“Como a los profesionales de la Salud Mental les pagan muy poco las prepagas, llamás y te dicen que tienen el cupo lleno. Pero si les decís que es particular… te atienden. Hay gente que no puede pagar el psicólogo y el psiquiatra, y se queda sin atención. Los comentarios nos llegan con todas las prepagas. No se consigue turno”, cuenta a Clarín Cyntia Castañeda, psicóloga y directora de Empesares (juego de palabras para volver a empezar aún con pesares), una asociación que organiza grupos gratuitos para sobrevivientes del suicidio de un familiar.
“Tampoco hay muchos psiquiatras infanto juveniles”, agrega.
Desde la Facultad de Psicología de la UBA dijeron a este diario que «este año no hubo una variación en la cantidad de alumnos inscriptos en las materias optativas de la carrera de grado relacionadas con niñez y adolescencia». Tampoco en las carreras de especialización, ni en los posgrados. Esos profesionales siguen a la baja.
Según los últimos datos del Ministerio de Salud de la Nación, de 4.072 psiquiatras generales, sólo 464 cuentan con la especialización.
“Por nada conseguís un turno rápido. En el sector privado tenés que pasar por un coordinador del área de salud mental, que te va a destinar a un psicólogo y el psicólogo ‘tiene que ver’ si te deriva a un psiquiatra. Los tiempos son larguísimos -marca Castañeda-. Y en el sistema público es lamentable”.
A través de la asociación, en octubre del año pasado la psicóloga recibió el pedido de ayuda de una madre que, tras el intento de suicidio de su hijo en la calle, una ambulancia del SAME lo trajo hasta su casa.
“Ella lo llevó a una salita (de primeros auxilios, una porteña), que no lo quería trasladar a un hospital, porque le decían que ella tenía que conseguir uno en el que lo recibieran, no el SAME. El chico estaba a los gritos en la salita diciendo: ‘Me quiero ir a mi casa, porque llego y me mato’. Fuimos a entre 14 y 20 hospitales y no lo recibían para atenderlo por salud mental (ni internarlo). Lo único que podían hacer era medicarlo para que ‘pasara el momento’”, relata.
Volviendo al sector privado, Carolina, que asiste a uno de los grupos de Castañeda, cuenta a Clarín la lucha que lleva adelante desde hace meses para conseguir un turno en salud mental para su hijo mayor.
Su hijo menor se suicidó hace un año y tres meses, a los 18, y Facundo, de 23, no sale de su depresión.
“Desde que falleció el hermano, él nunca consiguió turno por prepaga. Se atiende de manera particular. Pagando. Podés ver infinidad de chats con la prepaga y con los profesionales de la cartilla, psicólogos y psiquiatras. Te dicen que no tienen libre la agenda, que están de vacaciones. No hay turno para ninguna de las dos especialidades”, dice, y muestra a este diario las capturas de WhatsApp.
En uno de los chats con su cobertura le dicen que acuda a una guardia.
“Yo no puedo esperar. Con Nicolás (su hijo fallecido) fue peor. En el Policlínico Bancario (el centro médico de la Obra Social Bancaria) le reprogramaron el turno de salud mental siete veces. Nico se suicidó el 22 de mayo y el turno lo tenía para el 16 de junio”.
Los tiempos de las urgencias por temas de salud mental adolescente no se condicen con los del sistema de salud. Foto: Fernando de la OrdenSu hijo Facundo le pidió factura a la primera psiquiatra que lo atendió particular, para ingresarlas en la web y pedir el reintegro: “Por tres sesiones, de $ 24.000 cada una en ese momento, le devolvieron $ 4.000”.
Clarín consultó a las principales prepagas y obras sociales del país y no obtuvo respuestas sobre cuánto se tarda en promedio por conseguir un turno en salud mental. Tanto en general como con especialistas en infanto juvenil.
Una de las más importantes sí respondió que “es probable que la falta de turnos para psicólogos y psiquiatras sea un problema para el sector”. Pero que no es su caso: “Incorporamos 500 desde enero”.
También marcaron el volumen de turnos que quedaron libres: “Sólo en AMBA, entre enero y julio de 2024 hubo más de 60 mil turnos sin tomar; y en agosto quedan 12.000 turnos disponibles. La demanda está satisfecha”.
“Por mensaje directo nos mandan casos desde todas las prepagas, es un problema generalizado”, insiste Castañeda.
La Ciudad, saturada en turnos de Salud Mental
Así como en el sector privado se advierte la falta de turnos para la mayoría de las especialidades, por profesionales que se bajan de las cartillas para cobrar de forma particular, y pacientes que se pasan al sector público por no poder pagar esas consultas, en salud mental no siempre está esa opción. Por las urgencias de los casos y la saturación propia de psicólogos y psiquiatras en el sector público.
