El ‘paddock’ del Mundial de motociclismo, que tiene unos 1.500 habitantes, está lleno de buena gente, pero si alguien merece el Balón de Oro de la bondad, ése no es otro que José Luis Martínez, antiguo campeón de España de motocross, es más, maestro de motocross y asistente de toda la vida de Marc Márquez Alentá, ocho veces (de momento) campeón del mundo de motociclismo.
José Luis es el silencio personificado. Camina con zapatos de gamuza, no habla para no equivocarse, ni ofender, ni molestar, pero tiene ojos en todas partes, sí, también en el cogote, también. Pero no los tiene por cotilla, no, no, que va, los tiene porque su único objetivo es facilitarle la vida a Marc, su amigo, el campeón al que entrena. Y los tiene porque no quiere que se le escape una. Ni dos.
Cuando José Luis te pregunta, te pregunta para Marc. Cuando mira, son los ojos de Marc quien te mira. Cuando actúa, es Marc quien se mueve. Y, a veces, solo a veces, se atreve a sugerirle algo a Marc. Y así lo ha hecho hoy en la parrilla de Sachsenring. “Mira, Marc, todo el mundo dice que tienes suficiente ventaja como para conservarla; yo te digo que tienes suficiente ventaja para arriesgar y aumentar esa ventaja. Así que sal y corre todo lo que puedas. Si fallas, sigues teniendo ventaja ¡juégatela, anda, juégatela!”
«Hay quien dice que es mi ángel de la guarda. Qué va, qué va. Hay quien cuenta que es mi mano derecha, qué va. José es mucho más que todo eso. José es mi colchón, mi red, el que siempre está cuando me caigo».
Marc Márquez
— Piloto del equipo Ducati Lenovo
Ese ‘paddock’ habitado, en su mayoría, por buena gente acaba de descubrir a un nuevo José Luis Martínez, el silencio que a veces provoca el mayor de los ruidos: hacer que el campeón corra a tope, sin concesiones. Fue Marc, ¡claro que fue Marc!, quien tomó la decisión de jugarsela, pero nadie es capaz de desmentir, ni el propio Marc, que, a dos vueltas del final, la voz sugerente de José Luis resonó en el interior del casco Shoei del campeón: «¡Juégatela, que caray!»
Quiero que sepan que José Luis Martínez fue el primero al que Marc se acercó un día, en un cambio de avión de un extraño aeropuerto que ni se acuerda y, mientras le dejaba sobre su mesa un café y una pasta, le dijo: “José, lo dejo, lo dejo, esto es insoportable”. José se quedó paralizado. De pronto, Marc había detenido el reloj de su vida. No la del campeón, la suya, la del asistente, por eso a José Luis solo se le ocurrió añadir: “Espera, espera, Marc, démosle un par de vueltas más”. Y se las dieron. Y se fueron a la clínica Mayo, de Rochester, en EEUU, a seguir sufriendo, los dos juntos. Allí le reconstruyeron el húmero derecho a MM93 y los dos iniciaron el último viacrucis juntos.
José Luis Martínez acompaña a Marc Márquez hasta la parrilla de salida de la carrera de hoy al ‘sprint’ en Sachsenring. / ALEJANDRO CERESUELA
José Luis es mucho más que un asistente (y amigo). José Luis lo es todo para Marc. «Hay quien dice que es mi ángel de la guarda. Qué va, qué va», me explica Marc. «Hay quien cuenta que es mi mano derecha, qué va. José es mucho más que todo eso. José es mi colchón, mi red, el que siempre está cuando me caigo. Cuando me caigo, siempre me caigo blando, porque él está ahí, meciéndome con sus brazos. Cuando sufro, él está ahí. Está siempre. Y lo más grande de José es que, cuando todo va bien, no se le nota porque él cree que, en esos momentos, no lo necesito. Y sí, sí lo necesito. Lo necesito siempre».
«Hay quien admira a Marc por sus 8 títulos, 94 victorias, 158 podios y 101 ‘poles’, por crear una época. Yo lo admiro por haber superado cuatro años de calvario, de sacrificios, de operaciones, de rehabilitaciones, ese volver a empezar que nadie ha intentado antes con tanto ahínco»
José Luis Martínez
— Asistente personal de Marc Márquez Alentá
«Es hermoso que digan eso de ti, pero el caso es que todo es al revés de cómo lo cuenta Marc: es él quien es mi red, mi colchón», señala José Luis, que ha vivido junto al campeonísimo sus cuatro últimos y agónicos años. «Sé que, para muchos, los mejores momentos de Marc han sido esos ocho títulos, esas 94 victorias, los 158 podios, las 101 ‘poles’, marcar estilo, crear una época… vale, sí, eso está muy bien, pero, para mí, su mayor gesta, su mayor éxito, aquello por lo que siento admiración, es haber superado cuatro años de calvario, de sacrificios, de operaciones, de rehabilitaciones, ese volver a empezar que nadie ha intentado antes con tanto ahínco».
Yo diría, sí, que José Luis es el tercer apellido de Marc Márquez Alentá Martínez. Solo alguien así, puede acercarse a Marc y, a minuto y medio de que se apague el semáforo, susurrarle “¡juégatela! ¡que caray!” Son tan uno, que, cuando Marc se vio, a dos vueltas del final de la ‘sprint’, cerca de Marco Bezzecchi, pensó en la sugerencia ¿orden? de su amigo. “Yo también se lo hubiese dicho”, me dijo Àlex Márquez cuando, a última hora de hoy, abandonaba la sala de prensa de Sachsenring. Àlex se lo hubiese sugerido, sí, pero el que se atrevió ¡que caray! fue José Luis, el asistente, el amigo.
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