La oficial naval, nacida en Cosquín, cumple desde hace más de nueve meses con la misión de ser segunda al mando en una de las bases más emblemáticas de la Antártida. Su historia fue recogida en una entrevista realizada por La Gaceta Marinera, medio oficial de la Armada Argentina, que retrata tanto la dureza del continente blanco como la fuerza de una mujer de Punilla que se abrió camino en un rol histórico.
Una cordobesa en la Antártida
Lorena Alejandra González nació el 9 de enero de 1987 en Cosquín, la Capital Nacional del Folklore. Creció en el barrio La Toma, rodeada de su familia numerosa —es la segunda de seis hermanos— y de los paisajes del Valle de Punilla que siempre lleva en la memoria. En 2007 decidió unirse a la Armada Argentina tras la visita de cadetes navales a su escuela secundaria, el IPEM Nº 157 “Presidente Sarmiento”. Aquella experiencia marcó el rumbo de su vida.
Hoy, con 38 años, González ocupa el cargo de Segundo Jefe de la Base Antártica Conjunta Marambio. “Cada día en la base es una demostración de trabajo en equipo, superación y compromiso”, resume la oficial al describir la vida en un entorno hostil donde la meteorología define cada paso.
Desafíos en un continente extremo
Su llegada a Marambio no estuvo exenta de dificultades. Apenas instalada, un brote de salmonela afectó a gran parte de la dotación, obligándola a coordinar esfuerzos adicionales para mantener las operaciones. La experiencia reforzó su convicción de que la supervivencia en la Antártida no depende de la fuerza individual, sino de la cooperación y la humildad frente al entorno.
Como segunda jefa, es responsable de la administración del personal, el control operacional, la logística y la seguridad de la base. Su función garantiza que Marambio pueda seguir funcionando aún en ausencia del jefe de base. “Convivir y ser jefe en la Antártida demanda un liderazgo que exige paciencia, flexibilidad y empatía. Muchas veces el rol del líder se convierte en el de consejero y confidente”, sostiene.
Orgullo y responsabilidad
Cuando fue notificada de que era la primera mujer naval en ocupar este cargo, González lo vivió como un orgullo y una gran sorpresa. “La Antártida no distingue géneros; lo que cuenta es la preparación y el compromiso. Haber llegado a este puesto es una oportunidad para abrir camino”, reflexiona.
El crecimiento de la presencia femenina en campañas antárticas ha sido notorio en los últimos años, pero los cargos de conducción aún son terreno en expansión. Su designación marca un hito en la historia de la Armada Argentina y la transforma en referente para nuevas generaciones de oficiales.
Recuerdos de Punilla y raíces familiares
A miles de kilómetros, Lorena mantiene vivo el vínculo con su tierra natal. Extraña los asados en familia y las empanadas de su madre. Sus hermanos Jesús Pablo, Nahuel y Ayelén viven en Córdoba, mientras que Diego y Claudio también siguieron la vocación naval y hoy sirven en la Base Naval Puerto Belgrano.
En Marambio, Lorena encuentra en el deporte y las caminatas una manera de sostener el equilibrio físico y emocional de la dotación. Durante el verano participan en salidas guiadas por la isla; en el invierno, cuando la oscuridad y el frío arrecian, el gimnasio se convierte en refugio indispensable.
Un camino que inspira
La base Marambio, fundada en 1969 y situada sobre una meseta de 200 metros de altura, reúne a 77 personas entre militares, científicos y técnicos. En ese contexto, la coscoína se destaca por su rol de conducción y por su capacidad de adaptación. “Cumplir una función en la Antártida es como estar en una escuela de liderazgo”, asegura.
Antes de concluir, deja un mensaje a los jóvenes de su tierra: “Anímense a soñar y a descubrir nuevos horizontes; la capacidad está en cada uno, solo hay que atreverse”.