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La ultraderecha de Brasil busca un candidato competitivo para las elecciones de 2026 tras quedar descabezada sin Bolsonaro

Jair Bolsonaro no había imaginado una situación tan cargada de patetismo político y judicial. Debe esperar bajo arresto domiciliario y con una tobillera electrónica el dictamen del Supremo Tribunal Federal (STF) por su condición de jefe de un fallido intento de golpe de Estado. En las últimas semanas, y debido a la decisión del juez Alexandre de Moraes de impedirle intervenir en el espacio público y virtual, su capacidad de incidencia en la vida brasileña se redujo sustancialmente. Una condena agravará las limitaciones. El bolsonarismo y otras expresiones de la derecha se preparan para ese escenario, nada menos que a un año de las próximas elecciones presidenciales.

El variopinto espectro conservador se encuentra en los hechos acéfalo desde que comenzaron las complicaciones para el excapitán del Ejército. La lucha por su legado ha comenzado. El gobernador de San Paulo, el principal estado económico, financiero y poblacional de ese país, Tarcísio de Freitas, intenta reunir detrás suyo a las fuerzas e intereses que catapultaron a Bolsonaro en 2019. Aunque no forma parte del Partido Libertal (PL) al que pertenece Bolsonaro, quiere ser el candidato que devuelva a la derecha al poder. Tarcísio, como se lo conoce, intenta moverse como un ajedrecista y trata de prever jugadas futuras en un complejo presente. Cuando Donald Trump, a instancias del bolsonarismo, impuso un aumento de los aranceles a las exportaciones de Brasil, semanas atrás, el gobernador no se plegó a la ultraderecha que celebró la medida. Ese silencio le valió una discordia con Eduardo Bolsonaro, molesto por la indefinición.

El expresidente autorizó al gobernador a asumir un papel protagonista en temas de alcance nacional e interceder en su nombre en negociaciones espinosas. El respaldo tuvo lugar durante una visita de Tarcísio a Bolsonaro, todo un gesto de confianza. Ese encuentro ha entusiasmado a la oposición conservadora. Cree haber encontrado una figura competitiva. Aunque Luiz Inacio Lula da Silva no ha anunciado su decisión de presentarse a la reelección, numerosos analistas lo dan como un hecho.

La bandera de la amnistía

«Sólo que existe una cosa llamada amnistía que derribará todo eso», sostuvo el pastor Silas Malafaia, una de las personas más cercanas al excapitán, y que expresa el deseo más ardiente del bolsonarismo: un perdón «irrestricto». Tarcísio, señaló Bela Megale, columnista de ´O Globo`, apoya la sanción de un proyecto de esa naturaleza en el Congreso Nacional. Para tal propósito ha establecido contactos con el bolsonarista Partido Liberal y otras formaciones conservadoras. Otros sectores aspiran a una solución a que pudiera comprometer en el Parlamento a parte de centroderecha promoviendo un beneficio en principio destinado solo a los participantes del asalto a la sede de los tres poderes, el 8 de enero de 2023.

Cualquiera fuera el escenario, Bolsonaro seguirá siendo inelegible hasta 2030 en virtud de la condena que le impuso el Tribunal Supremo Electoral (TSE) por poner en duda la transparencia de los comicios de 2022 cuando estaba el frente del Ejecutivo.

Con este panorama, Tarcísio está convencido en que es la mejor opción disputar en 2026 la presidencia con el respaldo del expresidente. Ese apoyo tiene sus contraprestaciones. El gobernador dijo el pasado sábado que su primera medida en caso de ganar la contienda será terminar con la privación de libertad de quien sería su mentor. En la noche del lunes se comprometió a asistir al juicio en contra de Bolsonaro que se celebra en Brasilia.

El clan Bolsonaro no ve con los mejores ojos esa posibilidad. Los hijos no renuncian a la hipótesis de presentar a la exprimera dama, Michelle Bolsonaro, como la garante de la herencia. Eduardo Bolsonaro, quien se encuentra en Estados Unidos y está cerca de ser considerado «traidor a la patria» por promover en articulación con el trumpismo las acciones agresivas hacia el Gobierno, también tiene pretensiones presidenciales. El deseo de que «todo quede en familia» puede complicar la agenda derechista en 2026.

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