Hace cincuenta años Queen editaba en el Reino Unido su epónimo álbum debut. La prensa de 1973 recibió la opera prima de de Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor con una serie de comparaciones entre nombres del rock pesado y el progresivo. En rigor, lo que se escuchaba era una cruza entre el hard rock post-Hendrix y Zeppelin con toques de progresiva, glam y algo que inequívocamente emergería como un estilo propio del grupo.
Barry Mitchell, uno de los tres predecesores de John Deacon en el bajo y por eso, candidato a Pete Best de Queen, recordó la música del grupo en 1970 como una cruza de Yes y Led Zeppelin. Para el boom de A Night at the Opera (1975), Mitchell tenía a cargo un negocio de artículos de electricidad.
Deacon, irónicamente graduado en electrónica, fue la cuarta pata de la clase de mobiliarios antiguos, elegantes y caros que a Freddie Mercury le gustaba comprar. Hay argumentos de sobra para sostener que Mercury fue la pata principal del grupo, aunque el aporte musical de Brian May fue igual de importante.
En sintonía con la memoria de Mitchell ante el biógrafo Mark Blake, la revista Melody Maker opinó que en los surcos de ese LP de 1973 se encontraban huellas de Yes (intento de la crítica de asimilar los arreglos vocales) y Black Sabbath (ídem con los riffs), pero con un derrotero original; mientras Rolling Stone tiró el nombre la banda más grande de entonces: Led Zeppelin. El NME adelantó una tendencia de la crítica rock a ser dura con el grupo: “Un balde de orina rancia”. Con los años, más de una vez Rolling Stone los tildaría de “fascistas”.
Para julio de 1973, Queen ya estaba viejo. Estuvo siete meses en gateras esperando un sello. En sus shows de entonces, iban adelantando material de Queen II, que entrarían a grabar en agosto: éste fue el primer álbum en editarse en la Argentina por EMI bajo la célebre etiqueta Convivencia Sagrada.
Smile duró hasta que Staffell dijo adiós: grabaron seis temas, dos de los cuales fueron editados en un simple. Para este cincuenta aniversario no es solo importante que Mercury pasó de hacer sugerencias al grupo a sumárseles a May y Taylor -con quien el cantante había comenzado a vender ropa en una feria- sino que el segundo tema de Queen es una canción de May y Stafell.
Doing Alright no es solo el único momento del álbum donde May toca piano, sino que fue regrabada por una suerte de reunión de Smile para la biopic/fantasía de 2018 Bohemian Rhapsody. Difícil de creer hoy: tanto May (“bueno como showman; no estoy tan seguro con el canto”) como Taylor (“tenía un extraño vibrato”) tenían inicialmente dudas de Mercury como vocalista.
Cómo era el «demo»
El demo (fue editado como bonus en la reedición de 2011) tenía todas canciones de Mercury y May que irían a parar al debut, y llamó la atención de los hermanos Sheffield, dueños del estudio Trident, uno de los mejores de Londres (en cuyo piano Paul McCartney había grabado Hey Jude, Elton John Your Song y Rick Wakeman Changues y Life on Mars para David Bowie), quienes les ofrecieron trabajar a contraturno en medio de la noche, cuando las instalaciones no estaban ocupadas por figuras como Carly Simon.
También se hicieron cargo del management, y controlaron las grabaciones para poder colocarlas en una discográfica (serían EMI en Europa y Elektra en los Estados Unidos). Un trato que resultaría financieramente perjudicial para el grupo, que tardaría un par de años en liberarse. Death on Two Legs (Dedicated to…), de 1975, es la venenosa despedida de Mercury.
En Trident conocieron al productor Roy Thomas Baker, quien produjo Queen junto a John Anthony y la banda, a quienes guiaría en cuatro álbumes más. Otro de los ingenieros, Mike Stone, también se convertiría en mano derecha del grupo. Hubo un choque inicial entre Baker y Queen -estos lograron conservar, remezclado, uno de los demos: The Night Comes Down– pero esa fricción terminaría dando grandes frutos. Baker además gustaba de citar una expresión recurrente de Mercury, Deary Me, que llegó a considerarse como título, al igual que Top Fax, Pix and Info.
Cuando finalmente Queen fue editado, May lo encontró “pasado de moda”: la mayoría del repertorio tenía un par de años de antigüedad. Lo frustraba que muchas ideas que atesoró por años -guitarras con ecos de cinta o sobregrabaciones- ya no eran novedad. Taylor tampoco quedó conforme con el sonido de su batería.
El retraso en la edición es aludido en ese fragmento de los créditos donde se lee “Representando al menos algo de lo que la música de Queen ha sido durante los últimos tres años (…)”. El grupo tenía nuevo material, incluyendo temas ya compuestos a la hora de grabar el primer LP, y experiencia adquirida para hacer un álbum mejor: Queen II (1974) es su cumbre junto con A Night at the Opera.
Cada guitarra solía estar cuadruplicada; las armonías vocales, otro tanto, al punto que la cinta en dieciséis canales perdía fidelidad. Al menos en ese momento, les gustaba ese sonido pastoso. La ya mencionada Doing Alright tiene la dinámica zeppelineana de primera parte acústica, y una transición a una segunda sección cargada de riffs.
Mercury debuta como autor con Great King Rat (¡Espléndido Rey Ratón en la posterior edición argentina de EMI-Odeón!), otra canción con transiciones eléctricas y acústicas, donde evidencia un interés por mitologías, fábulas y otros tropos del rock progresivo que para 1976 serían un recuerdo en su obra.
Con Liar abriendo el lado B, Mercury cierra una suerte de tríptico partido por las limitaciones del vinilo, con May adaptando los riffs que Freddie arañaba en una guitarra o le mostraba en el piano. Liar en verdad debería haber sido una coautoría; pero Mercury sostenía que quien escribía la letra era el autor. Esta política causaría fricción por derechos editoriales y no sería solucionada hasta que todas las canciones de sus dos últimos álbumes fuesen firmadas grupalmente.
The Night Comes Down reaparece desde 1971 con unas líneas melódicas armonizadas en la Red Special -la guitarra casera de May- e intrincados patrones de guitarra acústica. Le sigue un breve tema escrito y cantado por Taylor (Mercury lo interpretaba en los shows), Modern Times Rock ‘N Roll: como un Rod Stewart anticipando el trash metal, pero con un piano enterrado en la mezcla. Se puede decir que Queen terminó de inventar el género cuando al año siguiente editó Stone Cold Crazy.
Cansados de que los ejecutivos se confundiesen al escuchar la guitarra de May y sus efectos, el grupo cerró los créditos con “… y nadie tocó sintetizador”, una política que mantendrían hasta The Game (1980). Desde entonces, los cuatro miembros los utilizarían, a veces a costa de resignar identidad.
Con una portada con una imagen brumosa de Mercury, brazos en alto con el que sería su característico micrófono de medio pie, el álbum no pasó del puesto 32 en su país. El simple fue rechazado por las radios. Dos meses después, se publicó en los Estados Unidos, donde se clavó en el casillero 83 de Billboard. Tras el éxito cosechado en 1975, Queen reentró en los charts británicos número 24. Eventualmente, se convertiría en un disco de oro a ambos lados del Atlántico. Pero originalmente, la movida tuvo sabor a poco.
Con su balance descrito en el primer párrafo, el factor camp de Queen es mínimo, mientras su excentricidad e inventiva es distinta de que la que luego los asociaría con otros idiosincráticos grupos británicos como, por ejemplo, 10CC. Pero Queen es la aún no del todo descubierta primera joya en la corona.
POS