Una parte de la Península arde desde hace dos semanas y se calcula que los incendios de este mes de agosto serán los más destructivos en décadas. ¿A qué atribuye que los fuegos más graves se concentren en el Noroeste, en las provincias de León, Zamora, Ourense o ahora Cáceres?
Inicialmente, comenzaron incendios por toda la geografía y eso en verano es habitual, una situación típica que en condiciones normales se apagan. Cuando vienen olas de calor, depende de la maestría al afrontarlos, incluso de la suerte o la cercanía de unidades. Hemos descubierto que los de esta semana y la anterior arrancaron con mucha fuerza y están fuera de capacidad de extinción.
¿Son incendios de quinta o sexta generación, como les denominan ustedes?
No tengo datos para decir que sean de sexta generación. Lo dudo. Las categorías de los incendios se deben establecer después de analizarlo todo. Para intentar explicarlo y que se entienda fácil, los de primera generación eran aquellos que apagábamos los vecinos. Y uno de los grandes problemas que tenemos ahora es que hay población que está acostumbrada a esas llamas en los montes y ahora quieren enfrentarse a un incendio mucho más intenso como si fueran fuegos que se apagan con ramas. Ese método no funciona con este tipo de incendios. Los de sexta generación los tenemos registrados en Chile o en Portugal y se comportan como un anticiclón o una borrasca, que modifican todo el clima de la región.
¿Se podrían haber evitado los estragos que han causado esos incendios, con pueblos enteros quemados y hasta zonas que son Patrimonio de la Humanidad?
Totalmente.
«Hay población que quiere enfrentarse al incendio como si fuera un fuego que se apaga con ramas»
¿Y cuáles serían las medidas prioritarias?
Son varias patas de una misma mesa. Por un lado, tenemos que dar el salto a la profesionalización completa del personal, pues hay trabajadores para todo el año y otros contratados solamente en verano. En el caso de Gran Canaria, es todo personal laboral de la administración y están todo el año. También necesitamos mejorar el sector primario y utilizarlo con sinergias que nos favorezcan a los dos. Está claro los ganaderos quieren pastos y nosotros tenemos superficie que ellos pueden mantener, como son los cortafuegos. A los agricultores hay que ayudarles de alguna u otra manera, algo parecido a lo que se hace con los pastores. Si tiene cultivos en una zona que van a defender el pueblo en caso de incendio, puede recibir una compensación por ese servicio que presta. Porque si abandona ese terreno tendremos que entrar a limpiar y supone un gasto económico. Y hay un problema añadido, que necesitamos que se regule o se legisle para que se pueda intervenir en matorrales o zarzales que están abandonados o de personas desaparecidas. Lo mismo pasa con el interfaz urbano-forestal, zonas de viviendas que están en el entorno rural y ya no queda claro lo que es agrícola y lo que es forestal, todo se ha mezclado. Necesitamos tener los pueblos limpios y eso tampoco puede ser función única de la administración, hay que concienciar al ciudadano.
Los técnicos llevan años advirtiendo de que el cambio climático ya está aquí y se notará cada vez más, pero parece que muchos políticos siguen sin creerlo, incluso lo niegan. ¿Considera que la Dana de Valencia o estos incendios les obligarán a cambiar de actitud?
Yo espero que sí. Hay que ser optimistas. La sociedad ha ido avanzando. Parece que todo lo que está detrás tiene que ser la economía, pero cuando empieza a haber estos desastres surgen grandes líneas de pensamiento y sobre todo cambios de rumbo, que es lo que necesitamos. Hay echar una pensada al sistema rural que tenemos ahora mismo, ese abandono, ese éxodo. Estamos hablando de una política agrícola que debe incentivar el cultivo local, esas pequeñas huertas alrededor de los pueblos. Hay una despoblación y aquí en Canarias la notamos entre las zonas rurales y las más costeras, pero en el caso de la Península es un abandono brutal. Hay miles de pueblos en los que prácticamente solo viven personas mayores, que no tienen ya la capacidad o la posibilidad de hacer todas esas cosas que son necesarias para prevenir incendios. Evidentemente, ahí entra algo que dijo el presidente del Gobierno y que ya algunos compañeros del gremio estaban fomentando, que es un pacto de Estado. Dejarnos de visiones políticas e intentar sentarse todo el mundo. Hay muchos intereses en juego y algunos contrapuestos, como los que piden que no se toque el monte para fomentar el lobo y proteger a ciertas especies frente a los ganaderos y agricultores.
