ESPECIAL | SALUD
MARÍA JOSÉ VALIENTE, PSICÓLOGA | SANAMENTE (EL PERIÓDICO)
No es un secreto que nuestra sociedad contemporáneo glorifica a la juventud y la ve como un valor supremo asociado a la belleza, a las oportunidades, a la vida, a la potencia y al éxito, de modo que expresiones como:
• ¡Pareces más joven!
• ¡Nadie diría la edad que tienes!
Estos halagos socialmente aceptados y bienvenidos, en realidad es una actitud y pensamiento social que todo lo que es joven significa belleza y valor, y hace que las personas, especialmente las mujeres, sintiendo una presión constante y traten de disimular su edad.
No reniegues de hacerte viejo, porque es un privilegio que no todo el mundo tiene
Estos halagos socialmente aceptados y bienvenidos, en realidad es una actitud y pensamiento social que todo lo que es joven significa belleza y valor, y hace que las personas, especialmente las mujeres, sintiendo una presión constante y traten de disimular su edad.
Si aceptamos que decir “Qué joven te ves, no parece que tengas la edad que tienes” decimos que esto es bueno, y que, por tanto, una persona que aparente la edad que tiene, algo estará haciendo mal para no parecer joven.
¿Debemos retener a la juventud como sea?
Huelga decir que es legítimo querer sentirse joven cuando lo asociamos a sentirse vital, a cuidarse la salud física y mental, a reír, a mantener al niño que llevamos dentro y la curiosidad ante la vida. A quererse. Porque una cosa es cultivar la salud y la presencia para disfrutar más de la vida, y otra es negar el paso del tiempo y pretender que los demás piensen que tienes muchos años menos. Cuántas personas caen en los anuncios que prometen sacarse 10 años de repente en una intervención. No son pocos los que van a otros países a operarse, a ponerse pelo, a infiltrarse todo tipo de inventos que ayuden a retener a la juventud. Pero, ¿por qué?
¿Hacer todo esto hará que seamos realmente más jóvenes? ¿O nos hará sentir? ¿Y qué conseguiremos?
¿Quién nos ha hecho creer que la belleza interior es inferior a la belleza exterior? Es tan evidente que por mucho que no se sepa la edad de una persona a menudo se la juzgará por la edad que aparenta, que incluso cuando alguien parece más joven se le trata con más energía y entusiasmo. Con mayor confianza en su manera de hacer las cosas.
A veces he oído que alguien que ve a una persona con arrugas dice: “Anda, qué arrugas tiene, se nota que ha fumado mucho o que ha llevado una mala vida”, Como aquél que una persona puede detener el tiempo.
No. El tiempo no puede detenerse. Y una cosa es cuidarse para mantener una mejor calidad de vida y de tiempo (somos tiempo) como respeto hacia nosotros mismos ya los demás, y lo otro es tomar una obsesión y quedar atrapado en querer vivir aparentando constantemente ser más joven, y quizás ni preocupándose de invertir en rejuvenecer el interior para mantener la mente abierta, característica.
No es la edad, es la mentalidad
Y es cierto que existen viejos muy jóvenes, y jóvenes muy viejos.Pero rompiendo una lanza a favor de aquellos que quieren mantenerse jóvenes, es una decisión bien libre y personal. Sí, he dicho bien, libre. ¿Por qué una persona es libre cuando se obsesiona con aparentar ser jóvenes para siempre y no para de operarse y hacerse de todo?
¿O es más libre aquel que “pasa” de la presión social y hace lo que le parece cuando le parece, y no necesita la aprobación de los demás?
Es importante saber hacia dónde vamos, qué queremos conseguir, de manera reflexionada y consciente. Y, sobre todo, hacer las cosas por uno mismo, y no para impresionar a nadie.
¿A partir de los 50 o 60 años ya no cuentas?
Demasiado a menudo, la sociedad, actúa como si la gente de cierta edad ya no contara. Y esto ocurre también en Hollywood, donde son muchos los actores y las actrices que se lamentan de no recibir propuestas a partir de estas edades. Pero hay que tener presente. identidad más genuina realmente a partir de los 50, cuando dejan de hacer lo que «se esperaba» de ellas y comienzan a hacer lo que realmente quieren hacer.
La edad más feliz
Una investigación de la Universidad de Harvard revelan que las personas son mucho más felices a partir de los 60 años cuando ya han cumplido muchas responsabilidades, cuando los posibles hijos se han hecho mayores, cuando ya no deben sufrir tanto por todo, y cuando ya han priorizado lo que realmente importa.
Ahora bien. También es cierto que las personas de estas edades a menudo ya no compiten por el mismo espacio que los jóvenes.
•¿Cómo vivir el proceso de hacernos mayores cuando todavía no lo somos?
Conscientemente. Dejando de luchar contra lo natural. Cada etapa tiene sus dones, y quien se ha nutrido emocional y espiritualmente durante las diferentes etapas, llega al envejecimiento con herramientas y riquezas que le dan sentido, paz y alegría de vivir.
Vivir la juventud (física, emocional, mental) con alegría y con gratitud, pero consciente de que va a ocurrir. Esto no debe dar miedo, sino dar profundidad.
¿Cómo podemos hacerlo?
•Reconciliarse con el tiempo.
•Reivindicar el valor de la madurez.
•No esperar la aprobación social.
•Tratar de hacer lo que siempre hemos querido hacer, sin miedo.
El envejecimiento no es un defecto de las personas, simplemente es un proceso orgánico e inevitable. Cuando lo vivimos como un enemigo, nos agota. Cuando le abrazamos, nos da una nueva libertad. Se trata de pasar del rechazo a la aceptación y de la aceptación a la integración.
No se trata de retener a la juventud, sino de aprender a estar plenamente vivo en cada etapa
Necesitamos cambiar el enfoque: no mirar el cuerpo como una estructura que se degrada, sino como una casa que te sostiene hasta el final y, como decía Meryl Streep, mirar las arrugas como el rastro de las emociones vividas, de lo que hemos amado, vivido, reído y llorado. Esto es: Ver la madurez como una forma de autoridad interior, de libertad y de lucidez ante la forma de vivir la vida y de priorizar lo que realmente importa.
Comer bien, andar, moverse, descansar lo suficiente, amar y sentirse querido. Todo esto no es resistirse al tiempo, sino celebrarlo con conciencia.
RED DE CONTENIDOS DE PRENSA IBÉRICA
Textos: Fidel Masreal, Nieves Salinas, Patricia Martín, Valentina Raffio y Nando Salvà (El Periódico); Rafa Sardiña (Guía de Salud); Irene Álvarez (Código Nuevo); María García San Narciso (El Periódico de España); Tendencias21.
Coordinación: Marian Navarcorena, Nekane Chamorro y Jorge Fauró.
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