InicioSociedadSomos solidarios los españoles?

Somos solidarios los españoles?

En estos días previos a la Navidad, las agendas públicas de las ciudades se llenan de citas solidarias que invitan a la participación ciudadana –y a su colaboración económica–, a menudo con la presencia de algún rostro conocido a modo de reclamo, pero siempre por una buena causa. Solo en Barcelona, en la última semana se ha celebrado media docena de actos benéficos, entre carreras populares, partidos de fútbol, menús solidarios y recitales, que aspiran a tocar la fibra sensible de la ciudadanía y a rascar su bolsillo para recaudar fondos y destinarlos a fines como la cura de enfermedades raras, la asistencia a personas desfavorecidas o el apoyo a víctimas de conflictos bélicos.

Las entidades que se dedican a la solidaridad saben que diciembre es temporada alta para la captación de donaciones y en estos días echan el resto para atraer nuevos socios y cuadrar sus presupuestos. De hecho, este mes recaudan de media un 20% más que en el resto del año. «La Navidad es un tiempo de reflexión y empatía y la gente se anima más fácilmente a colaborar. Las campañas navideñas suelen funcionar bien», reconoce Nacho Esteve, vocal de la Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo, que agrupa a las principales oenegés del país.

Más allá del factor estacional, los profesionales de este sector describen con optimismo, aunque no exento de cautela, el momento que vive hoy el altruismo en nuestro país. Nunca hubo tantas entidades recaudando dinero para atender tantas causas y tan variadas –desde las relacionadas con temas médicos a las que combaten la pobreza o la marginación; desde las que curan problemas sociales en nuestro entorno a las que se preocupan por tragedias humanas en regiones lejanas–, ni estas contaron con tantos socios, ni sus aportaciones fueron tan elevadas.

La solidaridad goza de buena salud en España, como prueban las cifras que manejan las organizaciones y confirman sus gestores, pero estos advierten de que el ritmo de crecimiento de las donaciones es cada vez menos intenso y que, por el contrario, en los últimos tiempos han subido de volumen los discursos insolidarios que cuestionan el trabajo que hacen las oenegés y los fines que persiguen, un clima de sospecha que hace apenas tres años no existía.

Donaciones

En el ejercicio fiscal de 2023 –el último con resultados consolidados–, un total de 4,25 millones de contribuyentes comunicaron a la Agencia Tributaria que habían realizado donaciones a entidades sin fines lucrativos, por los que se desgravaron 714 millones de euros. Seis años atrás, en 2019, la cifra de españoles que se declararon donantes no superaba los 3,8 millones, que en aquel ejercicio se desgravaron 569 millones de euros. En un informe publicado el pasado mes de octubre, la Asociación Española de Fundraising (AEFr), que promueve la filantropía en nuestro país y monitoriza el desempeño de las principales organizaciones benéficas, se congratulaba de este aumento contante y sonante de la solidaridad en España, aunque advertía de que esa curva era cada vez más plana y que las donaciones apenas habían crecido un 1,4% en el último ejercicio.

Miembros de varias ONG se concentraron ayer en el Jardín de Palestina, en Madrid, para reclamar que se garantice la ayuda humanitaria. Decenas de personas con carteles durante el acto en el que varias ONG piden garantizar el acceso humanitario a la Franja de Gaza, en el Jardín de Palestina, a 5 de abril de 2024, en Madrid (España). Después del bombardeo que mató, el pasado 2 de abril a siete miembros de la ONG del chef José Andrés, más de 200 cooperantes han fallecido como consecuencia de los bombardeos de Israel a Gaza. Tras los últimos hechos, la organización World Central Kitchen junto a Open Arms han suspendido temporalmente la entrega de alimentos a los refugiados gazatíes. 05 ABRIL 2024 / Alberto Ortega / Europa Press 05/04/2024

En su ‘Observatorio del Fundraising’, la AEFr hace un seguimiento de las cuotas que aportan los socios de las oenegés, que han pasado de los 143,45 euros anuales que donaban de media en 2018 a los 154,58 que dieron en 2024. «La implicación de los españoles en el sector de la solidaridad es buena, nada que ver con décadas pasadas, pero aún no igualamos a los países anglosajones o los nórdicos, donde el nivel de asociacionismo es mayor», señala Fernando Morón, director de la Asociación Española de Fundrising, a cuento de una de las particularidades que presenta el altruismo en este país: «Los españoles somos muy emocionales y funcionamos por impulso. Cuando hay una catástrofe humanitaria, como una guerra, un terremoto o una inundación, aunque sea en un lugar lejano, somos los que más nos movilizamos y enseguida hacemos grandes donaciones, como pasó tras el terremoto de Haití o en conflictos bélicos como el de Ucrania o Gaza. Pero lo de inscribirnos como socios de una oenegé y hacer aportaciones regularmente, no lo llevamos tan bien, aunque luego somos muy fieles y, cuando nos apuntamos a una organización, solemos quedarnos mucho tiempo», añade.

«La filantropía es propia de países desarrollados. España, por su historia, se incorporó tarde y no fue hasta finales de los años 80 y principios de los 90, a raíz de movilizaciones como la del 0,7, cuando la sociedad empezó a implicarse en cuestiones como la ayuda al desarrollo. Hoy existe en la ciudadanía una mayor conciencia de que debemos ayudar y colaborar», destaca Nacho Esteve, que lleva dos décadas trabajando con entidades sin ánimo de lucro y extrae una conclusión «positiva» cuando compara la foto de la España solidaria de hace 20 años y la de ahora.

