Es bastante habitual escuchar hablar de ciertas canchas como del “teatro del fútbol”. Pues bien, charlemos un poco de teatro, por ejemplo del teatro a la italiana: surgido en el siglo XVII, un teatro a la italiana es un tipo de espacio escénico caracterizado por tener el escenario elevado y separado de la sala por el arco del proscenio, creando una clara distinción entre el área de actuación y el público. Con forma de herradura, entre nosotros el más importante es el teatro Colón.
Esta separación tan clara entre el escenario y el público (en el tipo de teatro anterior, llamado “teatro popular”, ambos espacios estaban más entremezclados) genera dos cosas. Por un lado, los actores o los músicos que están en el escenario son claramente el centro de atención de todos, las miradas confluyen hacia allí. Pero a la vez, por su forma de herradura elevada, el público ocupa un lugar también central: desde cualquier espacio del teatro se ven los demás, de ahí que el teatro a la italiana sea un lugar ideal para ir a “mostrarse”, como hacían los príncipes (y hoy Milei cuando va al Colón), ya que desde todos lados el público se ve a sí mismo. El público entonces pasa a ser un protagonista tan destacado como los actores y los músicos en el escenario.
Algo de eso está pasando ahora en Boca. O más que eso. Por los malos resultados, año tras año, el público de Boca fue ganando un protagonismo central, como si de alguna manera ya no fuera a alentar a los jugadores, sino a alentarse a sí mismo. A deleitarse consigo mismo. A gozar consigo mismo. En este sentido, nada me resultó más triste que la presentación de Paredes. ¿Cincuenta mil personas para ver a Paredes? ¿Quién es Paredes? ¿Maradona? Si esas son las expectativas sobre un buen 5, de buen pie, con buen tiro de media distancia, pero solo eso (como si fuera poco), va camino directo al fracaso.
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Es que Boca está deseoso de tener un ídolo, alguien que lo saque del páramo en el que está. Y a la vez, como la entrada para la presentación era gratis, allí fueron muchos de los que habitualmente no van a la cancha, incluso muchos que no la conocían. Boca se convirtió en un atractivo turístico y en una hinchada que se festeja a sí misma, al mismo tiempo que esa hinchada recibe poco o nada desde el campo de juego. Ya estoy cansando del “llenamos todas las canchas”, “llenamos Miami”, “somos el más grande” y etc. Ya estoy casando de que el espectáculo sean las tribunas y no lo que ocurre en el campo de juego.
¿El campo de juego? Bueno, ya pasó la primera fecha de otra edición de la Chiqui Liga, sin grandes cambios. Tevez, que solo dirige en los equipos del PRO o privatizadores, tuvo un mal debut en Talleres. Boca mereció perder de visitante contra Argentinos Juniors (faltando cinco minutos Russo puso a Milton Delgado por Velasco para aguantar el 0 a 0). River jugó regular y ganó, Racing y la polémica de la que todos sabemos, a Di María ya le pegaron fuerte, y por los demás partidos, etc. etc. etc. Esto recién empieza, y el clima frío del invierno marca el tono del inicio.
Veremos qué pasa con Paredes.