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Los 22 días que ilusionaron y desengañaron al Real Madrid en un Mundial donde jugó de local

El lunes 26 de mayo, Xabi Alonso dijo en su presentación como nuevo entrenador blanco, una frase que le perseguirá si no logra cumplirla. Tan ambiciosa como necesaria, a la par que peligrosa. “Quiero que el equipo transmita energía y emoción. Que la gente diga: ‘ese es el Real Madrid’. El reto es sacar el potencial de la plantilla. Que todos vayamos a una. Si encendemos eso, tendremos una fuerza muy potente”. Durante 22 días parecía haberlo logrado, hasta que el 9 de julio todo se desmoronó ante el PSG, el mejor equipo de Europa.

La obligación de Florentino con el Mundial

El técnico vasco empezó a trabajar sin jugadores. Se encerró en Valdebebas con su ‘staff’ para trazar un plan rápido que permitiera al Real Madrid afrontar con garantías el Mundial de Clubes. Un torneo que estuvo marcado en rojo en el calendario por Florentino Pérez. «En este club siempre queremos más. Volvemos a estar ilusionados para afrontar el Mundial de Clubes de EEUU. Estoy convencido de que nuestros jugadores se van a dejar el alma para conseguir lo que sería el tercer título de la temporada», ambicionó el presidente el 8 de junio.

Para el máximo mandatario blanco, era una obsesión que, como sucedió con la Copa de Europa, el Real Madrid fuese el primer en ganar un torneo que irá ganando prestigio con el paso de las ediciones. Que se celebre cada cuatro años y que implique, de verdad, a todos los continentes, le otorga un valor que en principio solo supo darle la entidad madridista. Era el modo de encubrir los golpes recibidos en una temporada en la que, pese a que Florentino hable de dos títulos -la Supercopa y la Copa Intercontinental- sabe que son solo dos copas menores para una vitrina que se ha quedado vacía.

«Este no es el punto de partida de la temporada que viene. Hay cosas positivas en este proceso, igual no hoy. Pero no es el inicio de la próxima campaña, es el final de la anterior«, quiso protegerse Xabi Alonso, consciente de que de todos los escenarios posibles, el único que no puede permitirse el Real Madrid es un 4-0 en el que estuvo a años luz de su rival. La goleada fue tan contundente que echó por tierra la ilusión que se había logrado en las semanas anteriores, donde el proyecto del vasco había ido ganando crédito tras cada partido.

Gonzalo, el que mejor entendió a Xabi Alonso

El debut ante Al Hilal tuvo dos caras, con una propuesta inicial de continuidad con respecto a Ancelotti que Xabi Alonso corrigió en la segunda mitad. El 4-3-3, con el que también claudicó frente al PSG, no puede ser nunca el sistema de un equipo incapaz de cumplir con la máxima que el propio tolosarra prometió en su puesta de largo. “Buscamos un sentido colectivo en la presión e inicio del balón. Eso nos dará estabilidad y nos permitirá sacar las cualidades individuales”. Sin bloque y actitud, su método carece de efectividad práctica.

Por eso fue tan importante para él encontrar a un jugador tan comprometido como Gonzalo. Junto al incombustible Valverde, ha sido el mejor hombre del Mundial de Clubes, donde han quedado señalados futbolistas como Rodrygo. El brasileño fue titular en el encuentro inicial contra la escuadra saudí y a partir de ahí desapareció. Ya ha entendido que tiene la puerta de salida abierta de par en par. Raúl Asencio también tiró por tierra todo lo construido la campaña pasada y, con una causa judicial todavía abierta, será relegado al último escalón de la rotación en el eje de la zaga.