Perfil del socio

Según el último ‘Estudio de la Realidad del Socio y el Donante’ elaborado por la AEFr, casi cuatro de cada diez ciudadanos mayores de 18 años (38% de la población) declaran haber hecho alguna aportación económica a una entidad sin ánimo de lucro en el último año (hace una década, ese porcentaje apenas llegaba al 25% de la sociedad), y seis de cada diez aseguran haber colaborado puntualmente en alguna ocasión.

El perfil medio del socio activo de oenegé en nuestro país es el de una mujer (el 60% de las aportaciones tienen origen femenino), de entre 55 y 60 años, urbanita (más de la mitad vive en ciudades de más de 100.000 habitantes), con un nivel económico medio-alto. «Pero esto no retrata al completo la solidaridad que hay en nuestra sociedad», advierte Mar Companys, vocal de la LAFEDE, organización que aglutina a 135 entidades catalanas del campo de la cooperación, que añade: «En los últimos años, los jóvenes han demostrado que pagar una cuota de una oenegé no es la única forma que hay de expresar el compromiso y han optado por participar en acciones directas, como ayudar en la dana de Valencia, participar en las manifestaciones pro Palestina, o apoyar campañas online. Eso también es solidaridad».

Lo que ha cambiado poco en los últimos años es la lista de causas que concitan más apoyos, que sigue capitaneada por la lucha contra el hambre y la pobreza, seguida por la ayuda a la infancia, la atención humanitaria en catástrofes o guerras, la defensa de los animales, las cuestiones médicas y el apoyo a las personas vulnerables. Entre las motivaciones para decidirse a dar dinero a una organización o colaborar con una campaña, los donantes destacan la creencia de que así ayudan a mejorar ese problema, que dicha entidad les inspira confianza o que ese gesto les hace sentirse mejores ciudadanos.

GRA035. VALENCIA, 19/04/2015.- Doce mil mujeres han tomado la salida esta mañana, desde la avenida del Puerto de Valencia, de la undécima edición de la Carrera de la Mujer que dona 100.000 euros para la Asociación Española Contra el Cáncer y la lucha con el cáncer de mama. / EFE/Manuel Bruque

Aparte de buena salud, goza de un alto prestigio social en nuestro país. En el Eurobarómetro de 2022 –el último que preguntó por estas cuestiones– los españoles destacaban entre los europeos que apoyan con más fervor que sus gobiernos se impliquen en la lucha contra la pobreza en el mundo. Un sondeo similar elaborado a nivel nacional por el CIS en 2024 reflejaba que el 74% de los ciudadanos de este país están a favor de destinar dinero público para mejorar las condiciones de vida de los países en desarrollo.

Esta simpatía popular hacia la cooperación internacional contrasta con la escasa aportación que España hace en esta materia. De los 32 países que forman parte del Comité de Ayuda al Desarrollo de la OCDE, el nuestro ocupa el puesto 22, con una rácana colaboración del 0,25% del PIB, y muy lejos del 0,7% perseguido desde hace décadas.

Diferencias geográficas

A nivel autonómico, las cuantías que se manejan no son mejores, aunque presentan notables diferencias geográficas: frente a los 29,62 euros por persona que Navarra dedica a cooperación internacional -la que más de toda España-, Murcia apenas invierte 0,68 euros. Catalunya, con 11,77 euros por habitante está por encima de la media, pero llama la atención el caso de Madrid, una de las comunidades más ricas del país, pero que solo se gasta en ayuda al desarrollo 0,68 euros. «No da ni para pagar un café, pero es la decisión política del gobierno autonómico madrileño», señala Nacho Esteve.

«En materia de solidaridad, los gobiernos no están a la altura de lo que demanda la sociedad», se queja Mar Companys, que se agarra al clavo ardiendo de que, al menos, el ejecutivo español ha prometido mantener su aportación a la cooperación internacional, mientras Francia, Alemania y Reino Unido han anunciado recortes y Estados Unidos ha eliminado su programa USAid.

Las entidades benéficas son conscientes de que no soplan vientos a favor de la solidaridad en la esfera internacional, aunque la mayor preocupación de este sector es el vuelo que están cogiendo los discursos que cuestionan su trabajo. «De momento son voces minoritarias que solo hacen ruido, pero hay que estar atentos para que no calen en la sociedad», avisa Jaime Gregori, director del área de captación de Cruz Roja Española.

Esta organización es destinataria a menudo de desprecios y reproches lanzados en las redes sociales –y promovidos por formaciones e ‘influencers’ de ultraderecha– por su labor asistencial con las personas migrantes, y en la dana de Valencia sufrió un feroz acoso alimentado por noticias falsas. «Trabajar así no es fácil, pero esto refuerza nuestro compromiso de atender a las personas por razones humanitarias y bajo criterios de imparcialidad», responde Gregori, que se aferra a un dato y aun convencimiento íntimo: «A pesar de aquella campaña de desprestigio, en la dana recibimos 100 millones de euros en donaciones. Que nadie se confunda: los españoles somos solidarios», afirma.

Suscríbete para seguir leyendo

Más noticias
Noticias Relacionadas