La caseta municipal de Puente Genil acogía anoche, 14 de agosto, el 59ª Festival de Cante Grande Fosforito, una de las grandes citas de la Feria Real que este año se ha dedicado a la figura de Juan Ortega Chacón, una auténtica institución en el ámbito de la cultura local y que durante muchísimos años fue presentador del evento durante 28 años, recibió el cariño del público y la asistencia de presidentes de numerosas peñas de otras localidades.
Ortega Chacón ha sido mucho más que un amante del flamenco. Historiador, conferenciante, articulista, cofrade y manantero apasionado, su trayectoria vital estuvo entretejida con los latidos más profundos de la identidad pontana. Medalla de Oro de la Villa, Manantero Ejemplar, Pregonero de la Semana Santa, y autor de la gran publicación 100 años de Flamenco. En su día, todos los grupos políticos del Ayuntamiento respaldaron por unanimidad que el profesor recibiera el homenaje como figura central del Festival de Cante Grande Fosforito.
Bajo la conducción de Rocío Hellín y ante 1.700 espectadores, el festival abrió con una novedad: el baile precediendo al cante. José Tomás de la Molía, con su cuadro flamenco, llenó el escenario de energía y poderío, dibujando emociones a través del arte y el movimiento en una puesta en escena que cautivó. Después llegó Pedro el Granaíno, acompañado a la guitarra por Patrocinio Hijo, desplegando una voz portentosa que llevó al público por un viaje emocional intenso y conmovedor.
Arcángel
El turno de Arcángel trajo una de las voces más reconocidas del flamenco actual. Su timbre místico, de raíces y fusiones, repleto de matices, conquistó de inmediato a los aficionados, que sintieron esa conexión poderosa que rozó la excelencia.
El orgullo local también tuvo su momento con Julián Estrada, quien volvió a casa para dejar una actuación cargada de emoción. Arropado por Manolo Silveria y Jesús Zarrias a las guitarras, el cantaor desplegó una riqueza de registros que el público premió con largos aplausos.
El broche de oro lo puso Fabiola Pérez La Fabi, dueña de un estilo personal e imponente, que se entregó a los cantes de compás para cerrar una noche que, más allá de la música, quedó como un homenaje inolvidable a Juan Ortega Chacón y a la memoria viva del flamenco pontanés.