«Debemos pensar en el sistema rural que tenemos ahora mismo, en el éxodo y el abandono»
¿Complica aún más que estos siniestros se estén utilizando en la batalla política?
Nunca entro en eso, pero creo que deberían evitarse ese tipo de batallas. Soy un técnico y me debo a la administración. El capitán del barco al final es el político y procuro no meterme en estas cosas. Entiendo que en otro tipo de personas o colectivos puedan causar algo más de revuelo. No me gusta, porque en una situación de emergencia debe estar todo el mundo en ella, los problemas los dejamos para después o en privado.
El jefe de Emergencias del Cabildo durante la entrevista este martes. / Andrés Cruz
¿Debería clarificarse mejor quién debe intervenir o dirigir la extinción de un incendio para evitar este cruce de acusaciones?
Es que está bastante claro. Otra cosa es que hablemos de problemas y busquemos siempre el fallo de la otra persona o de la otra administración. Las competencias en emergencias son de las comunidades autónomas, y en las de protección civil están todas las administraciones. La comunidad autónoma gestiona y dirige las emergencias mediante planes que activa y mediante unos recursos que tiene. El Estado, en caso de una situación complicada, activa medios para reforzar, pero son medios que se subordinan a la comunidad autónoma. El Estado puede coger la competencia cuando la catástrofe es tan grande que se ve que la administración autonómica no es capaz o lo pide. En una situación como la que tenemos ahora en la Península, pasar a Nivel 3 no va a variar en cuanto a medios, lo que variaría es la alta dirección y un poco la parte técnica. No creo que sea una gran mejora, sobre todo porque nunca ha ocurrido. No creo que estemos ahora para experimentos.
El presidente Pedro Sánchez ha propuesto un Pacto de Estado sobre el cambio climático y el PP ya lo desdeña sin conocer su contenido. ¿Cree que resolverá algo aunque sea aprobado?
Un pacto de Estado entiendo que es cuando se dejan de lado los colores políticos y se decide un acuerdo para muchísimos años, para que cuando haya un cambio de gobierno no se modifique. No me gusta entrar en temas políticos, pero sí me interesa lo que pueda salir de ese pacto. Hay muchas cosas en las que se puede discrepar, pero hay que buscar soluciones de cara a los grandes incendios ligados al cambio climático. Eso hay que resolverlo independientemente del color político, pero si un partido se quiere apartar, no vamos a solucionar nada. Seguiremos en las mismas.
Las discusiones se centran en la prevención de incendios mediante el cuidado de los montes y en la falta de medios en la extinción. ¿Son esos los debates que se deben afrontar o son cortinas de humo para eludir responsabilidades?
Es un problema muy complejo, fácil de entender, pero con muchos actores. Ahora uno de esos actores está más enfadado. Por ejemplo, en Asturias la gente está cabreada y desobedeciendo. Se ha creado una ruptura entre la población y el servicio de emergencia. Y eso es peligroso. Es como no creer en el sistema sanitario y decir que hay que automedicarse porque el médico no tiene ni idea, estar herido y operarse uno mismo porque el cirujano no tiene ni idea. Esa ruptura está empezando a generar problemas y mi gran temor es que en todos esos pueblos donde la gente está desobedeciendo se genera un atrapamiento y tengamos muertos. Los dos voluntarios que fallecieron al principio eran voluntarios espontáneos de los pueblos que iban con un tractor. Estaban al margen del plan de extinción. Eso es tremendamente peligroso. Tristemente, aquí en Canarias tenemos el récord nacional de muertes en un incendio, en el año 1984 en La Gomera, con 20 fallecidos. Entre ellos el gobernador civil. Hay que imaginarse lo que sería eso hoy en día. Hay responsabilidades en todos los colectivos, incluyendo a los medios de comunicación.
«Los bomberos se arriesgan y necesitan el ánimo de la gente, no que los insulten »
¿En qué sentido?
