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Las tardes rotas

Las tardes rotas. / ShutterStock

Abro un libro al azar. En los días de desconcierto, voy abriendo libros al azar con desesperación en busca de frases que me expliquen la vida o que me alivien del dolor de no entenderla. Acabo de tropezar con esta de un poema de Sholeh Wolpé: Los errores son los ligamentos que sostienen nuestros huesos.

Me detengo. La paladeo.

La frase no invita al arrepentimiento, no atiza la culpa por aquello que se ha hecho mal. El error no es una grieta por la que hace agua la existencia ni una herida por la que se desangra el ánimo, sino “el ligamento de mis huesos”. Acudo ahora a un viejo libro de texto de Ciencias Naturales donde leo que los ligamentos son bandas de tejido conjuntivo firme, fibroso y elástico que sostienen la osamenta al conectar un hueso con otro en las distintas articulaciones. Proporcionan equilibrio al gozne, y aportan elasticidad y resistencia debido a su destreza para estirarse y volver a su forma original. Los ligamentos de la columna, por ejemplo, mantienen alineadas las vértebras y dan soporte al movimiento del tronco.

Las decisiones equivocadas, en fin, no nos definen tanto por el daño que causan como por la capacidad de devolvernos la sensatez tras sufrir el tropiezo. El error nos obliga a detenernos, a reconsiderar, a pensar, a probar caminos diferentes. Tal vez no haya aprendizaje posible sin la tensión de haberse desviado, del mismo modo que no hay movimiento sin ligamentos que contengan el impulso de los músculos y eviten el choque entre los huesos.

Al mirar atrás, es posible advertir que fueron los traspiés, más que los aciertos, los que dieron forma a lo que somos. El desamor, la palabra mal dicha o a destiempo, la decisión desacertada… Todo eso, con el paso de los años, se convierte en material de resistencia. El error, en fin, como esqueleto invisible, como la trama que sostiene la vida desde dentro. No es un llamado a equivocarse a propósito, desde luego, sino a buscar un tipo de relación soportable con lo que no fuimos capaces de hacer de otra manera.

Hay frases que arreglan una tarde rota.

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