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Caso Loan: «Que caiga quien tenga que caer, mi papá o el que sea», dice el hermano mayor

Por la tupida vegetación, oscurece más temprano en el paraje 9 de Julio, epicentro nacional por la desaparición de Loan (5), que lleva nueve días sin conocerse su paradero. En la calle de tierra de la casa de José y María, en el barrio Chaquitos, prácticamente no se ve nada.

Desde afuera se divisa el movimiento en el interior de la casa. Están casi listos para salir a marchar, esta vez con la presencia de los papás del nene, que sostienen una bandera enorme que grita «Loan». A secas.

Mariano Peña (25), el hijo mayor, camina alrededor de una canchita de fútbol que está a cien metros del hogar familiar. Está solo, mirando un partidito de los amigos de Loan, con quien el pequeño jugaba todas las tardes en este mismo lugar. «No lo puedo creer que no esté… Siempre venía a verlo jugar, le gustaba a mi hermanito, en eso era lo único en lo que no me peleaba». Habitualmente reacio a conversar, este flaco alto que trabaja en el campo acepta implícitamente.

«Necesito alejarme un poco de este infierno en el que vivimos estos días. Cuando se van ustedes (los medios de prensa), me escapo a moverme un poco, a pensar… Pasan demasiadas cosas y cuesta asimilarlas».

Marcha para pedir por la aparición de Loan en 9 Julio. José Peña, papá de Loan, en primer plano. Foto: Fernando de la OrdenMarcha para pedir por la aparición de Loan en 9 Julio. José Peña, papá de Loan, en primer plano. Foto: Fernando de la OrdenSe expresa bien Mariano, por eso se adjudicó ser uno de los voceros de la familia Peña. Habla y utiliza silencios y puntos suspensivos, también es desafiante. Se le consulta sobre los rumores pueblerinos que involucran a sus padres y a la paternidad de José. «Mi mamá y mi papá se llevan bien, son padres de los ocho hijos, y de Loan también. Mi papá es el padre y mi mamá su madre. Punto. Nada más, Los dos están pasando el peor momento de su vida y yo les digo que no escuchen la tele. No dejo que la enciendan. Se envenenan».

Pueblo chico, infierno grande… El viejo axioma se desparrama en la correntina 9 de Julio, un pueblo tranquilo «de la boca hacia afuera, pero dentro de las cuatro paredes, sospechamos de todos», dice una comerciante de la Ruta 123 que atraviesa el paraje de tres mil habitantes.

Se quiebra María, mamá de Loan, abrazada por familiares en plena marcha, este sábado a la noche. Foto Fernando de la OrdenSe quiebra María, mamá de Loan, abrazada por familiares en plena marcha, este sábado a la noche. Foto Fernando de la Orden«¿Ponés las manos en el fuego por José, tu papá?», se le pregunta a Mariano. «Que caiga quien tenga que caer, mi papá o el quien sea. Yo estoy convencido de que todos deben ser investigados, todos los que estaban en esa mesa almorzando están sospechados hasta que se demuestre lo contrario. Yo lo veo a mi papá todos los días: Pongo las manos en el fuego, pero no desconozco lo que se dice. Pero hicieron de la causa de mi hermanito un verdadero circo mediático», reclama.

Mariano está más enojado que angustiado. Reconoce ser «frío». Dice que no llora. «No me sale, no sé, ¿que importancia tiene? Yo sólo quiero que vuelva Loan, que está perdido, pobrecito». ¿Perdido o secuestrado?, se le pregunta. «Perdido, ¿sabés lo que es perdido? No está secuestrado, nadie se lo llevó, él se perdió. Confió en que lo van a encontrar».

El allanamiento este sábado en la casa de Victoria Caillava y Carlos Pérez, dos de los últimos tres detenidos. Foto Fernando de la Orden El allanamiento este sábado en la casa de Victoria Caillava y Carlos Pérez, dos de los últimos tres detenidos. Foto Fernando de la Orden No sale de su argumento Mariano, que sin conocer el terreno donde estaba Loan aquel 13 de junio, en los alrededores de la abuela Catalina, se empecina en decir que estaba perdido. «Yo pienso que él se perdió, pero no sé dónde está, obvio. No creo que los que están detenidos tengan que ver. Los conozco a Victoria (Caillava) y Carlos (Pérez). Confío en ellos, no puedo creer que ellos estén involucrados. Además, ¿qué encontraron? Yo escuché, por un lado, que encontraron rastros en el asiento de atrás, después en el baúl, dicen cosas distintas todo el tiempo».

Mariano conoce a Victoria, la ex funcionaria de la Municipalidad y secretaria de un colegio secundario, porque Jorge, hijo de la imputada, fue su patrón. «Conozco a su hijo, a la mamá, no me van a convencer. Yo sé cosas, conozco aspectos de la investigación pero no te las voy a decir, no las voy a decir a vos porque después el pueblo va a venir a mi casa. Pero yo sé cosas que me voy a guardar y cuando todo esto pase voy a poder hablar, pero no voy a empezar a señalar culpables porque sí».

La policía científica trabajó este sábado en el allanamiento en la casa de Caillava y Pérez, los últimos detenidos. Foto: Fernando de la OrdenLa policía científica trabajó este sábado en el allanamiento en la casa de Caillava y Pérez, los últimos detenidos. Foto: Fernando de la OrdenSuena el celular de Mariano, escucha el mensaje y de inmediato dice que se tiene que ir. Acepta un ping-pong rápido. ¿Qué pensás de tu tío Antonio Benítez? «No es mi tío, es un allegado. Pero nada, no pienso en él, no lo quiero, no tengo vínculo, si me lo cruzo, ´hola y chau´. No sé si tuvo que ver». ¿La abuela Catalina? «Es la mamá de mi papá, mi abuela, todo bien, no tengo nada que decir». ¿Cómo pudo darse el vínculo entre Catalina, de 87 años, y Caillava, 30 años menor? «Se conocen, se aprecian, Victoria ayudó a mi abuela, y mi abuela le cocina lo que le gusta».

Se despide con un apretón de manos y hablando de frente. «Yo insisto que mi hermano está perdido, pero eso no quiere decir que no haya que citar a cada una de las personas que estaba en ese almuerzo. Yo digo siempre lo mismo, pero mi mamá a vos te dice una cosa y a la policía otra. Mi papá lo mismo. Deberían llevarlos, que estén tranquilos y los interroguen a mis padres y todos los de la mesa. El pueblo pide justicia, reclama en las marchas, pero por lo bajo también dice sus cosas que a veces lastiman».

Corrientes. Enviado especial

AS

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