Están saliendo ciudadanos que desobedecen las instrucciones de Protección Civil. Hay razones y podemos hablar de por qué se evacua un pueblo, pero la gente desoye y eso obliga a los equipos de extinción a ir allí a ponerse en medio del gran incendio y poner su vida en riesgo. La prensa lo fomenta entrevistando a esas personas con una cierta ternura, pero la realidad es que están desobedeciendo una orden de evacuación y no solo se ponen en riesgo ellos mismos, sino a toda la gente que tienen que ponerse en medio del incendio para ir a rescatarlos. Tenemos que estar en manos de los profesionales, que están formados y entrenados. Se pueden equivocar y tomar decisiones que no entiendan, pero si nos fijamos en uno de estos incendios es como una avalancha de fuego. Cuando veamos una avalancha de nieve hay que apartar todo lo que está delante, porque no se puede parar, es como un tsunami. Si un edificio se está desmoronando, los bomberos no se van a poner a intentar sujetar las columnas, lo que harán es intentar apartar a la gente porque es algo inevitable.
«Las personas que desobedecen una evacuación ponen en riesgo sus vidas y la de todos los que van a rescatarlos»
¿Cuándo y por qué se decide evacuar un pueblo?
Es normalmente porque está en zona de cabeza. El riesgo es alto porque llega primero el humo y lo colapsa todo. Caen cenizas, la gente se sube a los coches y no se ve nada, por lo que ya tenemos un accidente de tráfico. También cuando la zona de interfaz no está trabajada. Ese ciudadano que exige que estemos allí debe tener un espacio con garantías. Si un bombero va a defender una casa necesita estar seguro en caso de que la situación se complique. Si la fiera se revuelve se está jugando la vida. Si la actuación no va a servir para apagar el incendio o evitar que pase, si la vivienda es indefendible, en eso somos fríos, fuera todo el mundo y que se queme. La población debe saber que si su casa no está adecuadamente limpia, es posible que se queme. Yo no puedo mandar allí a unos trabajadores que tienen familia, que van a hacer su jornada laboral como cualquier otro ciudadano y deben tener garantías de que el trabajo es seguro. Hay una parte de riesgo intrínseca en esta profesión, pero no podemos ir a jugarnos la vida en cada incendio. Se ha estudiado que el gremio de bomberos tiene un índice altísimo de suicidios por la cantidad de traumas y basura que recibe a lo largo de su vida, como encontrar personas quemadas, animales, trabajar con gente angustiada. Me ha preocupado mucho en Castilla y León la agresividad de la población con los medios de extinción. Es una pena, son trabajadores que van a darlo todo y están siendo insultados y vilipendiados. En Gran Canaria fue lo contrario. Hubo una marea verde que salió a agradecer el trabajo cuando pasábamos por los pueblos, notábamos el cariño y eso nos daba ánimos para seguir. Eso se ha roto. Si hemos tenido muertos fuera de los incendios por golpes de calor, en una situación donde se recomendó a todo el mundo mantenerse a la sombra e hidratarse, hay que imaginarse que tenemos a miles de bomberos trabajando a pleno sol y cerca de las llamas. La primera jornada se desgastan muchísimo, en la segunda ya empiezan a notar el cansancio, y en la tercera están reventados. Y luego está el factor psicológico. En estas situaciones hay que dar el 120% y solo se consigue con ánimo de la población.
Pese a los episodios de calor y la escasez de lluvias, Canarias se está librando este año de los grandes incendios. ¿Se debe a que se ha aprendido mucho de los siniestros de años precedentes? ¿Las islas están ahora mejor preparadas que la Península?
Hemos avanzado. Estamos preparados, pero también tenemos mucho terreno quemado, que es espacio limpio. En España, el que más limpia, con diferencia, es el incendio. Tenemos un montón de superficie quemada y más o menos soporta un incendio porque no coge grandes llamas, por lo que llegamos y somos muy eficientes. Pero también tenemos zonas que no se han quemado nunca y no estamos exentos. La desgracia de todo esto es que podemos tener las cosas bien hechas, tener a todo el mundo concienciado, y aún así tener un gran incendio.
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