Julieta Cazzuchelli, más conocida como Cazzu, dejó de lado por un momento su carrera musical para hablar de una tragedia que la tocó muy de cerca: el femicidio de Tamara Fierro, una joven madre de 29 años asesinada en Fraile Pintado, su pueblo natal en Jujuy.
La artista utilizó sus redes sociales para exigir justicia, visibilizar lo ocurrido y denunciar la represión policial sufrida por quienes se manifestaban contra el crimen. “El horror llegó al pueblo en el que me crié y a personas que conocí. Mi querido Fraile Pintado es el escenario de un femicidio brutal y salvaje del que será imposible recuperarse”, escribió en una de sus historias de Instagram.
Tamara había desaparecido el 24 de mayo y días después su cuerpo fue encontrado en un basural con evidentes signos de violencia. El hallazgo generó conmoción en la comunidad y encendió un fuerte reclamo social.
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La artista se mostró especialmente dolida por el accionar policial en respuesta a las protestas: “Tamara ya no volverá a su casa con su hija. La policía reprimió a quienes se manifestaron en la casa de los responsables disparando con balas de goma y atacando con rebenques”, denunció. Su mensaje se hizo eco rápidamente entre sus seguidores y en medios nacionales, multiplicando el impacto de su testimonio.
Además, la cantante fue contundente con sus críticas al poder político y judicial de la provincia. “¿Quién dio la orden? ¿Por qué lo hizo? La responsabilidad no es solo de sus asesinos, sino de un sistema que niega la necesidad de proteger a las mujeres, que encubre violaciones, tráfico de mujeres e infantil, y protege la comercialización de droga”, publicó.
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El caso de Tamara Fierro no es aislado: se trata del tercer femicidio registrado en Jujuy en apenas veinte días. En ese contexto, la «Jefa del Trap» se convirtió en una de las voces más resonantes del reclamo por justicia, aportando visibilidad desde su figura pública y poniendo en el centro la urgencia por frenar la violencia de género.
“DESTITUCIÓN E INVESTIGACIÓN PARA EL RESPONSABLE”, concluyó la artista, exigiendo no solo justicia para Tamara, sino también una profunda revisión del rol del Estado en la protección de las mujeres y en la represión de las protestas sociales.
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