«Detrás de cada historia hay dolor y también fuerza, resiliencia y esperanza», destacó este sábado Carme Bosch, directora general de Salud Mental. Además de enfrentarse al duelo por la muerte del ser querido, «una experiencia profundamente dolorosa», los supervivientes del suicidio —familiares, amistades o compañeros de trabajo, entre otras personas cercanas— tienen que lidiar «con sentimientos como la culpa, la rabia, la vergüenza y el estigma social». La psiquiatra abrió el acto organizado por su departamento con motivo del Día Internacional de los Supervivientes por Suicidio, que se conmemora el tercer sábado de noviembre, una celebración para dar visibilidad a este duelo.
Se estima que por cada defunción por suicidio entre seis y diez personas quedan afectadas de manera profunda y duradera. En Baleares, en 2023 se registraron 87 muertes por esta causa, según el Instituto Nacional de Estadística. La tasa de muertes por suicidio, por cada 100.000 habitantes se sitúa en las islas en 7,1, por debajo de la estatal (8,5), señala la conselleria de Salud.
En un sentido acto celebrado en la sede de la Cámara de Comercio, en Palma, en el que no faltó la música que tanto ayuda a sanar, dialogaron la psicóloga Xisca Morell y la comunicadora y terapeuta holística Silvia Melero, ambas supervivientes del suicidio de dos familiares.
En primer lugar, Morell, psicóloga y superviviente al suicidio de su hermano e impulsora de redes de apoyo (ha sido presidenta de la Asociación Familiares y Amigos de Supervivientes al Suicidio de las Islas Baleares), reconocía a todas aquellas personas a las que «les ha costado la vida venir», cuando «aún la palabra suicidio te arranca el alma».
«Nadie decía la palabra suicidio. Esto es lo que ha sucedido, yo no me avergüenzo de mi hermana»
Silvia Melero
— Terapeuta holística
La psicóloga se abría para contar que «si algo me ha ayudado en los momentos más duro en el duelo por el suicidio de mi hermano ha sido el agradecimiento». Y así agradeció el haber podido compartir su historia para sanar o la energía «de poder hacer cosas después de no poder hacer nada» y a su hermano, «su imagen porque me ha sostenido». «¿Qué nos pasa cuando empezamos a mirar el dolor del otro?», se preguntaba. «El agradecimiento y la compasión a mí me ayudó», confesaba para recordar una frase de un conocido que ayer no pudo acompañarles: «Transmitís amor a través de los ojos tristes».
Silvia Melero, Carme Bosch, Lola Gabaldón y Xisca Morell. / MANU MIELNIEZUK
Xisca Morell le daba paso a Silvia Melero para que disertara sobre su libro Luto en colores, en el que aborda el dolor desde la libertad emocional, la compasión y la ruptura del tabú, desde la experiencia del suicidio de su hermana psicóloga, quien «amaba la vida, pero no la quería vivir así» y con 36 años decidió irse. «El duelo es un proceso natural, no es una enfermedad«, advertía Melero. La periodista recordaba la llamada informando de la muerte de su hermana, ir a la comisaría (…), pero nadie decía la palabra suicidio. «Esto es lo que ha sucedido, yo no me avergüenzo de mi hermana».
«A mí me costó mucho perdonar al psiquiatra», reconoce Xisca Morell
«A mí me costó mucho perdonar al psiquiatra —reconocía Xisca Morell—, el viaje hacia el perdón también fue muy sanador».
Salud está poniendo en marcha diferentes proyectos para tender a los supervivientes del suicidio como grupos de ayuda mutua, atención terapéutica o talleres. Ante una crisis se ha de llamar al 061 o bien al 112 o acudir a urgencias. Otras opciones, el teléfono de atención a la conducta suicida, 024; el teléfono de la Esperanza 971 46 11 12, y el de la Fundación ANAR: 116 111.
Suscríbete para seguir leyendo
