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Oscuros objetos de deseo

Oscuros objetos de deseo. / ShutterStock

La atención, que se extrae de tu conciencia como el petróleo de un pozo, se ha convertido en una mercancía limitada por la que compiten con ferocidad infinidad de plataformas digitales. Se trata, en fin, de que leas esta frase, y luego la siguiente o veas este vídeo y luego el siguiente, y así de forma sucesiva hasta que olvides a qué hora entraste en esa red y con qué objeto. Imagina que abres una página o una App cualquiera. De inmediato, se envía a una malla publicitaria una señal que incluye información sobre tu ubicación, la clase de dispositivo desde el que trabajas, tu historial de navegación, hora de ingreso e intereses deducidos de todos esos datos. En milisegundos, varios anunciantes reciben el aviso y pujan por mostrarte su producto. Gana el que ofrezca más dinero por atrapar tu interés. El anuncio se carga sin que notes que ha habido una competición por tu mirada. Es un mercado opaco y automatizado donde se tiene en cuenta el contexto exacto en el que te encuentras, incluido con frecuencia tu estado de ánimo. Imaginemos que estás revisando tu cuenta de X/Twitter.

-El sistema detecta que eres un hombre de 30-40 años, interesado en tecnología, que vive en Madrid y que ha buscado ‘bicicleta eléctrica’ en los últimos días”.

-En ese instante, varias empresas que quieren venderte una bicicleta eléctrica reciben una notificación automática: la empresa A ofrece pagar 0,85 € por cada mil impresiones de su anuncio en tu perfil. La empresa B, más agresiva, ofrece 1,10 €. Empresa C solo puede pagar 0,65 €.

-Gana la puja la Empresa B (1,10 €). Su anuncio aparece en tu cuenta y, si haces clic, la plataforma y el anunciante habrán cumplido su objetivo.

En esta lógica, cuanto más valiosa se considere tu atención, más alta será la puja. Y tu valor puede subir si estás en un contexto donde compras con más facilidad (por ejemplo, si es viernes por la tarde), si has mostrado interés reciente en un producto concreto, o si perteneces a un segmento demográfico que el anunciante busca. En otras palabras, no es que te den algo a ti por tu atención; es que se paga por acceder a ella, y ese pago lo recibe la plataforma que controla el acceso y en la que estamos atrapados como moscas en una tela de araña.

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