El día 26 de diciembre, bajo un entorno histórico precioso como es el Arco del Triunfo, se estrenó musicalmente al público el grupo genuinamente cordobés La Corredera. La corporación local apostó y acertó pues la afluencia entusiasmada de gentes fue sencillamente apoteósica, auspiciada en sí misma de saber que no solo estaba escuchando calidad y una puesta en escena propia de los grupos míticos, sino que esos chicos eran de los suyos, gente de nuestras calles que se sienta en las plazas haciendo música sin trampa ni cartón. Pero no solo ese es el secreto del grupo La Corredera: es que se lo han currado ellos solitos demostrando que las redes sociales, bien utilizadas, no son una vulgaridad de chismes y ganas de hacer daño sino un mágico instrumento para que los humildes lleguen al pueblo y que este los apoye y este apoyo sea tan descarado que las instituciones y medios tradicionales dominados por los poderosos no tengan más remedio que darles una oportunidad. Porque La Corredera da para mucho; no hablamos de un producto perecedero o de una moda artificial creada para un momento dado e idóneo. No. Yo no sé qué pasará porque la vida es muy complicada. Pero la puesta en escena de este conjunto musical me puso en la mente a Mecano, Ketama, Pata Negra, Danza Invisible, Gabinete Caligari, Los Ronaldos… coño, en algunos momentos me recordaron a los Rolling y en especial uno de ellos -desenvolviéndose en el escenario- a Mick Jagger. Porque ellos no son producto, son artistas. La prueba es que, a pesar de lo pegadiza de una de sus canciones, como es el Quítate que me pongo yo, luego interpretaron rancias bulerías lentas con maestría, compás y duende, algo -con todo respeto- muy ausente en otras formaciones con éxito porque cantar flamenco de verdad es tremendamente difícil. Solo me queda pedirle a Dios que los apoye y les permita subir siempre al escenario con esa preciosa sonrisa de pueblo que tienen y se bajen, sin saberlo, como las estrellas que son.
*Abogado
