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El verano del boicot: de los festivales de KKR al señalamiento a Radiohead

Primero fueron los festivales de la órbita KKR, conglomerado estadounidense acusado de tener intereses inmobiliarios en Israel y en sus territorios ocupados. Luego Rosalía, a quien se exigió pronunciamiento sobre la guerra en Gaza, y no bastó con una condena pública: debía hablar de ‘genocidio’ para acallar las críticas (y no lo ha hecho). Mientras, ha crecido la tensión en torno a Eurovisión-2026: Eslovenia ya ha anunciado que no participará si se permite que tome parte Israel. Y lo último, estos días, es apuntar a Radiohead y pedir el boicot de sus próximos conciertos en Madrid (del 4 al 8 de noviembre), alegando el “silencio cómplice” de la banda ante “el genocidio de los palestinos en Gaza” (en palabras del movimiento BDS).

¿Qué consecuencias prácticas tienen estos señalamientos públicos? Por lo que respecta a los festivales (son españoles 22 de los 63 que abarca KKR, a través de la empresa de ‘entertainment’ Superstruct), si bien hay un intangible relativo a la reputación de cada marca, lo cierto es que la respuesta del público no se ha resentido. El Sónar cerró con 161.000 asistentes, 7.000 más que el año pasado. El castellonense Arenal Sound igualó su récord de 300.000, y el Resurrection Fest, en Lugo, lo batió con 141.000. Semejantes balances presentaron el albaceteño Viña Rock (240.000), el coruñés O Son do Camiño (135.000) y el oscense Monegros Desert Festival (50.000), mientras que el FIB, de Benicàssim, es el único que se ha anotado un leve descenso, de 5.000 personas, situando el balance en 130.000.

Segundo día del Festival Sónar 2025 / JORDI OTIX

Bajas en los carteles

Todos estos festivales afrontaron bajas de algunos de los artistas, significativas en el caso del FIB (Residente, entre otros) y en Viña Rock (Fermin Muguruza). En el Sónar, muestra que emitió sucesivos comunicados desvinculándose de “cualquier acción de KKR”, asegurando que sus beneficios no iban a parar al conglomerado, cayeron 30 de los 117 artistas, reemplazados por otros, y tocó especialmente la moral de la organización la renuncia de Arca, artista que ha crecido con el festival y la única con estatus de cabeza de cartel.

Hay artistas que han nadado entre dos aguas, manteniendo sus actuaciones y salpicándolas con pronunciamientos sobre Gaza: Maria Arnal, Alizzz o, en Arenal Sound, Bad Gyal. Todo ello tiene equivalencia en la esfera internacional, donde ejercen un rol activista músicos como Brian Eno, que está ahora al frente de un festival, Together for Palestine, que tendrá lugar el 17 de septiembre en el Wembley Arena, con artistas como Damon Albarn, James Blake o Bastille.

Alizzz durante su actuación en Sónar 2025 / JORDI OTIX

De Serrat y Sabina a Radiohead

Impulsando las campañas está BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones), movimiento internacional de largo currículo en señalamientos de artistas que han ofrecido conciertos en Israel: desde Serrat y Sabina (que en 2012 cerraron gira en Tel Aviv) a Nick Cave, que respondió tachando de “cobardes y vergonzosos” los llamamientos al boicot (y que ha mantenido choques dialécticos con Roger Waters, muy pro-BDS). También a Red Hot Chili Peppers y a Radiohead. Este último grupo centra ahora un nuevo episodio: la consigna, oficializada en X, de boicotear sus próximas actuaciones en el madrileño Movistar Arena. La esposa del guitarrista, Jonny Greenwood, es israelí, la artista visual Shin Katan, y se atribuye a la banda británica una connivencia con las políticas del país.

Su cantante, Thom Yorke, publicó el pasado mayo un comunicado asegurando que la “intimidación y difamación” estaban “afectando gravemente” su salud mental. Criticó sin rodeos a Netanyahu “y a su grupo de extremistas, que están totalmente fuera de control”, apunte que acompañó significativamente de un recordatorio de los “actos horribles” perpetrados por Hamás, que “se esconde tras el sufrimiento de su pueblo en una postura igualmente cínica”.

Thom Yorke, durante un concierto de Radiohead en 2017. / Nigel Roddis

Pasado el verano de los boicots, llegará el otoño. Los festivales, a diferencia de este año, en que la tormenta les estalló en las narices, tienen tiempo de calcular cómo arman sus carteles de 2026. Prosperarán los debates sobre la propiedad de la cultura, si bien revertir los vínculos con KKR es complejo. Visto el balance de los festivales, no parece que las polémicas, muy vivas en las redes y no tan condicionantes en la vida ordinaria, amenacen los planes de dominación mundial de Rosalía para 2026-27, ni los llenos de Radiohead en Madrid. Los señalamientos, que cuando Israel forma parte de la ecuación adquieren una intensidad inédita, seguirán mientras la tragedia de Gaza no remita o, vistos los precedentes, seguramente también después de ella.

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