-norte, a monitorear y buscar la enfermedad. Si bien la presencia del patógeno implica que los productores deben estar atentos, si no la encuentran podrán extender el período en el que no tengan que hacer la aplicación. El objetivo primario es parar la enfermedad para evitar que llegue a la parte fructífera.
Actualmente los cultivos están en una etapa crítica, en floración y con los primeros cascabullos ya formados. Es imperativo seguirlos de cerca para asegurar que la semilla a cosechar no tenga presencia del patógeno. Afortunadamente, existen fungicidas que tienen un buen efecto contra Ascochyta.
“Se recomienda a los agricultores consultar con el asesor que monitorea sus campos para que les indique qué producto utilizar. Esta no es una campaña para ‘dejarla y ver cómo nos va en cosecha’, sino para estar atentos desde el principio”, concluyó.