En el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez hay 11 psiquiatras y 15 psicólogos. Además, el hospital cuenta con un psiquiatra y un psicólogo de guardia. “Hay una gran cantidad de pacientes, especialmente púberes y adolescentes, con lo cual cuesta mucho conseguir un turno”, dice una de las autoridades.
Desde la Subsecretaría de Atención Hospitalaria de la Ciudad marcan esa alta demanda.
De acuerdo al registro estadístico del año pasado y lo que va de este, al que tuvo acceso Clarín, el promedio porteño es de 1.000 a 1.500 casos de atenciones vinculadas a intentos suicidas, con una leve predominancia en el género legal femenino, y en el rango de 18 a 30 años.
“El consumo problemático no es una entidad sola, en sí misma, sino que está asociada a otras instancias de base, que tienen que ver con los trastornos del estado de ánimo”, explica a Clarín Sebastián Scarfo, asesor médico en Salud Mental de esa subsecretaría.
“Todo lo que predisponga a instancias de ansiedad, más las que se entienden como ‘de transición’ en el desarrollo de la adolescencia, sumado a la dificultad en la sociabilidad, que dejó la pandemia, como el uso adictivo de dispositivos, son factores que predisponen a un malestar anímico. Llámese ansiedad, llámese depresión. A eso le podemos sumar los trastornos alimenticios. Todo puede ser conducente al consumo problemático, no solamente de sustancias, también las apuestas desde el celular. La ludopatía que estamos viendo ahora en adolescentes”, sigue el psiquiatra.
En el progreso de ese malestar anímico, pueden aparecer las autolesiones. Pequeños cortes en brazos, piernas, en el muslo.
Cuando en un hogar se detecta esa conducta o las ideas de muerte, ¿cuánto se tarda en conseguirle a ese niño, niña o adolescente un turno de Salud Mental en la Ciudad?
“Esa pregunta es importante, porque estamos en un proceso de gestión para poder atender toda esa problemática, poque hay que entender que cuando un familiar ve esa situación de riesgo, ya se tiene que tomar como una urgencia. ¿Por qué? Porque la mayoría de los hospitales porteños cuentan con psicólogos y trabajadores sociales. Hay que acudir a la guardia, y eso no siempre va a terminar en una internación, pero se van a tomar las medidas principales, ya sea hablar con la familia, evaluar la red de contención”, explica Scarfo.
Con el equipo están armando una red de salud mental que tenga georreferencia. Porque, aclara, “es una cuestión cultural acercarse al hospital del barrio, que se toma como un lugar que siempre da respuesta. Y tiene que darla”.
El experto diferencia esas urgencias de síntomas como ataques de pánico, que no siempre llevan a esos adolescentes a una guardia, sino a que sus familias llamen a la línea Salud Mental Responde. En la Ciudad quieren que se acerquen a la guardia, de igual forma, para programar un turno de admisión en salud mental.
“Lógicamente la admisión (a través de las llamadas) tiene una sobrecarga por la cantidad de demanda que existe, pero se puede conseguir uno en el término de una semana o 10 días». La orientación es una entrevista inicial para ver cuál es el dispositivo apto más cercano, y que la derivación se gestione directamente.
La demanda es tan grande que en menos de un año hubo obras en los hospitales Tornú y Alvear, especializados en este tipo de atención.
En el Tornú, de Parque Chas, se inauguró una sala de internación con 10 camas exclusivas para pacientes con cuadros relacionados a la salud mental. Se intervino una superficie de 400 metros cuadrados, en planta baja, con 10 habitaciones de internación individuales, además de áreas complementarias de apoyo.
En el Alvear se amplió la guardia para adolescentes, y los separaron la atención de adultos. También se abrió un hospital de día sólo para este grupo etario, que funciona en el turno tarde. “Todas esas habitaciones y camas ya están ocupadas”, marca el asesor porteño, para dar cuenta de la necesidad que atraviesa la Capital.
A las guardias llegan adolescentes por consumo problemático de sustancias (alcohol, marihuana y cocaína) o por intentos de suicidio. En el primer caso, ya no llegan pidiendo ayuda. Están en estado de intoxicación. Muchas veces, inconscientes.
Se estabiliza el cuadro general y después el médico o la médica toxicóloga habla con el área de salud mental -”que necesita un background, saber cómo viene ese adolescente”- para el seguimiento. De esa charla dependerá que continúen internados clínicamente o pasen a una internación psiquiátrica.
Otra opción, según el caso, es que el tratamiento psicológico sea ambulatorio, con el turno ya “en mano”. De nuevo, ahí todo dependerá de la red de contención familiar.
Para orientación y apoyo en salud mental en todo el país, 0800-999-0091 (línea gratuita). En la ciudad de Buenos Aires, 0800-333-1665 «Salud Mental responde».
PS