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Prohibir fumar en la playa: una medida sanitaria con un claro impacto ambiental

Convertir todas las playas españolas en espacios sin humo no solo tendría un impacto en la salud de las personas, sino que también afectaría positivamente al medio ambiente, ya que permitiría reducir la cantidad de colillas que terminan en el mar y, en consecuencia, mejoraría los ecosistemas.

Aunque la ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para una economía circular permite a los municipios españoles prohibir fumar en su costa, lo cierto es que en España, según la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), existen menos de 800 playas en las que encenderse un cigarrillo no esté permitido, frente a las más de 3.550 registradas en la base de datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Colillas encontradas en la playa de Punta Prima, en el litoral del municipio de Sant Lluís, Menorca, en 2023. / EFE / David Arquimbau Sintes

En este contexto, la SEE ha pedido al Ministerio de Sanidad que prohíba fumar y vapear en todas las playas en las alegaciones que ha presentado al anteproyecto de la nueva ley antitabaco, en el que Sanidad equipara los cigarrillos electrónicos a los tradicionales, amplía las zonas libres de humo o veta los dispositivos desechables, entre otras medidas.

Los epidemiólogos comparten la petición de organizaciones como Nofumadores.org, firmada por más de 380.000 personas, que reclaman al Ministerio la prohibición de fumar en las playas debido no solo a que en ellas la concentración de humo ambiental del tabaco puede ser similar a la de los espacios cerrados, sino también al impacto positivo que esta medida tendría en el medio ambiente.

Cinco litros de agua de mar por colilla

Una sola colilla contiene hasta 400 sustancias nocivas para el medio ambiente, incluyendo metales pesados como cadmio y arsénico y puede contaminar hasta 50 litros de agua dulce entre 7 y 24 años o cinco litros de agua salada en los océanos, según explica a EFEverde la coordinadora del proyecto Libera en Ecoembes, Sara Güemes.

El proyecto de SEO/BirdLife y Ecoembes es responsable de la campaña el metro cuadrado, en la que, según explica, las colillas siempre están en la primera o segunda posición de los residuos que más se encuentran abandonados en la naturaleza, que en el caso de las playas en 2024, encabezaron la lista con más de 66.000 unidades recogidas.

Imagen de archivo de colillas. / EFEVerde

«Desde luego que a nivel medioambiental liberan sustancias tóxicas, se infiltran en el entorno afectando al suelo y al mar y por supuesto, impacta en la fauna marina y terrestre, pues a veces incluso hay especies que confunden las colillas con alimento, lo que puede provocar obstrucciones intestinales, envenenamiento o muerte», asegura.

En esta línea, la presidenta de Nofumadores.org, Raquel Fernández-Megina, apunta a que, en el mundo al año se tiran alrededor de cuatro billones y medio de colillas y que este es el residuo más numeroso en las playas de forma unitaria. Además, su degradación puede tardar más de 10 años y se puede descomponer en microplásticos.

Los vapers también contaminan

Junto con las colillas de los cigarros tradicionales, Fernández-Megina también pone el foco en los vapers de un solo uso, los cuales, en su opinión, «tienen una contaminación triple para el medioambiente» y cada vez «se desechan más porque la industria tabacalera está consiguiendo» que se extienda su uso.

Cartel en Lloret de Mar (Girona) en el que se prohíbe fumar en la playa. / EFE / David Borrat

«Por una parte tienen la carcasa de plástico, un plástico de un solo uso; tiene un batería, que no es fácil de quitar con lo que tiene esa contaminación, más luego todos los tóxicos que lleva el cigarrillo electrónico, mal llamado vaper», explica.

Bueno para los ecosistemas y la biodiversidad

Que las playas se convirtieran en espacios libres de humos tendría un impacto directo en los océanos, ya que, según explica Güemes, se reduciría la aparición directa de esas colillas en la arena aunque la gente fumaría en los paseos y estas también podrían terminar en el mar por el efecto arrastre.

Colillas recogidas en una jornada de limpieza en Ibiza / VICENT MARÍ

También se mejoraría la calidad de los ecosistemas y la biodiversidad, ya que, «si evitamos que lleguen las colillas a la playa o al mar, protegemos la fauna y la flora marina», según explica la coordinadora del proyecto Libera en Ecoembes.

Además, las sanciones tendrían un efecto «preventivo y educativo», al fomentar «hábitos más responsables y generar también un cambio cultural».

Margen de mejora

Sara Güemes considera que en España todavía hay «mucho margen de mejora en muchos ámbitos relacionados con la basuraleza» y pone el foco en que en la propia Unión Europea (UE) se está poniendo el foco en el ámbito de las colillas, para que tanto productores como fumadores sean responsables de las mismas.

En el caso de las sanciones, asegura que deberían ser un paso más: «No se puede solo sancionar, sino que hay que hacer unas acciones siempre preventivas, educativas, de sensibilización y concienciación que lleven al ciudadano, a las empresas y a los Ayuntamientos a poder estar todos en la misma línea».

Fernández-Megina, en cambio, entiende que multar «también es educar», por lo que pide que, en los municipios que ya tienen aprobada una normativa que prohíbe fumar, se sancione a los que lo hacen.

Además, reivindica que las banderas azules para las playas consideren como un factor a valorar que esté prohibido fumar, ya que no se puede considerar «una playa de calidad aquella con una arena llena de colillas y donde los niños juegan a hacer castillos de arena con ellas»

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