El Mediterráneo, por sus características, es un océano pequeño y la temperatura media del agua crece a un ritmo de 0.034 ºC al año de acuerdo al Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). Así, desde que se recogen estos datos ha subido cerca de 1,5 grados. Samira Khodayar Pardo, directora de Meteorología y Climatología del CEAM, explica que «el Mediterráneo se calienta un 20-30% más rápido que la media global de los océanos». Y este incremento se debe a que «es un mar cerrado que no tiene a penas intercambio con otros mares, sufre muchas horas de insolación en un contexto de veranos cada vez más largos». Se trata de un «laboratorio climático que muestra síntomas a una velocidad mayor de lo que puede suceder en otros océanos por el cambio climático». Así, las observaciones confirman que el mare nostrum se está tropicalizando. Y especies invasoras como el pez león, el dragón azul y el alga asiática atentan contra las autóctonas.
La previsión científica a 100 años espera una temperatura de 3 ºC superior / CEAM
Se debe separar la tenencia de temperaturas y los cambios puntuales. Sin embargo, en las últimas décadas se han ido rompiendo todos los récords: día, mes y estación más cálida de la historia tanto en tierra como en mar. Como el reciente mes de junio, 3,6 grados superior a cualquier otro. Pero «las condiciones actuales y el aumento de la evaporación por el crecimiento de la temperatura posibilitan que ocurran más fenómenos meteorológicos extremos como precipitaciones torrenciales en el período otoñal», explica la doctora en Física. Una vorágine climática que sacude el ecosistema del Mediterráneo y afecta a la cadena trófica de las especies que lo habitan.
El Canal de Suez, la nueva puerta del Mediterráneo
Hasta hace no mucho tiempo el principal intercambio con nuestro mar se daba con el Atlántico, pero está cambiando y el Mar rojo ha cogido peso. De ahí la tropicalización del Mediterráneo. Por un lado, por el aumento de temperaturas y, por el, debido a la entrada de especies trópicas. Desde el Institut Cavanilles, Toni Raga, catedrático en zoología por la Universitat de València, destaca el caso de la tortuga boba(Careta careta): «Las que llegan cada vez son menos del Atlántico, vienen más desde el mediterráneo oriental». Además, «la entrada por el Canal de Suez del pez león (Pterois volitans)» y el pez conejo (Siganus). El primero es de la familia de los escorpénidos y puede resultar peligroso porque es venenoso.
El pez león pertenece a la familia de los escorpénidos / PIXABAY
La biodiversidad del Mediterráneo se ha desarrollado basándose en el equilibrio trófico. La disponibilidad de alimentos se ha mantenido estable, pero debido a la influencia humana, el cambio climático y a invasores se está desajustando. «El pez león es un depredador y está afectando a las lacras y la posidonia, además está desplazando especies autóctonas», explica el zoólogo. También se suman la reciente aparición del pequeño y venenoso Dragón Azul (Glaucus atlanticus) en Canet d’en Berenguer y el alga asiática (Rugulopteryx okamurae), ya instalada en nuestro mar desde hace tiempo. Un conjunto de condiciones que ha provocado, entre otras cosas, que «se hayan encontrado lubinas y doradas en el archipiélago británico«.
Se trata de especies alóctonas que visitan las costas españolas desde hace años. No son nuevas de 2025. Así, el Rugulopteryx okamurae lleva en constante expansión en el Mediterráneo desde 2016 y provoca la voluminosa aparición de algas en las playas, además de afectar directamente al pulmón de nuestro mar, la Posidonia oceanica. Por otro lado, el Glaucus atlanticus ya se vio en la Comunitat Valenciana en Torrevieja, Orihuela y Guardamar del Segura en 2023. Pero hay más, como por ejemplo, el cangrejo azul (Callinectes sapidus) está presente en el Parc Natural de l’Albufera desde antes de 2020.
