InicioSociedadLas espadas dejan sin premio la calidad de Aguado y Ortega y...

Las espadas dejan sin premio la calidad de Aguado y Ortega y el empeño de Roca en Pamplona

Feria de San Fermín

Ganado: seis toros de Jandilla, desiguales de alzadas, hechuras y cabezas, todos sueltos de carnes. Medidos de raza, y alguno manseando en los primeros tercios, la mayoría resultaron manejables en la muleta, con un tercero especialmente destacado por su duradera y noble bravura.

Juan Ortega: bajonazo enhebrado y estocada baja delantera (silencio); media estocada desprendida (silencio).

Roca Rey: estocada delantera desprendida y dos descabellos (palmas tras dos avisos); cuatro pinchazos, pinchazo hondo y media estocada delantera (silencio tras aviso).

Pablo Aguado: dos pinchazos y pinchazo hondo (ovación); pinchazo y media estocada trasera (silencio).

Cuadrillas: entre las cuadrillas, destacó Iván García, que saludó tras banderillear al sexto y lidió con perfección al tercero.

La plaza: séptimo festejo de abono de la feria de San Fermín, con lleno en los tendidos (19.500 espectadores), en tarde de calor bochornoso.

Los reiterados pinchazos y unas defectuosas estocadas impidieron a la terna que actuó hoy en Pamplona llevarse un solo trofeo de una manejable corrida de Jandilla con la que Juan Ortega y Pablo Aguado pusieron el toreo de calidad y Roca Rey el efectismo y el empeño para buscar las palmas de la mayoría.

Pero que no se cortaran orejas no quiere decir, como pasa en algunos partidos sin goles, que no se vivieran momentos más que interesantes a lo largo de la corrida, como fue especialmente la faena que Aguado le hizo al tercero de la tarde, el más entregado y bravo de los ‘jandillas’, marcada por la suavidad y el buen gusto, quizá por ello algo fuera de contexto en esta plaza.

El trasteo del sevillano arrancó ya con seis o siete lances muy asentados de salida y continuó con un rítmico galleo por chicuelinas para llevar al caballo al fino toro de la divisa extremeña. Y en la que ha sido la tarde de mejor y más toreo de capote de lo que va de feria, ‘Histrionico’ aún permitió a Aguado y a Juan Ortega competir en un lucido tercio de quites, el primero por delantales y el otro por verónicas, siempre con voluntad de pureza.

Tras la perfecta brega de Iván García, el de Jandilla se dio a embestir sin reservas al muleteo que Aguado le planteó directamente en los medio y con una tanda de derechazos suavísima que remató con un colosal trincherazo. Y con algún altibajo de colocación por el pitón derecho, pero desde la naturalidad y el temple, aún llegaron cuatro largos y mecidos naturales y un final por ayudados rodilla en tierra… antes de esos fallos con la espada que determinaron la tarde.

El diestro Pablo Aguado da un pase de pecho a su oponente / Daniel Fernández / Efe

Porque antes también Juan Ortega había emborronado con dos feas estocadas el cadencioso y elegante toreo que le hizo al primero, ya desde que lo recibió de capa sujetándolo por bajo y en un extraordinario y airoso quite por chicuelinas que no provocó entre la bulla peñista las más que merecidas palmas.

Y en el último tercio se manejó Ortega con idéntico ritmo, sujetando a un toro que amagó siempre con salirse rajado de las suertes pero al que supo encelar y sujetar con delicadeza en los vuelos del engaño, en lo fundamental y sobre todo en los bellos remates de cada tanda, bien unos larguísimos pases de pecho o bien unos pellizcados cambios de mano y kikirikíes.

Los sevillanos ya no tuvieron mayores opciones con los segundos de sus lotes, pues el jabonero cuarto, que acusó de salida defectos de visión, no tuvo luego ni celo ni clase, obligando a Ortega a machetear pronto, mientras que el sexto, un castaño larguísimo y ancho de sienes, se movió desrazado durante unos instantes hasta empezar a perder todo su fondo frente a la soltura de Aguado.

También Roca Rey se fue de vacío de Pamplona en su segundo y último paseíllo de la feria, como sus compañeros, por su escasa contundencia con los aceros. De no ser así, podría haberse llevado un trofeo de ambos toros con los que mantuvo una actitud muy distinta, en fondo y en forma.

Roca Rey en su faena al segundo toro / Daniel Fernández / Efe

A su primero, con el que no se templó de capote, lo movió de manera más efectista, sin apurar su buena condición aunque sin gran clase, en el trazo de los muletazos fundamentales y buscó pronto el efectismo de cara a las peñas, solo que sin llegar tampoco a concretarlo con efectividad.

En cambio, se asentó con plomada en los medios para ayudar a romper hacia adelante al quinto, un manso astigordo que se reservó hasta que el peruano lo citó con más sinceridad y, sin exigirle de más, le fue estirando las arrancadas hasta hacerle romper a embestir con mas entrega.

Pero todo los méritos se fueron diluyendo por el excesivo metraje de la faena, provocando que el toro se desfondara por completo y dificultándole la ejecución de otra más de las erráticas suertes supremas de esta tarde de buen toreo sin recompensa.

Más noticias
Noticias Relacionadas