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Por qué Illa entra al choque con Ayuso? Del ‘dumping fiscal’ a la ‘prosperidad compartida’

La España «plural y diversa» que promueve Salvador Illa dentro y fuera de Cataluña oculta la tradicional pugna entre dos autonomías que, a juicio del Govern, ejemplifica dos modelos de país. Uno, el que lidera Isabel Díaz Ayuso en la Comunidad de Madrid, con rebajas de impuestos para favorecer la instalación del poder económico. El otro, el que blande Illa en Cataluña, dispuesto a recuperar las empresas que se marcharon durante el ‘procés’ y a quienes ofrece estabilidad e infraestructuras junto al dinamismo de la economía catalana para que se instalen.

Justo cuando se cumple un año de su investidura, cabe recordar que el president ya inauguró su presidencia con un claro alegato contra el ‘dumping fiscal’ de Madrid. En su primera entrevista como jefe del Govern en EL PERIÓDICO, advirtió de que «la solidaridad no es pedir que unos territorios financien las rebajas fiscales de otros», en un dardo directo a la Puerta del Sol. Así estrenaba Illa lo que ha bautizado como la «prosperidad compartida» -un eslogan que durante su viaje oficial a China descubrió que también emplean las autoridades del gigante asiático, pese a la evidente distancia ideológica que les separa- y que repite en todas las autonomías que visita.

Con un Sánchez cercado por la corrupción en el PSOE, Illa actúa con manos libres desde el cuartel del PSC como ‘primer secretari socialista’ para exhibir las discrepancias con el PP, aunque el choque implique ensalzar la figura de Ayuso. Es como si de un duelo de segundas espadas se tratara en el que solo ganará uno de sus superiores.

Y es que la pugna esconde un conflicto ideológico de fondo que va más allá de los impuestos y del ranking de empresas, porque se centra en la percepción de cómo debe actuar el Estado autonómico. Illa ya lo comprendió cuando ejerció como ministro de Sanidad durante la pandemia del covid-19 y tuvo que lidiar con las medidas de la líder madrileña y las compras de material. En el cuartel del PSC tomaron nota: ante la centralización de Madrid, la pluralidad de Cataluña; ante el castellano como lengua única, el catalán como valor propio; repasan ahora desde el Palau de la Generalitat. Nadie olvida que Ayuso se levantó de la mesa de la Conferencia de Presidentes en cuanto escuchó al lehendakari Imanol Pradales hablando en euskera y a Illa, en catalán.

Si Illa se adelanta, le allana el camino a Sánchez ante el resto de dirigentes socialistas, pero eso no empaña el hecho de que los otros dos barones socialistas no le sigan la estela. Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, va a la contra en cuanto se trata de cualquier singularidad catalana, y Adrián Barbón, presidente del Principado de Asturias, rechaza tanto unas características propias como el frente común con Andalucía que le propuso Juanma Moreno Bonillapor la financiación.

Illa está convencido de que su mandato será recordado por lo que logre en dos cuestiones clave: la financiación y la vivienda. La inmigración es también un asunto que preocupa al Govern, pero creen que se le recordará por si consigue ofrecer un mayor bienestar que sea especialmente valorado por los independentistas que salieron a la calle convencidos de que solo el ‘procés’ resolvería sus preocupaciones, y por unos jóvenes que reclaman atender su urgencia habitacional.

El president planea a largo plazo, la mayoría de sus propuestas son a cinco años vista, no solo para ofrecer una imagen de estabilidad que compense su minoría, sino para mostrar liderazgo. Y en ese liderazgo siempre ayuda un espejo, en este caso, para contraponerse, y más si de Ayuso se trata. La orden dada a los consellers es que Cataluña debe volver a ser el principal motor económico, un objetivo ambicioso con el que pasar página al ‘procés’ y, a la vez, ganar aquella ‘prosperidad’ económica que quiere repartir, es decir, que sea ‘compartida’. Esto no quiere decir otra cosa que fomentar el crecimiento económico para fortalecer los servicios públicos.

Illa no puede -ni quiere- mermar la capitalidad de Madrid, pero sí trata de impulsar una co-capitalidad con acceso al mar ante el auge de València. De ahí su apuesta por ampliar el aeropuerto de Barcelona-El Prat, de mejorar la conexión con el resto de aeródromos, y de mejorar el Port de Barcelona. Un plan en el que aún le fallan los trenes de Rodalies, pero que confía mejorar con el traspaso.

Que Illa plante cara a la presidenta madrileña es también una forma de unir al PSC con ERC y los Comuns. Ante los republicanos puede defender que lucha por un nuevo modelo de financiación singular para Cataluña, pese a los retrasos que está sufriendo cumplir con la implementación de este acuerdo, y ante los morados que su mandato mira más a la izquierda que al PP o incluso a Junts. Un adversario común, una alianza posible.

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