Por el contrario, Xabi Alonso había encontrado un gran aliado en la salida de balón como Dean Huijsen. Hasta que su expulsión en los cuartos de final contra el Borussia Dortmund supuso el principio del fin del Real Madrid en el torneo. Del atropello contra el PSG, la conclusión más positiva que saca el exjugador madridista es que MIlitao es mejor central que el canario y Rüdiger. A pesar de que llevaba más de 243 días de inactividad, después de la grave segunda lesión consecutiva que sufrió, el brasileño, en apenas media hora, demostró que debe formar junto a Huijsen la pareja titular del Madrid.

Mbappé y Vinicius, incompatibles con la presión

La expulsión de Asencio contra el Pachuca sacó al Xabi Alonso más intervencionista. Reorganizó al equipo tras la pausa de hidratación y desarrolló un 4-4-1 con Vinicius en punta que pasó por encima del conjunto mexicano. Se dio el lujo, con el partido ya resuelto, de introducir, por primera vez, la defensa con tres centrales que aplicaría ya de lleno contra la Juventus. Frente al cuadro italiano hizo retroceder a Tchouaméni, que, en función de líbero, se siente más cómodo que atado a un esquema de dos centrales.

Para la base de la jugada, Xabi Alonso confió su destino inicial en Arda Güler, pero en cuanto lo desprotegió, quitándole a Valverde, por obligación, frente al PSG, el turco se deshizo como un azucarillo. Al Real Madrid se le escapó el único jugador que podría haber hecho olvidar a Kroos a medio plazo: Martín Zubimendi, un jugador que idolatra el técnico vasco. Con el mercado ya agitado, el equipo blanco sigue teniendo el mismo que problema que originó la jubilación anticipada de alemán. Aunque el mayor problema para Xabi Alonso está, paradójicamente, en sus mejores hombres.

Mbappé se salió del mapa de la fase de grupos por un virus estomacal. Fue entrando paulatinamente hasta que contra el conjunto francés, Xabi Alonso no se atrevió a sentarle ni tampoco a Vinicius. Con los dos en liza, el Real Madrid perdió el sentido de la presión. Además, el 4-3-3 descompensó la partida en el centro del campo, donde actualmente Luis Enrique tiene a los mejores jugadores más en forma del mundo: Vitinha, Joao Neves y Fabián. Pero son sus creaciones, de ahí que la petición de Xabi Alonso para tener un creador puede ser responda con un «con esto tenemos suficiente».

Más del 95% de apoyo en cada campo de EEUU

Más allá del regreso de Militao y Carvajal, la gran noticia para el Real Madrid, o más bien para la FIFA, fue el tirón que tiene el club en EEUU, donde jugó de local todos los partidos. Lo hizo con una mayoría aplastante, hasta el punto de que el aforo de los campos de las ciudades en las que jugó (Miami, Filadelfia, Charlotte y Nueva Jersey) siempre fue del 95% a su favor. Con más de 67.000 habitantes, fue el único de los 32 participantes que colgó el cartel de ‘sold out’, con más de 67.000 espectadores de media.

Fueron los que se pusieron de su lado cuando Kolo Muani falló ante Courtois un mano a mano en octavos o cuando el propio portero belga evitó que el Borussia llevase los cuartos a la prórroga. Este fue el aviso más serio que acabó convirtiéndose en una amenaza de muerte frente al PSG. Luis Enrique minimizó a Xabi Alonso en su primer enfrentamiento. De repente, los drones, las sesiones de video y la flexibilidad táctica que le permitió pasar de un 5-3-2 a un 4-3-3 o 4-4-2 con facilidad se convirtió en una amalgama de líneas en el que nadie se movía con criterio.

“En el fútbol hay que ser flexible, dinámico. Quiero que sepamos elegir los momentos, que tengamos el control con el balón y sin él. Que manejemos los diferentes contextos, lograr un juego proactivo y con iniciativa”, ambicionó el día que empezó una aventura que empezó con ilusión y que, tras la no consecución del Mundial de Clubes, ha terminado en desengaño. Una sensación amarga que no se cura con descanso, como el que ahora tendrán los jugadores, sino con trabajo.

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