Ejemplar de ‘dragón azul’ encontrado en Canet d’en Berenguer. / Daniel Tortajada
La introducción ilegal de especies protegidas amenaza a la biodiversidad
En el sureste ibérico hay localizadas hasta 14 especies de peces y anfibios amenazadas que se han introducido ilegalmente. Estas se han ubicado en zonas diferentes a su lugar de origen natural y podrían ocasionar un desequilibrio en el ecosistema nuevo. Así, dos estudios realizados por investigadores de la Universidad de Murcia y de la Universidad Miguel Hernández evalúan la problemática de la entrada por vía clandestina de animales en el entorno y de las posibles medidas para combatir la alteración que podría causar en Alicante, Murcia y Almería.
Entre las 14 especies los investigadores destacan dos y las características de su entrada, el riesgo para la propia especie y la ya residente. El primero es el caso del tritón pigmeo (Triturus pymaeus), un anfibio endémico de la península ibérica, que se introdujo sin autorización en Crevillent (Alicante), donde nunca ha sido su hábitat natural. Pero el segundo, el gallipato (Pleurodeles waltl), coincide que, según señalan los autores y recoge Europa Press, sí se recuperó «en un lugar que históricamente había sido parte de su área de distribución»: el Parque Regional de Sierra Espuña (Murcia).
Las traslocaciones no se hacen a la ligera. Precisan evaluaciones rigurosas que pueden rechazarse si aparecen «dudas sobre los beneficios esperados, los impactos potenciales o la viabilidad a largo plazo.
En verano es cuando más animales marinos se ven
Los mares no se mueven de donde están, pero solo aparecen en el imaginario, al igual que sus problemas, cuando llega el verano. Por ello, explica Raga, que «es cuando más animales se ven. Hay más personas y más ojos sobre el mar». En el Mediterráneo residen numerosas especies de grandes dimensiones como ballenas y delfines, pero también tiburones y mantas raya. Todos sometidos a amenazas humanas y climáticas.
El ejemplar de mantarraya en la orilla de la playa. / Levante-EMV
El mar absorbe el 90% del exceso de calor del Planeta
Sin embargo, las consecuencias no acaban ahí. La sociedad ha hecho de los mares una fuente obvia de recursos, pero también de explotación a toda costa: transporte, de vertidos y urbanismo entre otras. Como si lo aguantase todo. Y en parte lo hace, de hecho, “los océanos absorben cerca del 90% del exceso de calor en el sistema terrestre debido al cambio climático provocado por las emisiones de gases de efecto invernadero», explica Khodayar.
Pero el efecto del calentamiento trasciende al ecosistema marino e incide en el sector socioeconómico y en la ordenación del territorio. La temporada cálida veraniega se está extendiendo también a junio y septiembre. Por ejemplo, “la cosecha de la uva es más temprana para evitar los grandes calores, y que pueda acumular azúcares y aumente el grado alcohólico”, señala el catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, Jorge Olcina. Asimismo, los inviernos son cada vez más suaves.
Unos turistas intentan refrescarse en unos vaporizadores de agua fresca instalados en los refugios climáticos del Passeig Joan de Borbó, en la Barceloneta. / FERRAN NADEU
La adaptación al contexto actual necesita una la organización municipal, social y económica. Los refugios climáticos son una nueva realidad. Por otro lado, la agricultura y el turismo también deben transformarse para la utilización de los recursos hídricos. El reto es una planificación que apueste por la sostenibilidad del espacio. «Las características no son las que teníamos hace 30 años. Aparece una pérdida de confort térmico y eventos extremos de lluvias. El espacio geográfico debe dejar de ser el territorio donde todo es posible, porque ahora ya no es así. Podemos hacer actuaciones, pero adaptadas a este nuevo escenario», concluye Olcina.
La nueva y mortal normalidad térmica
La nueva normalidad térmica ha acabado prácticamente con las noches con temperaturas ‘normales’ y ahora son tropicales, de más de 20 ºC, tórridas o ecuatoriales, a partir de 25. Que afectan directamente al descanso de las personas. Además, este 2025 las muertes por calor se han disparado de acuerdo a los datos del Sistema de Monitorización de la Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III. Los efectos y consecuencias del cambio climático son irrefutables y más allá de cualquier creencia, la evidencia científica es total. La Tierra seguirá de un modo u otro. Los animales y las personas, ya se verá.
Suscríbete para seguir leyendo