Microsoft ha dado a conocer una computadora óptica analógica (AOC) capaz de superar en eficiencia energética a las unidades de procesamiento gráfico actuales, operando a la velocidad de la luz y consumiendo hasta cien veces menos energía.
Microsoft acaba de presentar un avance que podría redefinir los cimientos de la computación tal y como la conocemos. No se trata de un procesador más rápido o de un nuevo sistema operativo, sino de algo mucho más profundo: un ordenador que piensa con luz.
En una investigación publicada en la revista Nature, el gigante tecnológico desveló su ordenador óptico analógico (AOC), una máquina que promete ser más de cien veces más eficiente energéticamente que las potentes tarjetas gráficas (GPU) actuales, operando, literalmente, a la velocidad de la luz.
Rompiendo las barreras del presente
Para entender la magnitud de este avance, es útil pensar en cómo funcionan los ordenadores tradicionales. Durante décadas, han seguido una arquitectura en la que la memoria (donde se guardan los datos) y el procesador (donde se realizan los cálculos) son componentes separados. Esto crea un «cuello de botella» inevitable: la información tiene que viajar constantemente de un lado a otro, lo que consume tiempo y una enorme cantidad de energía.
El nuevo ordenador de Microsoft supera esa barrera. Realiza los cálculos directamente en el lugar donde se almacenan los datos, eliminando ese trasiego constante. Pero la verdadera magia reside en cómo «piensa». En lugar de usar el sistema binario de unos y ceros que ha definido la era digital, este dispositivo utiliza la intensidad de la luz. Es como si, en vez de un interruptor que está encendido o apagado, un regulador de luz puede adoptar infinitos niveles de brillo. Esas variaciones de intensidad lumínica son las que le permiten realizar cálculos complejos de una forma fluida y eficiente.
Lo más sorprendente es que esta tecnología futurista no depende de materiales exóticos o procesos de fabricación inalcanzables. El prototipo combina componentes que ya están en nuestro día a día, como luces micro-LED, lentes ópticas y sensores de cámaras de smartphone. Esto no solo lo hace viable, sino también potencialmente asequible y fácil de producir en masa utilizando las cadenas de suministro que ya existen.
Referencia
Analog optical computer for AI inference and combinatorial optimization. Kirill P. Kalinin et al. Nature (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-025-09430-z
Soluciones reales para problemas complejos
Este ordenador ya ha demostrado su valía en el mundo real. En una colaboración con el banco Barclays, Microsoft utilizó su AOC para resolver un problema financiero de enorme complejidad conocido como «entrega contra pago». Se trata de optimizar la liquidación de deudas entre múltiples entidades para minimizar riesgos y costes, un puzzle logístico que el ordenador de luz resolvió con una eficiencia sin precedentes.
El impacto en la medicina es igualmente prometedor. Los investigadores crearon un «gemelo digital» del sistema para reconstruir datos de resonancias magnéticas. Los resultados sugieren que se podrían reducir los tiempos de escaneo de los actuales 30 minutos a tan solo cinco. Esto no es solo una mejora de la comodidad; significaría multiplicar por seis el número de pacientes que un hospital puede atender cada día, revolucionando el diagnóstico médico.
El futuro de la inteligencia artificial y la colaboración
Más allá de resolver problemas de optimización, el ordenador óptico analógico tiene la vista puesta en la inteligencia artificial. Los investigadores de Microsoft ya han desarrollado algoritmos que le permiten ejecutar tareas de aprendizaje automático. Esto abre la puerta a que futuras versiones puedan operar grandes modelos de lenguaje (como los que impulsan a los asistentes de IA) con un consumo de energía drásticamente reducido.
Consciente de que un avance de esta magnitud no puede desarrollarse en solitario, Microsoft ha compartido públicamente su algoritmo y la tecnología de su gemelo digital. La idea es que investigadores de todo el mundo puedan experimentar, encontrar nuevos usos y contribuir a perfeccionar el sistema. Como afirma Francesca Parmigiani, la investigadora principal del proyecto, «para tener el tipo de éxito con el que soñamos, necesitamos que otros investigadores experimenten y piensen en cómo se puede utilizar este hardware».
El prototipo actual ya ha crecido en potencia, pero la visión es aún más ambiciosa: miniaturizar sus componentes para crear ordenadores cada vez más pequeños y potentes, con millones o incluso miles de millones de parámetros.
Estamos, quizás, ante el amanecer de una nueva era en la computación, una en la que las máquinas no solo serán más rápidas, sino también más inteligentes, sostenibles y estarán, en su corazón, hechas de luz.