El ajuste de los sucesivos gobiernos en los últimos años bajo el régimen del FMI, y especialmente en la gestión de Milei, generó una pérdida de poder adquisitiva de las familias trabajadoras, que deben recurrir a distintas estrategias de compensación de ingresos y de supervivencia. No sólo crece el pluriempleo, también el endeudamiento y el desahorro.
Pago con tarjeta, en cuotas o fiado, préstamos con entidades financieras pero también con familiares y amigos, y hasta el desprendimiento de ahorros son moneda corriente en el último tiempo. El informe sobre estrategias de manutención que publicó este martes el Instituto de Estadística y Censos (Indec) en el primer semestre de 2025, uno de cada cuatro hogares pidió préstamos y el 50,9% compró en cuotas o al fiado.
Hace más de dos décadas, en el año 2003, las compras en cuotas o al fiado eran menos de la mitad, del 22% de los hogares. Asimismo, el porcentaje de familias que pidió préstamos a bancos o financieras subió del 3,4% al 14,2% en el mismo período.
El informe también arrojó que en 2025 el 22,5% de los hogares con bajos ingresos (que incluye a los primeros cuatro deciles más aquellos hogares sin ingresos monetarios) solicitaron un préstamo con familiares o amigos. Mientras que los hogares de estratos de ingresos más altos se endeudaron principalmente con bancos y entidades financieras.
De esta forma, en los sectores de menores ingresos domina el crédito informal, frente al 8,3% del estrato alto.
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Se destaca también de los datos una grave descapitalización que se agrega al endeudamiento. El 40,8% de los hogares utilizó ahorros o vendió pertenencias durante el período en cuestión para afrontar consumos. De esa porción, la gran mayoría corresponde a hogares de ingresos medios y bajos.
En 2003, sólo el 19,9% de los hogares recurría a los ahorros para afrontar sus gastos, pero en la actualidad esa cifra trepó al 37,4% de los hogares.
De conjunto, el informe del Indec basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) muestra que si bien el trabajo remunerado sigue siendo la principal fuente de ingresos (78,3% en 2003, 82% en 2025), hay una segunda capa de ingresos proveniente de ingresos no laborales (jubilaciones y ayudas económicas), pero también de un creciente endeudamiento.
El peso de los planes sociales y ayudas económicas se triplicó entre 2003 y 2025, del 4,5% al 14,6%. Pero también se observa un fuerte crecimiento de la recurrencia de las familias al crédito, préstamos e incluso el desahorro o descapitalización como estrategias de supervivencia.
Esta imagen de las condiciones de reproducción de las familias trabajadoras no sorprende en un contexto de precarización de las condiciones de trabajo y de vida, en las que en los años de crecimiento económico extraordinario la población pobre no baja del 25%, y en contextos de crisis llega a superar el 50%, con graves resultados en materia de pobreza infantil e inseguridad alimentaria.
El gobierno de Milei busca avanzar aún más en la quita de derechos mediante una reforma laboral que sólo promete incrementar los grados de explotación y precarización laboral, que afecta tanto a quienes son trabajadores formales como a los informales.
El único camino para ponerle un freno a ese ataque la organización y movilización de toda la clase trabajadora, con un paro general y un plan de lucha, imponiendolo desde abajo a las conducciones sindicales.
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