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Córdoba se vuelca con la jondura en una Noche Blanca del Flamenco de amplio espectro

Córdoba vivió este sábado una Noche Blanca del Flamenco con una carta de músicos ecléctica, que sirvió para contentar los gustos del público más variado. Si hubiera que nombrar a los triunfadores de la noche en función de la cantidad de público que aglutinaron en sus respectivas plazas, cabría destacar a El Pele, a Eva Yerbabuena, a Aurora Vargas y a Raimundo Amador como los vencedores de una cita, aunque en el otro extremo, La Chispa y Califato 3/4 también llenaron los aforos previstos con un público muy diferente.

La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, Isabel Albás, ha destacado la consolidación tras 16 ediciones de esta cita cultural cordobesa, cuyo aliciente consiste precisamente en «ofrecer una paleta amplia de estilos que la gente puede degustar en función de sus gustos mientras recorre plazas monumentales y lugares emblemáticos de la ciudad, ya sea escuchando una canción o quedándose el concierto entero». Albás calificó como «un nuevo éxito» esta edición de la Noche Blanca, en la que hubo «un ambiente magnífico» que no solo benefició a los artistas y al público «sino que una vez más ha servido para dinamizar la economía cordobesa, ya que los bares estaban llenos de gente».

Como suele ocurrir en eventos de gran formato como este, el Ayuntamiento desplegó un dispositivo especial de Sadeco que, según Albás, en la víspera pobló con papeleras de aro las distintas plazas y cuyo personal adaptó su turno de noche al horario de la Noche Blanca, para que la ciudad amaneciera completamente limpia.

Aunque fueron miles de personas las que asistieron a los conciertos, muchos de los asistentes destacan que fue algo menos bulliciosa que otros años fuera de los espacios destinados a los espectáculos, lo que facilitó el tránsito de los que se propusieron acudir a más de un concierto e hizo que la noche transcurriera sin incidencias reseñables, según la Policía Local.

Eva Yerbabuena rompió el hielo en Las Tendillas con un espectáculo que dejó el pabellón bien alto. Y lo hizo tras una semana de calor infernal que llevó a muchos cordobeses a huir a la Sierra y a la costa, lo que dejó hueco a turistas y visitantes, a los que se vio repartidos por distintos enclaves, sobre todo, en el concierto del piano flamenco de Chico Pérez celebrado en el Patio de los Naranjos. La concentración de público no siempre juega a favor de los artistas cuando actúan en plazas grandes, ya que el sonido de ambiente y la multitud asistente resta calidad al audio y hace que los paseantes sean más protagonistas que los que están sentados atentos a lo que ocurre en el escenario. Pero eso son gajes del oficio. Contra todo pronóstico, esta Noche Blanca, que se preveía tórrida, acabó con una ligera bajada de las temperaturas que supuso un alivio importante para muchos y un acicate para alargar la diversión.

Asistir al recital de El Pele fue uno de los retos más complicados de esta edición, ya que la plaza Conde de Priego, presidida por la estatua de Manolete, y los alrededores se abarrotaron mucho antes de que empezara a cantar de público impaciente. Como había prometido, El Pele dedicó su espectáculo Jondo a Manolete y se presentó vestido de blanco impoluto frente a la chaquetilla del torero, y aunque el micrófono le jugó alguna mala pasada, fundió su duende con el del matador para enamorar al público, entregado a un genio que no deja a nadie indiferente y que siempre derrocha pureza. Si en 2024, a Israel Fernández se le quedó chica la plaza de San Agustín, a El Pele le faltó plaza en Santa Marina para recibir a sus seguidores.

El concierto de Aurora Vargas, estandarte del flamenco gitano, llenó también hasta la bandera el cine Delicias, lo que obligó a cerrar las puertas porque «ya no cabía ni un alfiler», explicaron los responsables. Los asistentes coinciden en que la sevillana hizo un despliegue de fuerza impresionante y que el público cordobés, que sabe apreciar el flamenco más puro, disfrutó de lo lindo. También iba de flamenco flamenco (del más puro) el espectáculo de Rocío Luna y Rafa El Calli, que llenaron la plaza de San Agustín sin las aglomeraciones del año anterior. La Revolución prometida por Mercedes Luján, acompañada por Rafael de Utrera y su banda, tuvo lugar en el cine Fuenseca, sin problemas de entrada, donde acudió acompañada por Rafael de Utrera y su banda para darlo todo hasta poner al público en pie. 

Flamencos de Verdad reunió a un público variado en el entorno de La Calahorra que disfrutó de un extraordinario espectáculo monumental desde distintas perspectivas, aprovechando sillas y pasarelas, con la ventaja de la brisa del río que empezó a soplar antes de la medianoche. 

El Pele y Raimundo, en La Corredera

La Corredera, despejada de mesas para la ocasión, fue otro de los principales focos de atención de la mano de Raimundo Amador, un genio de la música con un sonido genuino capaz de pasar por el tamiz del flamenco todo lo que toca. La sorpresa de la noche fue que El Pele, nada más acabar su espectáculo, se fue a ver a Raimundo y acabaron cantando juntos en La Corredera. Este concierto sirvió de bisagra entre dos mundos. Los amantes del flamenco más puro se despidieron de la Noche Blanca después de verlos a ellos mientras que los seguidores del flamenco más híbrido, a los que no les van otros estilos, empezaron a vivir la noche con él y a partir de ahí, se distribuyeron en función de los gustos por las tres opciones restantes, la fusión árabe-flamenca de Yaleili en San Francisco, pero sobre todo, La Chispa, que triunfó pese a la hora en la plaza del Potro y Califato 3/4, que no defraudó a su multitud de fans, que supieron esperar hasta las cinco de la mañana para verlos cantar en los Jardines del Alcázar. Eso es fidelidad.

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