Impresionadísimo me he quedado con la reapertura del Templo Romano. Cualquier cordobés que pase por allí por la noche por fuerza se tiene que sentir algo más orgulloso de la ciudad y de nuestra herencia romana, que es mucho más actual de lo que pensamos.
Por ejemplo, hace poco supe de la ‘Tábula Gladiatoria’, un bronce hallado en Itálica que está en el Museo Arqueológico de Madrid. Se trata de una copia de las cientos que se repartieron por todo el Imperio para regular los juegos de gladiadores, que entonces no se concebían como una actividad sangrienta sino una mezcla de deporte-espectáculo-fiesta popular. Y es lo más curioso con lo que me he topado últimamente por su tremenda actualidad. En la misma, el sabio emperador oriundo de Córdoba Marco Aurelio reflexiona sobre quién debe pagar los espectáculos públicos (si la empresa privada o el emperador-erario público), si el gasto en los mismos debe tener un tope, la conveniencia de destinar tal o cuál dinero a fiestas o a obras de mejora de la ciudad o si el beneficio debe ir a los lanistas (empresa privada) o a las arcas públicas. Incluso pone un tope a los sueldos que cobraban los ‘empresarios’ por los gladiadores. Nadie se atrevería hoy a ello con las estrellas del deporte. Mil sestercios era lo mínimo para el ‘gregarii’ de menor rango y carne de cañón en el espectáculo más baratito y 15.000 sestercios máximos para el gladiador de mayor nivel en tardes de postín. Por entonces, con un sestercio podías comprar media hogaza de pan o, aproximadamente, medio litro de vino. Una esclava se vendía por unos 2.400 sestercios.
Cuento todo esto porque recientemente el Consejo del Movimiento Ciudadano ha recordado la promesa de que, antes de llegar el verano y todo se deje para el próximo año, el Ayuntamiento y los colectivos debatan aspectos de las fiestas populares. Quieren hablar de cómo evitar la masificación en algunas cruces, apostar por la calidad más que por la cantidad de estas instalaciones, inversiones en la Feria, medidas que abaraten los montajes y el despilfarro de decenas de miles de euros de levantar casetas para retirarlas en ocho días…
Ya ven. Llevamos dos mil años a vueltas con las fiestas y somos tan romanos que nos sigue encantando discutir. No hay datos, pero apostaría unos sestercios a que en la Corduba capital de la Bética los debates para mejorar los juegos de gladiadores y las carreras de cuádrigas en el circo ya se dejaban siempre para después del mes de Augusto, para después del verano.