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Borja Jiménez o el triunfo de la fe

Feria de Belmez

Ganado: seis toros de Carlos Núñez, escasos de todo excepto el tercero, noble y pastueño, con calidad. El resto, sosos, mansos, deslucidos y sin presencia.

Sebastián Castella: pinchazo, pinchazo hondo y descabello (palmas) y tres pinchazos y estocada trasera (ovación).

Borja Jiménez: pinchazo y estocada (oreja) y pinchazo y estocada (dos orejas).

Manuel Román: media caída, pinchazo, media y un descabello (ovación) y pinchazo, media estocada y descabello (palmas tras aviso)

Plaza: Plaza de Toros de Belmez. Más de media entrada en tarde calurosa. En cuadrillas, han saludado montera en mano Felipe Gravito y Óscar Reyes tras parear al tercero.

Borja Jiménez es un torero con poder, con técnica, con temple y con fe. La fe es clave. Ver toro donde otros no lo catan. Porque Borja ve toro siempre, en todos los terrenos, en todas las condiciones, es su mérito, es su capacidad. Esta tarde en Belmez ha dejado claro que es torero de ferias, que es figura del toreo. Aunque no termine de entrar en los grandes carteles, bloqueado por un sistema de toreros tan eternos como estancados, Borja Jiménez terminará por mandar si en la balanza que equilibra el valor y al riesgo, el fiel mantiene intacta su integridad física. En el juego de destinos que es el toreo, el sevillano pone todo de su parte para conseguir sobreponerse a toros como los de hoy: sosos, deslucidos, rajados… con la excepción del noble y pastueño tercero. Ha salido a hombros en solitario porque ha sido el que ha apostado, el que lo ha visto claro.

Belmez es una plaza que tiene su aquel. Fundada en 1914 al calor del auge de la minería, mantiene su sabor y hubiera acogido hoy más público de no haber sido porque el calor ha vuelto. En mala hora. No obstante, más de media entrada sirve para salvar los muebles. Y es que el cartel tenía el aliciente de Borja y de Castella junto al cordobés Manuel Román, que se han enfrentado a una corrida de Carlos Núñez muy a modo, terciada y de mal juego en líneas generales. Como decimos, la clarividencia del torero de Espartinas ha tenido el contraste en negativo de la actitud de Castella, muy frío toda la tarde, y de Román, que no ha podido estar a la altura del único toro con calidad de la corrida, el tercero.

Borja Jiménez, a pies juntos, por naturales. / Víctor Merchán

La larga cambiada de Borja Jiménez en el recibo al segundo se convertía así en toda una declaración de intenciones. Lo sacó a los medios por verónicas pero pronto el toro cantó su mala condición. Sin raza, la suerte de varas fue testimonial. Cuidado en el capote de los banderilleros, llegó justo a la muleta del sevillano. Poco a poco le fue tocando las teclas justas para cuajar muletazos sueltos estimables por ambos pitones, pero sin tandas con armazón y continuidad. Un pinchazo y una estocada le valieron una oreja justa y en consonancia con el esfuerzo realizado.

Como el ganado no daba más de sí, Borja Jiménez tuvo que tirar de arrimón y de cercanías en el quinto. Ahí es donde vio toro siempre. Un picotazo en varas y poca capa en banderillas fueron suficientes para mantener al animal en pie, porque aparte de soso y manso, tenía flojera de remos. Sobó al animal con técnica hasta que vistió de fibra, temple y coraje las tandas por ambas manos. Un fandango valiente de una cantaora espontánea le sirvió para establecer una especial conexión con el tendido. Luego, cerradísimo y rajado el animal, del tercio para adentro, tiró de arrimón, de valentía y de recursos. Y eso, como saben, gusta en el pueblo. Tras un pinchazo, cobró una buena estocada y cortó las dos orejas que le valían abrir la puerta grande, una más esta temporada de triunfos.

Román remata una media muy torera. / Víctor Merchán

Manuel Román ha tenido el mejor toro de la tarde, el tercero, pero al torero cordobés se le han visto las costuras porque no ha sabido o no ha podido cuajarlo ni estar a la altura de un animal noble, pastueño, con embestidas templadas. Y eso que el principio prometía porque lo recibió con torería a la verónica y remató de una buena media, pero en la muleta no ha habido acoplamiento ni fibra ni vibración. El trasteo, en el que ha alternado ambas manos, no ha terminado de tomar vuelo porque la colocación, al hilo, y los cites, con la muleta oblicua, no han tenido el fondo para conseguir transmitir con un toro de esa calidad.

Con el sexto, uno de los toros rajados, las dificultades se le han hecho bola al cordobés. No lo veía por ningún sitio. El toro tenía medias arrancadas, rebañaba para los adentros y Román no era capaz de solucionar aquello. Mala tarde de Román, que es cierto que está muy nuevo, pero un toro como el tercero de hoy, no se le debería ir a estas alturas.

Castella, con la derecha, en el primero de su lote. / Víctor Merchán

Y Castella. Ay, Castella. ¿Está aburrido? Desganado, sin transmisión… Es cierto que el lote no ha sido bueno pero una sonrisa, una justificación, un no se qué… Sólo ha habido un atisbo de conexión cuando, tras brindar el cuarto al público, se ha doblado por bajo ligando con enjundia varios doblones. Pero ya. En ese momento, a él y al toro se les encendió el ‘low battery’. Luego, apagón. Con la espada, mal también. Desconfiado, sin fe.

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