Félix Bolaños García fue de los primeros en entrar en La Moncloa con Pedro Sánchez cuando ganó en 2018 la moción de censura contra Mariano Rajoy. Y ahí sigue junto al jefe del Ejecutivo. Se encargó de armar jurídicamente cómo sería el Gobierno del líder socialista y por eso ocupó primero el cargo de secretario general de la Presidencia de Gobierno.
Desde ahí tenía una visión conjunta y privilegiada de la acción política del Gobierno y pilotó incluso grandes apuestas de Sánchez como la exhumación y traslado de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos, hoy de Cuelgamuros, hasta un panteón familiar. Bolaños fue el encargado, además, de mantener la comunicación con la familia Franco. Este episodio le dio relevancia política y pública pero también le obligó a redoblar su seguridad y la de su familia por las amenazas que recibía de grupos de extrema derecha.
En el cambio de Gobierno de julio de 2021, este licenciado de derecho por la Universidad Complutense de Madrid número uno de su promoción fue nombrado ministro de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. Reforzaba así su poder político en Gobierno y en el entorno de Pedro Sánchez, del que muchos lo han visto fuera en varios momentos estos años. Especialmente por un desgaste político porque las mayores decisiones – como la ley de amnistía- han pasado por él.
Pero tras las últimas elecciones, este madrileño a punto de llegar a los 50 años continuó en el Ejecutivo y sumó una cartera más al ser nombrado en noviembre de 2023 ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes. Asumía así, formalmente, la relación con los grupos parlamentarios, con los que ya tenía una continua relación por la necesidad de llegar a pactos para la investidura.
A su sintonía con Podemos que fraguó durante la primera coalición de gobierno, sumó la relación con ERC, que le llevó a protagonizar para deleite de los críticos la foto con el líder independentista Oriol Junqueras -al que el Gobierno había indultado- para rubricar el pacto de investidura.
Pero pactos también cerró, tras varios intentos, con el Partido Popular para renovar el Consejo General del Poder Judicial y el Tribunal Constitucional, aunque con mediación de Bruselas.
También tiene acuerdos con la Iglesia, y su relación con el Vaticano que le han permitido despedir a un Papa y dar la bienvenida a otro – León XIV- mientras se avanza en las indemnizaciones a las víctimas de abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica o se eliminan algunos privilegios fiscales para la iglesia en España.
Plaza en el banco de España
Antes de llegar a La Moncloa, Bolaños trabajó más de una década en el Banco de España tras obtener en 2005 la única plaza de letrado asesor en materia laboral, sindical y de Seguridad Social. En 2008 fue nombrado jefe de la división de Asesoría Jurídica Laboral y Documentación Jurídica, donde adquirió una experiencia para escudriñar las normas y contemplar todos los escenarios que ha aplicado en el Gobierno.
Pero la confianza de Sánchez en Bolaños para labores de enjundia también la depositaba antes de llegar al Gobierno. El hoy ministro fue el encargado de dar forma jurídica a los estatutos del PSOE, y especialmente al reglamento que los desarrolla, y que Pedro Sánchez cambió tras su regreso a la Secretaría General del PSOE en 2017. Ahora, forma parte de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE como secretario de Justicia, de manera que sigue también en el puesto de mando del partido. Y con un ojo siempre pendiente de la federación socialista en Madrid a la que pertenece como militante.
De la actual etapa ministerial de Bolaños quedarán también sus ‘cara a cara’ parlamentarios con la popular Cayetana Álvarez de Toledo así como las jornadas de huelga de los jueces contra su reforma estructural de la justicia. Una cruzada que el ministro está convencido de librar para que sus reformas y nuevas leyes vean la luz.
En un lugar especial está la relación con el juez Juan Carlos Peinado y la toma de declaración como testigo desde su despacho de Moncloa, la intención del magistrado de que fuese declarado como investigado en la investigación sobre Begoña Gómez, y, como último episodio por ahora, el correctivo del Tribunal Supremo al juez a sus intenciones de imputarlo.
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