El ministro-candidato medita hasta cuándo seguir en el doble rol. El postulante de Juntos por el Cambio mira números, obsesivamente. La ex gobernadora se define.
Juntos pero no tanto
Horacio Rodríguez Larreta sonríe más de lo habitual. El triunfo de Maxi Pullaro en Santa Fe más las últimas patinadas de Patricia Bullrich con los temas de la economía (blindaje y más pedido de plata al FMI), le transformaron el rictus. A eso, se le deben sumar las últimas mediciones que le acercó su equipo de campaña, que muestran una suba del actual jefe de Gobierno que lo pondría (¡ay, las encuestas!) en un virtual empate técnico con la exministra de Seguridad en la previa a las PASO.
Por eso, Larreta le pregunta a sus colaboradores más cercanos siempre lo mismo: «¿Por este camino vamos bien?». Y recurre a la misma frase al comienzo y al final de cada uno de sus encuentros diarios con el cerrado círculo de confianza.
A eso se suma lo que consideran errores políticos fuertes de Mauricio Macri, hoy enemigo íntimo de HRL: sus apuestas por Carolina Losada en Santa Fe y por Rodrigo De Loredo en Córdoba resultaron fallidas. El expresidente puso el cuerpo, viajó e hizo videos apoyando a los dos jóvenes radicales que parecían ir por los premios mayores. No resultó así y Macri (quien regresa al país desde Europa el próximo domingo) sintió el cimbronazo político.
Pero no todas son sonrisas en el búnker larretista. Los números no lo favorecen para la pelea presidencial en Córdoba, Mendoza y CABA, donde Bullrich se impondría hoy en la interna. Los acólitos del jefe de Gobierno ponen la mira en el último «focus group» sobre los indecisos. Allí, ante el descreimiento de un amplio sector de la sociedad, le apareció a Larreta una inclinación a votarlo anclado en el llamado del porteño al diálogo y en el rechazo a los discursos de violencia. La razón de esa fe momentánea es que ese trabajo lo realiza Roberto Zapata, un sociólogo español que trabajó junto a Jaime Durán Barba en campañas de Mauricio Macri.
Otros detalles a los que están atentos en la campaña del economista están focalizados en dos mujeres. Una, su pareja, Milagros Maylin. Se especulaba con que la licenciada en Ciencias de la Comunicación aparecería en medios en la previa de las Primarias Abiertas. Pero no será así y se impondrá el «silenzio stampa» para la joven, que lo acompaña en cada uno de sus viajes, como lo hizo a Córdoba y Santa fe en las últimas dos semanas. La otra dama clave para Larreta es María Eugenia Vidal. La ex gobernadora viró y ahora dice que tiene decidido su voto en la interna PRO. Se la vio recorriendo, el lunes último, la muestra rural de Palermo. Ahora pasó de «mantenerse neutral» a manifestar que tiene su voto definido: a su regreso de unos días de descanso de Chile, se sabrá que decidió votar a su amigo Horacio. ¿Voto cantado?
Fecha límite
En el campamento peronista los nervios contrastan con el optimismo hiperquinético de Sergio Tomás Massa. Cerca del ministro-candidato hay temor a la incertidumbre electoral que dejan las variables económicas: «Estamos llegando a la elección muy ciegos», se lamenta un funcionario que afirma que «este gobierno se va a ir con una actividad económica increíble y va a perder, de no creer».
Massa hace caso omiso y avanza. En el búnker oficialista (de la calle Mitre al 300 en CABA) se analizan las sugerencias que hace el consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, quien es desacreditado por los cristinistas. En la provincia de Buenos Aires, los de Axel Kicillof siguen confiando en Nacho Ramírez, el sociólogo de FLACSO-Argentina. Campañas distintas con alguna coincidencia como las caravanas conurbanas entre Nación y Provincia.
El cristinismo apoyará a Sergio Massa como candidato presidencial sin dejar dudas de que no replicará la falta de entusiasmo que mostró en 2015, cuando Daniel Osvaldo Scioli no llegó -por dos puntos- a vencer a Mauricio Macri. Más allá de que sus principales alfiles están convencidos de que el FMI le va a dar al ministro-candidato lo justo para que llegue a fin de año, pero no tanto como para que gane la elección. «Acordate de que el primer dólar agro fueron 6 mil millones y esta vez se entusiasman con llegar a juntar 2 mil palos…», rezonga un K que aprecia a Massa.
De todos modos, las miradas están en hasta cuándo Sergio Massa seguirá como ministro de Economía. Ahora, por ejemplo, está vedado por ley para hacer anuncios, a pesar de que se le escapan algunas medidas, como en La Rural cuando habló de no más retenciones regionales desde septiembre. Por eso, los massistas ponen foco en una fecha: 29 de septiembre. Ese día comenzará la veda electoral de cara a la elección general. ¿Massa irá a la pelea final sin chance de prometer o anunciar nada? Ese día tal vez se almuercen ñoquis en lo de los Massa-Galmarini para celebrar un eventual adiós al Ministerio que es una verdadera silla eléctrica para la política. Massa hoy niega que deje el cargo antes de fin de año. Pero también había dicho que no sería candidato presidencial, pues era contradictorio con ser ministro. Se verá, como todo en el universo massista…
Los seguidores de CFK, de paso, se fastidian una vez más con Alberto Ángel Fernández. Cuentan allí que el domingo último Máximo Kirchner volvió a la Capital a pesar de estar con un fuerte resfrío, que contrajo en su viaje a Santa Cruz para ver a sus hijos en vacaciones de invierno. Mientras, la mayoría del Gabinete nacional está inactivo, como se puede observar con solo revisar la agenda ministerial diaria. Apenas, alguna actividad de los ministros de Obras Públicas, Turismo, la vocera presidencial y la titular de Mujeres y Género.
Rabias internas
En tanto, la pelea por la Jefatura de Gobierno porteña está «on fire». En el peronismo hay desolación con cómo juegan algunos medios oficialistas: en las filas de Leandro Santoro maldicen a una señal de cable donde no lo invitan al candidato de «Unión por la Ciudad» mientras que Martín Lousteau (y su operador político) Emiliano Yacobitti tienen abundantes minutos en pantalla. A los santoristas los sorprende tanta generosidad… Cerca del radical kirchnerista creen que así pierden potables votantes progresistas a manos del economista radical, quien confronta fuertemente con Jorge Macri, señalándolo como «el primo de Mauricio». Pero en las filas de Jorge Macri se muestran optimistas por los números de las encuestas que les llegan y ya preparan un cierre a todo trapo y con un mensaje y destinatario claro: el próximo lunes 7 de agosto, Jorge Macri encabezará su cierre en el predio rural de Palermo, cita a la que prometieron su presencia Mauricio Macri, Patricia Bullrich, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta.
La «chicana» macrista es que Lousteau («el ministro de la Resolución 125», como lo mencionan) no sería muy bienvenido en la Rural, donde los productores agropecuarios tienen su sede. Cuánta maldad…